Venezuela sigue rumbo a una nueva farsa electoral. Nada ha cambiado con respecto a las anteriores. El régimen chavista sigue dictando las reglas de juego y por si esa discrecionalidad no fuera suficiente también se reserva el derecho a cambiarlas sin previo aviso según lo que le convenga. Pero en esencia estamos frente a un nuevo proceso en el cual el tinglado político, jurídico, y militar del Estado chavista se alinea, una vez más, para imponer sus resultados.
La
habilitación e inhabilitación de candidatos, la incertidumbre en cuanto le
fecha de las elecciones, la imposibilidad de que los venezolanos que viven
fuera de Venezuela puedan votar, las manipulaciones al registro electoral y
ultimadamente imposibilidad material de auditar la data transmitida por la
máquinas electorales y los resultados que anuncie el CNE chavista son algunas
de las trampas empotradas por diseño en el sistema electoral del chavismo.
Esto
es votar en tiranía. Esto es aceptar ir a unas elecciones simplemente como una
figura ornamental porque los resultados ya han sido previamente acordados. El
régimen chavista dispone del control absoluto de todas y cada una de las fases
del proceso electoral que aun sin tener la mayoría dispone de los mecanismos
pseudo legales según sus propias leyes para proclamarse ganador. Así lo ha
hecho siempre. Así lo hicieron en el 2015 donde una falla en su propio
mecanismo de fraude permitió la victoria de los candidatos de la falsa
oposición en la Asamblea Nacional para luego ser “legalmente” anulada por el
Tribunal Supremo de Justicia chavista ante la perplejidad de muchos.
La
única diferencia entre la farsa electoral de este año y las anteriores es que
esta será del tipo exprés. El
dramático deterioro de la situación económica en Venezuela ha desmoralizado a
las clientelas chavistas, civiles y militares, promoviendo desaliento y
resistencia en el universo de operadores que son necesarios para perpetrar el
fraude electoral. Y aunque las sanciones que los Estados Unidos le ha aplicado
al chavismo jamás surtieron efecto alguno, la amenaza de volver a imponerlas,
aunque sean más suaves que las anteriores, puede impactar la operatividad del
Estado chavista. Todo esto presenta posibles imponderables cuyos riesgos el
chavismo no está dispuesto a asumir por lo cual lo más probable es que esta
farsa electoral se convoque y se perpetre contra reloj en los próximos 90 días
o incluso antes.
Parecería
una insólita casualidad que el gobierno de Joe Biden tenga una reacción débil y
blandengue ante el altisonante régimen chavista anunciando que le dará al
chavismo oportunidad hasta Abril para que habilite a todos los candidatos y
realice unas elecciones transparentes. Pero dicho plazo le concede al régimen
chavista exactamente los 90 días que necesita para amasar más recursos y
ejecutar su fraude electoral. Después de verificado el evento electoral y
pasado el mes de Abril es probable que los Estados Unidos ofrezca otra
declaración condenatoria del régimen venezolano y anuncie una nueva ronda de
sanciones seguramente menos efectivas que las anteriores. De hecho ya se habla
de las excepciones que contendrán esas sanciones que aún no han sido
anunciadas.
Una
vez más el chavismo usa las negociaciones con la falsa oposición para crear
ilusiones de cambio y presentar ante los Estados Unidos y los demás países una
política de hechos cumplidos, irreversible, frente a la cual es prácticamente
imposible discutir. En un ambiente similar se dio la elección de la Asamblea
Nacional Constituyente del 2017 donde el chavismo participó sólo y fue usada
para legislar a su antojo como un poder paralelo a la Asamblea Nacional del
2015.
Pero
si efectivamente la farsa electoral se ha de realizar en los próximos 90 días y
si además es cierto que María Corina Machado y la falsa oposición seguirán hasta
el final en la vía electoral entonces lo más probable es que, contrario a lo
que la misma candidata ha dicho, esa oposición más temprano que tarde tendrá
que definir y anunciar un candidato sustituto. Esta es la única forma de seguir
hasta el final por la vía electoral tal como lo han prometido.
La
pregunta entonces es: ¿Qué se gana con volver a participar en unas elecciones
controladas por la tiranía? La respuesta escueta que nos ofrecen desde la falsa
oposición es que el objetivo político sería
poner en evidencia, una vez más, al Estado chavista ante el mundo como
un régimen autoritario y tiránico. ¿Y no es eso precisamente lo que todos
sabemos desde hace 25 años?.- @humbertotweets
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