En buena medida la razón para el escepticismo y la renuencia de muchos venezolanos para votar en las elecciones es que no se perciben diferencias nítidas entre el chavismo y la llamada oposición venezolana, en todas sus variedades. Quizás porque la praxis política de ambos ha borrado cualquier característica que permita diferenciarlos. Y si las dos opciones son percibidas como iguales y similares entonces en realidad no hay opción. Para ilustrar el argumento podemos valorar la propuesta política y la gestión administrativa del chavismo y de la falsa oposición.
Aunque
por razones prácticas el chavismo ha sido forzado a privatizar y dolarizar
sectores de la economía su orientación sigue siendo estatista, burocrática y
enmarcada en el modelo de un partido único que prácticamente controla todos los
poderes públicos. El modelo asistencialista y benefactor que usa el chavismo ha
destrozado la economía venezolana para crear una sociedad de mendigos que vive
de la dádiva y las asignaciones controladas por el gobierno. Estas “ayudas
sociales” son verdaderos mecanismos de control político.
Por
su parte la supuesta oposición al chavismo también es deudora de esa concepción
clientelar que concibe la política social como planes masivos para regalar
dinero, ayudas y beneficios recibiendo como contrapartida apoyo popular. En
ambos casos se ve a lo privado con recelo y desconfianza. De hecho varios
partidos de la actual plataforma opositora fueron otrora poderosos e
influyentes precursores del clientelismo político en Venezuela en la era del
Estado de partidos antes de Hugo Chávez.
Chavistas
y falsos opositores reducen su oferta política “hacer más” y “regalar más”
siempre buscando afanosos el favor de electores incautos que les puedan apoyar.
Ninguno habla de desarrollar industrias, grandes, fuertes y eficientes. Menos
el chavismo que destrozó todo el parque industrial venezolano incluyendo la
emblemática industria petrolera.
La
gestión pública del chavismo se ha caracterizado por su opacidad y su renuencia
a rendir cuentas. Al controlar todos los poderes públicos y sus instancias el
chavismo no siente la necesidad de rendir cuentas, ni siquiera por pudor. En
veinte años de gestión sin control se han acumulado los vicios y multiplicado
la corrupción. Pero al dársele la oportunidad a través del llamado gobierno
interino la falsa oposición no hizo menos que el chavismo.
El interinato
funcionó en un limbo jurídico donde tampoco se sentía obligado a rendirle
cuentas a ninguna instancia dentro o fuera de Venezuela. La falsa oposición a
través del gobierno interino malversó grandes cantidades de dinero provenientes
de los activos de Venezuela en el exterior. En menos tiempo la falsa oposición
hizo exactamente lo mismo que el chavismo ha hecho en 22 años.
No hay mayores diferencias entre el chavismo y la falsa oposición.
La única distinción es que uno está hoy en el poder y otro quiere llegar a él
para hacer exactamente lo mismo.- @humbertotweets
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