En enero de 2019 la falsa oposición le presentaba a los venezolanos la fórmula del llamado gobierno interino como la vía para sacar al chavismo del poder. La jugada orquestada desde la Asamblea Nacional del 2015 lucía prometedora ante la perspectiva de articular un eje de lucha contra el régimen chavista contando con apoyo popular y respaldo internacional. El entusiasmo frente a esa posibilidad conmovió hasta los más escépticos que volvían, una vez más, a poner sus ilusiones y esperanzas en manos de la falsa oposición.
En
lugar de convertirse en un referente de lucha contra el chavismo el llamado
gobierno interino se convirtió en una oficina para adjudicar contratos a
discreción y pagar los servicios de operadores políticos afiliados a los
partidos de la falsa oposición. La rutina burocrática y las rencillas entre los
socios del Interinato consumieron el tiempo de una entidad que nunca logró
configurarse como tal gobierno.
Siempre
se dijo que el Interinato tenía parte de su fortaleza en el supuesto
reconocimiento de la comunidad internacional. Esto en realidad no era otra cosa
que notas diplomáticas de simpatía por parte de países que al mismo tiempo
seguían entendiéndose con el gobierno realmente existente en Venezuela que es
el de Nicolás Maduro y no el de Juan Guaidó.
Aparte
de disponer en forma arbitraria y oscura de los activos de Venezuela en el
exterior el interinato no logró ejecutar un solo acto significativo de
gobierno. En otras palabras, el gobierno interino nunca logró controlar un
metro cuadrado de territorio ni siquiera designar a un policía.
Pero
el fracaso del Interinato como tal gobierno contrasta con el éxito en la
malversación de los recursos y activos de Venezuela en el exterior. Con la
excusa de proteger los activos el gobierno interino se centró en obscuras
tareas burocráticas olvidándose por completo del mantra ofrecido a los
venezolanos como una fórmula trinitaria salvadora: cese de la usurpación,
gobierno de transición y elecciones libres.
El
limbo jurídico en el que se encuentran los activos de Venezuela en el exterior
le facilitó al Interinato disponer a su antojo de los recursos sin rendir
cuentas a nadie, ni a su propia Asamblea Nacional del 2015. Pero más que una
rendición de cuentas formal del gobierno controlado por Voluntad Popular, lo
que en realidad esperaban los otros socios del G4 era una participación más
equitativa en la gestión de los activos.
Desavenencias
en el reparto de los recursos que Juan Guaidó de VP maneja a discreción es lo
que llevó a PJ, AD y UNT a tratar de buscar el desmantelamiento del llamado
gobierno interino. A esta crisis interna dentro del núcleo de la falsa
oposición hay que agregar el desgaste y el descrédito del Interinato entre los
venezolanos.
El gobierno
interino de Guaidó nunca operó como un gobierno de verdad y menos como un
factor decisivo en la política nacional. El papel del Interinato ha sido
insignificante e inútil para sacar al chavismo del poder. Su indiscutible
fracaso como opción de gobierno lo ha reducido a un patético Interinato de
papel irrelevante y sin la menor importancia para la mayoría de los
venezolanos.- @humbertotweets
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