El chavismo y la falsa oposición celebran a rabiar la firma de los acuerdos en México. La emoción es tal que prácticamente se borra la diferencia entre ambos bandos. En realidad lo que festejan es el inicio de la nueva etapa que se impone en Venezuela marcada por una cohabitación y un cogobierno de características más formales y definidas que antes. Esta, que es la razón verdadera de la negociación de marras, no es por supuesto lo que se le dice a la gente porque sería reconocer públicamente el oportunismo de dos grupos que han destrozado a Venezuela.
Para adornar
la galería se concibieron narrativas más piadosas y benignas. La primera fue
justificar las negociaciones entre chavismo y MUD como un intento de avanzar
hacia condiciones y garantías electorales para unas elecciones libres y
transparentes. Según esta conseja se sugería que el chavismo estaría dispuesto
a aceptar cambios en un sistema electoral corrupto, vaciado y diseñado para
producir resultados que siempre le favorecen. La posibilidad de que el chavismo
alguna vez acepte cambios en su sistema electoral equivaldría a aceptar que
tendría que resignarse a entregar el poder, cosa que ha sido vehemente y
sistemáticamente negada por sus principales voceros.
Pero la
falacia de las condiciones y garantías electorales fue útil tan solo por unos
meses hasta que el chavismo no solo se negó a discutir el tema sino que además
abandonó las negociaciones de México. Para el chavismo toda negociación quedaba
sujeta a que produjera la liberación de Alex Saab y su incorporación a la
delegación oficialista negociadora, además de sentarse a negociar directamente
con los EEUU, no solo con los representantes de la falsa oposición.
Así el
chavismo movía la vara de sus peticiones y expectativas a su punto más alto lo
cual hacía pensar en su inviabilidad. Y lo insospechado ocurrió. El gobierno norteamericana de Joe Biden no solo se sentó a negociar
directamente con el chavismo, haciendo a un lado a la falsa oposición, sino que
si bien es cierto no liberó a Alex Saab si excarceló a los narcosbrinos de Nicolás
Maduro que pagaban condena en los EE UU por tráfico de droga. Estas concesiones
pavimentaban la vía para el levantamiento definitivo de las sanciones al
chavismo, la autorización a la Chevron para operar libremente en Venezuela, y
el descongelamiento de los activos en el exterior. Todo un cuadro que apunta a
una nueva normalidad entre el régimen chavista y los Estados Unidos.
Destruido
miserablemente por la realidad el argumento de las condiciones electorales y
restablecidas la relación bilateral directa entre el chavismo y el gobierno
norteamericano la falsa oposición quedaba literalmente en el aire y sin razones
para seguir negociando de acuerdo a su propia prédica electoralista. Esta
bancarrota es lo que mueve a la MUD a pivotar del argumento electoral al
argumento “social” como nueva justificación para seguir negociando con el
chavismo.
En realidad,
una vez establecida la nueva dinámica de relaciones entre el chavismo y los
EEUU poco o nada queda a la falsa oposición por negociar. Lo único que queda es
justificar la entrega de recursos y tiempo al régimen chavista para
supuestamente favorecer a los venezolanos. Según esta nueva narrativa, que
sustituye al pretexto electoral, la liberación de los fondos congelados al
régimen chavista en el exterior, que en este primer tramo se estiman en
aproximadamente 3 mil millones de dólares, estaría plenamente justificada
porque serían recursos para beneficiar a los venezolanos. Pero ¿Cómo?
El manejo de
estos recursos estaría bajo el control de alguna instancia de la ONU. Pero
aparte de este enunciado ambivalente y genérico no hay ninguna indicación de un
sistema o mecánica para su implementación. ¿Enviará la ONU sus funcionarios a
Venezuela para ejecutar esos recursos? Esto no parece viable. Lo más probable
es que la ONU asigne estos recursos a través de organizaciones no
gubernamentales controladas por el chavismo y por la falsa oposición para
proyectos humanitarios fantasmas lo cual es la garantía de que esos recursos
serán saqueados sin piedad por los dos bandos políticos. La otra probabilidad
es que ultimadamente la ONU le entregue esos recursos directamente al régimen
chavista ante la imposibilidad de hacer una gestión con infraestructura propia.
Aparte de la
opacidad en el manejo de estos dineros está el problema de su finitud. Y es que
Venezuela es un país semidestruido donde 3 mil millones de dólares no
alcanzarán para nada significativo y se perderán como una gota en un mar de
tragedias. ¿Cuál podría ser la prioridad para el uso de esos limitados
recursos? ¿Hospitales? ¿Escuelas? ¿Infraestructura? ¿Red eléctrica? O quizás
esos recursos sean destinados a atender al único sector que le importa al
chavismo: Las Fuerzas Armadas. Con recursos limitados y en medio de un
insoluble quiebre económico no es aventurado suponer que el régimen chavista
atienda primero a sus fuerzas militares que son el único pilar que
materialmente sostiene a una estructura de otra manera absolutamente frágil y
endeble.
La preguntas
sin respuesta sobre el manejo de los recursos liberados al régimen chavista son
otra evidencia que lo que está en el fondo de la cuestión no es atender ninguna
emergencia humanitaria sino más bien avanzar rápidamente a un nuevo esquema de
cohabitación entre el chavismo y la falsa oposición, esta vez con la bendición
de los Estados Unidos.- @humbertotweets
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