Hugo Chávez inauguró en Venezuela la odiosa práctica de llamar apátridas a sus adversarios políticos y a todo aquel que no fuera chavista. Se trata de una práctica que ha continuado Nicolás Maduro y sigue a disposición de todo aquel que quiera linchar moralmente a quien no se declare públicamente chavista.
Habría
que apoyarse primero en una idea materialista de Patria como el territorio y
sus riquezas (capa basal de la sociedad política, según Gustavo Bueno) donde se
desarrollan eventos de carácter histórico que culminan con la apropiación y
constitución del Estado. Así diremos que la Patria es anterior al Estado y es
el ámbito material de quienes ocupan ese territorio y sus descendientes.
Siguiendo
la premisa anterior podemos decir que un apátrida
es una persona sin patria, sin la conexión material, política y económica con
ese territorio y su historia del cual formaba parte. Esto es independientemente
de los procesos o procedimientos que haya provocado ese nuevo estatus de no
tener patria o de ser apátrida.
Entonces,
si hay venezolanos apátridas, lo es
no por las razones que dice el chavismo sino más bien por las situaciones que
ellos han provocado. Cuando alguien del régimen chavista acusa a un venezolano
de apátrida en realidad lo que quiere
decir es “vende patria” o “traidor a la patria” en cuyo habría que definir los
parámetros de esas expresiones para ver si son procedentes o no.
Si nos
atenemos a una definición materialista de la idea de apátrida como una persona a quien se le ha privado de su vínculo
político y económico con un territorio y sus riquezas, que ha sido su tierra y
fue la de sus padres, entonces podemos identificar dos tipos de apátridas en
Venezuela.
Por una parte
están los venezolanos que al no ser chavistas son tratados como ciudadanos de
segunda o de tercera. Para estos venezolanos no hay seguridad, ni salarios
dignos, ni salud, ni educación. Estos compatriotas están condenados a
desplazarse internamente en forma infructuosa para sobrevivir, sin poder contar
con las ventajas o beneficios de pertenecer a un Estado nacional y quedando
reducidos a la condición de verdaderos apátridas
dentro de Venezuela.
Por otra parte
están los venezolanos que por las mismas razones que afectan a los anteriores
se han visto obligados a emigrar y abandonar físicamente el territorio de
Venezuela, en contra de su voluntad. Este grupo está conformado por casi 8
millones de venezolanos que deambulan por el mundo tratando de asimilarse a un
Estado que les garantice lo que el Estado chavista les negó. Por su visibilidad
y notoriedad este grupo es identificado como venezolanos apátridas en sentido estricto.
Era
imposible anticipar que el grito insultante de ¡Apátridas! proferido por Hugo Chávez a quienes no le acompañaban
se convertiría, a lo largo de dos décadas, en política de Estado, del Estado
chavista claro está.
El empeño del
chavismo en negarle a los venezolanos todo, inclusive su patria, no se detiene.
La Asamblea Nacional oficialista se dispone a aprobar una ley en virtud de la
cual tratará de obligar a los venezolanos que trabajan en el exterior, de los
casi 8 millones que han emigrado, a pagar un tributo extra al Estado chavista
no importa que sus ingresos ya hayan pagado impuestos en su país de residencia.
El objetivo de
esta ley, como otras medidas similares del régimen, no parece ser tanto
recaudar dinero extra como presionar a los venezolanos que no puedan o no
quieran pagar esa doble tributación a renunciar a su nacionalidad antes que
financiar al chavismo con su trabajo.
Apátrida, más que un insulto, es la
condición de millones de venezolanos, dentro y fuera de Venezuela, que han sido
despojados por el Estado chavista de la
conexión material y política con su patria.- @humbertotweets
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