Hace ya muchos años leímos del poeta griego Esopo la fábula de "La gallina de los huevos de oro”. La breve historia refería a un campesino muy pobre a quien le fue regalada una gallina que ponía huevos de oro. Este inesperado evento cambió la suerte del campesino quien emocionado veía como cada día la gallina ponía un huevo de oro el cual el afortunado hombre llevaba a la ciudad para venderlo por un alto precio.
Según Esopo al
campesino, intrigado por la producción diaria de un huevo de oro, se le ocurrió
la idea de matar a la gallina para descubrir la mina que habría allí escondida
poniendo así fin a su tan inesperada como sorpresiva buena suerte.
La fábula de
La gallina de los huevos de oro de Esopo aplica, casi literalmente, a lo que
Hugo Chávez y el chavismo hicieron con PDVSA, otrora empresa bandera de la
república de Venezuela.
Expertos en
materia petrolera (Rafael Quiroz entre otros) coinciden que luego de su
fundación en 1976 los primeros 10 años de PDVSA fueron los mejores por su
eficiencia y producción que rondaba los 3.5 millones de barriles de petróleo
diarios. También fueron los años cuando la naciente empresa tuvo que resistir
las presiones y los ataques de un Estado de partidos que nunca disimuló ni
descanso en su empeño por ponerle la mano.
De hecho los
progresos de la empresa petrolera que eran reconocidos en el mundo al mismo
tiempo eran minimizados políticos y operadores mediáticos que apostaban por una
PDVSA “al servicio del pueblo” y no de la casta aristocrática y profesional
enquistada en su gerencia. Aunque esa “casta” arisca y renuente a seguir líneas
de partidos haya sido la culpable de mantener los altos niveles de producción,
diversificar sus productos y entregarle jugosas divisas al fisco nacional.
Con la llegada
de Chávez al poder en 1999 comenzó el resquebrajamiento del Estado nacional
venezolano para convertirse en otra cosa. El populismo y la demagogia chavista
fueron la vía expedita para finalmente cumplir el sueño de finalmente “poner a
PDVSA al servicio del pueblo”. El sueño de los operadores políticos de sacar a
discreción recursos de PDVSA se transformaría con el tiempo en una pesadilla
para la empresa estatal y para todos los venezolanos.
En 2002 la
mayoría de los trabajadores, empleados y gerentes de PDVSA se sumaron a la
huelga nacional contra el gobierno de Hugo Chávez lo cual fue aprovechado por
este para despedir a más de 18 mil empleados. Este personal especializado sería
sustituido en forma improvisada por militantes chavistas sin credenciales ni
experiencia en la industria petrolera.
Luego con la
designación de Rafael Ramírez como presidente de PDVSA y Zar del petróleo en
Venezuela se reduciría el papel de la empresa estratégica más importante de
Venezuela al fomento de areperas sin arepas, la distribución de cajitas de
comida en mal estado (CLAP), y pagador de nóminas engrosadas por las clientelas
del PSUV.
Ya entonces la
PDVSA controlada por el chavismo no podría entregar sus ganancias al tesoro
nacional, porque estos recursos comezarían a ser manejados en forma arbitraria
y discrecional como la caja chica personal de Hugo Chávez y las mafias que le
acompañaban.
Tampoco habría
recursos para reinvertir en el mantenimiento de instalaciones e infraestructura
y menos aún para la compra o el desarrollo de nuevas tecnologías.
El resultado
ha sido el desmantelamiento total de PDVSA. Consultoras especializadas reportan
frecuentes desplomes de las plataformas petroleras, accidentes por mal
funcionamiento de equipos obsoletos y más de 18 derrames de petróleo cada día.
Resulta irónico que para controlar el impacto de estos derrames el régimen se
haya visto forzado a quemar gas y petróleo cuya cantidad es desconocida pero
que se estima en cientos de millones de
dólares al día.
La PDVSA de
hoy es insalvable, porque no hay nada que salvar aunque algunos politiqueros
por intereses propios propongan privatizarla (María Corina Machado) sin explicar
bajo qué condiciones una empresa privada podría considerar comprar una ruina
donde quizás lo único que tenga algún valor comercial sean sus siglas. Este
tipo de iniciativas suelen ser aprovechadas por los empresarios de maletín,
porque ningún empresario, serio, solvente y profesional se atrevería.
Otros se
rasgan sus vestiduras y parten sus lanzas para justificar la salvación de una
empresa que es inviable e irrecuperable (Henrique Capriles), abrigando la
esperanza de ponerle la mano a cualquier cosa que el chavismo deje de PDVSA
para hacer exactamente lo mismo.
Lo que es
evidente es que el Chavismo, tal como el avaro de la fábula de Esopo, mató a la
gallina de los huevos de oro. De la otrora gran empresa nacional hoy lo que
queda es una oficina que maneja papeles y administra contratos para, a muy
duras penas, producir unos 600 mil barriles de petróleo diario (según Forbes)
de los cuales 100 mil son comprados directamente por los Estados Unidos, vía Chevron,
y los otros 500 mil son colocados en el mercado negro en forma irregular a través
de operaciones encubiertas como las articuladas por Tareck El Aissami y por las
cuales el gobierno ha perdido más de 100 mil millones de dólares.
Luego de matar
a la gallina de los huevos de oro el destino del chavismo no es otro que el de
entenderse con los Estados Unidos que a la final ha resultado un oportuno y
buen comprador de petróleo.- @humbertotweets
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