Quienes criticamos por igual tanto al régimen chavista como a su falsa oposición casi siempre recibimos como respuesta una pregunta ¿Y ustedes qué proponen? La pregunta no nace de la genuina curiosidad de comprender una posición política u otra. Partiendo de la indiscutible complejidad de un tema que no se puede resolver en tuit la pregunta más bien intenta legitimar las mismas opciones de siempre, todas fracasadas, porque según un preclaro pensador de la socialdemocracia venezolana “eso es lo que hay”.
Esta tesis se
muestra en todo su esplendor al justificar las negociaciones (con el régimen
chavista) y las elecciones (aunque sean fraudulentas) como las únicas formas
posibles para salir del chavismo. Pero cada vez que se realiza una elección en
Venezuela, pasada la euforia del carnaval de promesas, esperanzas e ilusiones
solo queda la inevitable y cruda realidad que se nos presenta en forma
deprimente y nauseabunda: Nada ha cambiado. Todo sigue y seguirá igual hasta
las próximas elecciones y negociaciones cuando se volverán a reciclar las
mismas promesas, esperanzas e ilusiones.
Esa ha sido la
experiencia que hemos vivido en Venezuela durante las dos últimas décadas bajo
el yugo del chavismo y de su falsa oposición. Es lo más parecido a un tornillo
que gira en una tuerca mellada. Hay movimiento, claro, pero es la pura
apariencia porque no importa cuántas veces ese tornillo de vueltas no hay forma
de que algún día pueda ajustar.
Y esto es así
no porque el chavismo controla el marco legal e institucional en Venezuela,
sino porque el chavismo construyó uno a su medida. No hay forma de disputarle
al chavismo el poder político por vías que este define y controla jurídicamente
estableciendo a discreción lo que es legal y lo que no.
Solo
reventando ese régimen político, así como el chavismo hizo con el anterior,
sería posible un cambio sustancial. Hay que recordar que ciertamente el
chavismo quizás ganó su primera y única elección en 1998, pero luego la
rendición de la siempre negociadora elite del antiguo Estado de partidos le
facilitó al chavismo desmantelar los poderes públicos para sustituirlos por
unos a su medida.
Siguiendo este
razonamiento e invocando el más absoluto realismo político en el pasado hemos
planteado y explicado la tesis de la ruptura y la salida militar para demoler
al régimen chavista. Sin embargo, a pesar de la racionalidad teórica que esta
tesis pueda tener hoy las realidades de la geopolítica y de las propias fuerzas
militares chavistas la reducen más a un deseo que a un plan político concreto.
La ausencia de
una vanguardia política y militar que verdaderamente sea oposición al chavismo
ha dejado a millones de venezolanos por su propia cuenta y riesgo. Los que
pueden emigran masivamente en oleadas que no paran, los que no pues se quedan
resistiendo desafiando todas las dificultades con una sola idea en la cabeza:
Sobrevivir y, aunque parezca redundante, no perecer en el intento.
El
rechazo al régimen chavista es rotundo, indiscutible y evidente. Ahora los más
beligerantes y altaneros parecen ser las propias bases chavistas furiosas,
desengañadas y desilusionadas que sufren los mismos padecimientos que el resto
de los venezolanos. Pero no hay mecanismos institucionales para que ese
descontento se exprese políticamente y conduzca a un cambio, porque el chavismo
los controla todos incluyendo a las fuerzas militares que actúan como el brazo
armado del régimen.
Entonces,
¿Cómo se puede articular una lucha sostenida contra el régimen chavista que
como primera medida busque acumular fuerzas sin caer en las tentaciones de
elecciones, negociaciones o aventuras militares improvisadas?
Una
opción que conviene explorar sería concentrar energías en la recuperación del
movimiento sindical y gremial en Venezuela, hoy completamente destruido y
desacreditado en manos de los partidos del chavismo y la falsa oposición.
Habría que plantearse la construcción de un nuevo sindicalismo con una agenda
estrictamente social y reivindicativa al margen del régimen y de los partidos
políticos. Esto permitiría construir un eje de lucha sobre temas concretos
tales como aumentos de salarios, dolarización, contratación colectiva y muchos
otros sin que esto signifique disputarle el poder político al régimen chavista
hoy acorralado por su incapacidad para manejar la economía pero en una
situación relativamente cómoda al no tener una oposición verdadera.
En las
protestas de trabajadores y jubilados en los últimos meses han coincidido
chavistas y no chavistas para reclamar al régimen por salarios dignos y no
pequeñas propinas de 5 dólares que no alcanzan para nada. Pero también
coinciden en exigir nuevos sindicatos y líderes sindicales que no estén
controlados por el gobierno y los partidos.
Hemos perdido
2 décadas con estrategias fracasadas para salir del chavismo. Bien podríamos
invertir las próximas 2 que vienen en un esfuerzo más racional y sistemático
para construir una oposición verdadera que a través de sindicatos y gremios,
independientes de los partidos, pueda crecer, confrontar con el régimen
chavista y obligarlo a hacer concesiones social reivindicativas, sin
necesariamente tener que disputarle el poder político, al menos hasta que las
condiciones reales objetivas así lo permitan.- @humbertotweets
No hay comentarios.:
Publicar un comentario