Conocedores del apoyo militar ruso al régimen chavista y de la política blandengue de los Estados Unidos (hoy establecida por el partido Demócrata) frente al chavismo desde un principio hemos propuesto una posición pragmática frente al conflicto entre Rusia y Ucrania que anteponga los intereses de Venezuela por encima de otros. En otras palabras, aun entendiendo que hay especificidades propias en la confrontación de Rusia con Ucrania nuestra posición tiene que ser definida desde la perspectiva de los venezolanos que buscamos derrocar al régimen chavista y no desde otra. Condenar o apoyar la acción militar de Rusia en forma apurada y gratuita con base a otros intereses es hacer política desde el ángulo de la ingenuidad y trabajar ciegamente al servicio de no se sabe quién.
Poco
o nada podemos los venezolanos influir en el curso y el desarrollo de ese
conflicto que no sea una declaración simbólica de condena o apoyo. Sin embargo,
esa confrontación está produciendo consecuencias que involucran a los
venezolanos en forma directa por lo que el asumir una posición al respecto
importa más por su impacto en Venezuela que en la misma Ucrania.
En una
política apresurada y de dividendos dudosos los Estados Unidos y la OTAN han
resuelto que Rusia es una amenaza para Occidente la cual habría que destruir
mediante un bloqueo económico a escala mundial y escaramuzas militares usando a
Ucrania y otros países como proxys. En este artículo no vamos a discutir las
razones que podría tener Rusia o Ucrania para defender sus respectivas
posiciones. Queremos centrarnos en las implicaciones de un conflicto que nos
afecta a los venezolanos.
Como
consecuencia de su política de embargo económico mundial contra Rusia, los
Estados Unidos parece estar dispuesto a pagar el precio de entenderse con
enemigos históricos tales como Irán y el régimen chavista de Nicolás Maduro en
Venezuela. Las sanciones contra Rusia ponen a los Estados Unidos en una
posición de dejar de comprar el petróleo ruso y buscar otros proveedores más
cercanos y confiables para tratar de abastecer un mercado local donde el galón
de gasolina ya llega a la cifra insólita de $7.00.
Ejercitando
un oportunismo característico desde los tiempos de Hugo Chávez el estado
chavista siempre ha mantenido la oferta de venderle petróleo a los Estados
Unidos a pesar de su retórica antinorteamericana. En la era de Maduro los
contactos de alto nivel con los EEUU se han mantenido además de la disposición
de suministrarle petróleo al tiempo que los chavistas forjaban una alianza
militar con Rusia que los llevó incluso a permitir la instalación de bases
militares rusas en Venezuela ante la mirada indiferente de los norteamericanos.
Con
la excusa de que comprarle petróleo a Rusia sería financiar la maquinaria de
guerra de Vladimir Putin los Estados Unidos (bajo la dirección de los
demócratas) ha resuelto que comprarle petróleo al régimen chavista y financiar
su aparato represivo es una buena política. Quizás lo sea para los EEUU en el
corto plazo, aunque eso también es discutible. Sin duda no es una buena noticia
para los venezolanos quienes ahora al igual que los Ucranianos volvemos a ser
víctimas de los intereses que se juegan en las dialécticas de imperios.
Como
consecuencia directa del apoyo de los Estados Unidos a Ucrania los EEUU
buscarán mejorar sus relaciones con el régimen chavista de Nicolás Maduro para
asegurarse petróleo seguro y barato. De la noche a la mañana el régimen
chavista se ve en la posición privilegiada de negociar y acordarse directamente
con los Estados Unidos como siempre lo pidieron y dejar a un lado las incómodas
negociaciones con su falsa oposición en México. La posición que llevará el
chavismo a la mesa con los EEUU es muy clara: Darlo todo y más si es necesario
a cambio de reconocimiento a su estado chavista. Muy posiblemente esto significará
el reciclaje de las bases militares rusas en Venezuela como galpones para criar
gallinas e instalar conucos socialistas. Tampoco debería sorprender una eventual
liberación del “diplomático” Alex Saab con las disculpas respectivas por los
malos ratos. Las consignas anti norteamericanas serán el fondo musical de un
acuerdo que seguramente será presentado a las clientelas chavistas como otro
triunfo de la revolución.
Los
operadores de la falsa opción que salieron envalentonados a condenar a Rusia
hace unas semanas no podían percatarse entonces que el desarrollo de ese
conflicto conduciría a un fortalecimiento de la posición del chavismo ahora
protegido por el odiado imperialismo norteamericano. En esta nueva etapa que se
inaugura en las relaciones entre EEUU y el régimen chavista a la falsa
oposición no le quedará otra opción que aceptar todas las condiciones del
chavismo incluyendo el desmantelamiento del gobierno interino de Guaidó.
Para
el resto de los venezolanos el reconocimiento del estado chavista por parte del
gobierno de los Estados Unidos es una consecuencia desgraciada del conflicto
entre Rusia y Ucrania. Es un precio demasiado alto que para nosotros podría
significar la diferencia entre recuperar a Venezuela o perderla para
siempre.- @humbertotweets
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