Lo primero que comprendimos cuando estalló la crisis militar entre Rusia y Ucrania es que no podíamos los venezolanos saltar a condenar a Rusia o apoyar a Ucrania sin antes lograr un entendimiento cabal de los coletazos de esa crisis en Venezuela. En la confrontación de intereses geopolíticos los nuestros (los de los venezolanos que luchamos contra el chavismo) parecieran estar en contradicción con los de Ucrania como país sin que esto signifique condonar agresiones contra la población civil aún en situación de guerra.
Pero es que la
presión de las corporaciones mediáticas y los dueños de las redes sociales va
en dirección de condenar a Rusia y a todo aquel que se atreva a dudar de la
opinión hoy hegemónica. Más allá de las opiniones personales que cualquiera
pueda tener lo que nos interesa hoy es examinar la situación desde un punto de
vista geopolítico en su impacto sobre la situación en Venezuela haciendo a un
lado consideraciones de tipo psicológico e incluso propagandístico.
No
es cierto que la intervención militar que pide Ucrania a los Estados Unidos y
la OTAN tenga similitudes con la intervención militar internacional que en
algún momento pedimos para Venezuela. Ucrania está en el centro de un conflicto
que ha sido creado artificialmente para ponerle un freno a la expansión
imperial de Rusia. Es legítimo que Rusia en el ejercicio de sus capacidades
imperiales quiera retomar el control de Ucrania que, antes de la maniobra de
los comunistas soviéticos, era parte integral de Rusia y no algo distinto.
También
es legítimo que los vecinos de Rusia administren sus temores y vean en esa
acción una amenaza para sus propios países. Tan legítimo como el derecho que
podría asistir a cualquier ucraniano de enfrentar por la fuerza las
pretensiones rusas. Lo que cambia toda la dinámica es la torpe decisión de los
Estados Unidos nuevamente convertido en policía del mundo, bajo la dirección de
los demócratas, de sumarse al coro de otros países que ven en esta coyuntura la
justificación para enfrentar a una Rusia que acusan de autoritaria,
imperialista y enemiga de la civilización occidental.
La
Rusia autoritaria y capitalista de hoy nada tiene que ver con el régimen comunista
soviético de ayer, aunque algunos insisten en darle vida a ese espectro. De
hecho la Rusia de hoy podría tener más intereses geopolíticos y culturales con
Occidente que la propia China tan favorecida por la administración demócrata en
los EEUU. Sin embargo, la narrativa dominante en los medios norteamericanos es
a condenar el expansionismo ruso de su plataforma continental muy parecido, por
cierto, a lo que hizo en su momento los Estados Unidos tomando control de
extensas áreas de México y comprando a precio de ganga la zona de Alaska
precisamente de los rusos.
Casi
que por impulso reflejo deberíamos salir a condenar la acción de Rusia contra
Ucrania por el hecho de que Rusia ha sido clave e instrumental en el
sostenimiento militar del régimen chavista. Por lo que la instalación de las
bases militares rusas en Venezuela significan y por la disposición que tiene el
régimen chavista de cederle el territorio a cualquier país dispuesto a
confrontar militarmente con los EEUU es por lo que las razones para pedir una
intervención militar internacional no eran sólo domésticas sino geopolíticas.
La disposición del régimen chavista de poner el territorio venezolano a la
orden para instalar armas de largo alcance es una amenaza real para la
seguridad continental de los Estados Unidos más incluso que el control de
Ucrania por parte de Rusia. Aunque el gobierno ucraniano insista en hacer de su
guerra la tercera guerra mundial involucrando a más países en contra de Rusia.
Para
los venezolanos que estamos en una guerra a muerte contra el régimen chavista
condenar a Rusia y apoyar al gobierno de Ucrania nos pone automáticamente del
lado del grupo de países -¿intereses?- liderados por los Estados Unidos e
Inglaterra que ahora proponen financiar al chavismo levantándole las sanciones internacionales
y comprándole petróleo. Según los EEUU
Rusia es enemiga de Occidente y comprarle petróleo sería financiar su
maquinaria de guerra. Los operadores del partido demócrata resolvieron que
entonces era preferible financiar la maquinaria represiva del chavismo que
ahora se encuentra en una posición privilegiada de la mano de su más
insospechado aliado, el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica.
No
vamos a ahorrar palabras de apoyo y solidaridad con el pueblo ucraniano que hoy
es víctima de poderosos intereses financieros y militares que los han usado
para provocar un conflicto con Rusia. Si hay que buscar culpables al
sufrimiento de los ucranianos no solo se puede acusar a Rusia sino a los
Estados Unidos y los demás países de la OTAN que usan a Ucrania como proxy en
su guerra imprudente contra Rusia. Con el mayor pragmatismo estos países
alientan la posición de Ucrania y le suministran poderosas armas al tiempo que
se excusan de no acordar una zona de exclusión aérea con el pretexto que eso
sería interpretado como un acto de guerra directo contra Rusia como si el
suministro de armas y el embargo internacional ya no lo fueran.
Tampoco los
venezolanos podemos aceptar que se nos acorrale a escoger entre apoyar a los
oligarcas de la Rusia de Putin y los de la Ucrania de Zelensky. Nuestra
posición debe ser prudente, no neutral. Y en el ejercicio de esa prudencia para
defender nuestros propios intereses y no otros estamos obligados a condenar a
los verdaderos responsables del conflicto entre Rusia y Ucrania y a
denunciar a todo aliado del régimen
chavista que le apoye en forma militar o económica, llamase Rusia o Estados
Unidos.- @humbertotweets
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