Las sanciones de los EEUU contra el
Vicepresidente de Venezuela Tareck El Aissami por presuntas vinculaciones con
el narcotráfico internacional cubren la descarnada lucha a muerte que vive el
chavismo oficialista. La guerra que protagonizan las diferentes facciones del
chavismo para determinar quién sucederá a Maduro ha quedado semioculta tras el
escándalo que implica a El Aissami con redes de narcotráfico y terrorismo.
La lucha sin cuartel entre Vladimir
Padrino López y su posible sustituto en MinDefensa Néstor Reverol no es menos
cruenta que la que libra el propio El Aissami contra Diosdado Cabello. Estos
enfrentamientos están decidiendo, literalmente, la vida o la muerte de los
principales operadores del régimen. Quien se va y quien se queda. Es un drama
donde participan militares, policías y jueces como soldados de un ejército privado
al servicio de una mafia.
Estos enfrentamientos son reflejados
en forma muy particular por los medios como si fueran episodios desconectados
de la trama principal. Son los funcionarios del régimen que de la noche a la
mañana caen en desgracia luego de disfrutar las mieles del poder. Unos son
expulsados del gobierno y desterrados de cualquier posición pública, otros son
perseguidos y detenidos sin fórmula de juicio por el SEBIN.
Los pases de factura y linchamientos
políticos van y vienen. En su ejecución se mezclan con las persecuciones contra
opositores al régimen dando la idea de que alguien o algo mueve magustralmente las
cuerdas para lograr un ajuste selectivo de cuentas.
A pesar de esta carnicería política
los voceros de las facciones -¿pandillas?- son expeditos a la hora de invocar
una sospechosa solidaridad entre ellos. El episodio de Tareck El Aissami
demostró que a pesar de la profunda división por el poder que sufre el chavismo
oficialista todos están dispuestos a cerrar filas en torno al elemento cuestionado.
Diosdado Cabello y el general
Padrino López, cuyas fichas son perseguidas y hostigadas por El Assami, no
dudaron en salir en defensa pública y altisonante de su propio enemigo.
Operadores civiles y militares del régimen, incluso aquellos que han
cuestionado severamente la moral y honorabilidad de El Aissami, no demoraron en
expresar públicamente su solidaridad.
Se trata de la misma reacción que
hubo cuando Reverol fue incluido en la lista de sancionados por los EEUU por
presuntamente colaborar con el narcotráfico desde su posición oficial. Varios
militares que expresaron dudas y objeciones a la conducta de Reverol se
sintieron obligados a suscribir expresiones de apoyo para evitar ser víctimas
de una cacería de brujas.
Des esta manera todas las facciones
del chavismo oficialista tratan de disimular su guerra a muerte y unen su
destino a de uno de sus elementos más vulnerables y más cuestionados. Uno que,
por desgracia, los puede arrastrar y hundir a todos. Así seguirán, a pesar de
sus enfrentamientos viscerales. Todos juntos. Hasta que la muerte los
separe.
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