Es evidente que el gobierno tiene
una estrategia para mantenerse en el poder por lo menos otros 20 años. Aunque
parezca osado, entregar el poder no es algo que está en los planes del chavismo
oficialista. Por esto, cada acción, cada paso, que da el gobierno apunta en la
misma dirección. Ganar tiempo mientras desmonta y desacredita a la oposición.
Hasta ahora les ha funcionado. Sin embargo hay una bomba de tiempo que podría
explotar en cualquier momento. Y el gobierno lo sabe.
A lo que más le teme el régimen no
es a la oposición política que es muy educada y bien portada para enfrentarse a
una banda de malandros. Tampoco le teme al “pueblo”, esa masa amorfa que
acompañó a Chávez en los primeros años y que ahora le ha retirado su apoyo. A
lo que más le teme el régimen es a su propia gente, a sus malandros
descontentos y alzados en armas. La oposición de la MUD ofrece garantías que el
chavismo descontento no parece interesado en respetar.
Y entre esos segmentos del chavismo
descontento se encuentran amplios sectores de las fuerzas armadas. Muchos de
ellos aún se autoproclaman chavistas, socialistas y antimaduristas. La tisana
ideológica que conforma al régimen también ha permeado a las FANB. Alli tambien
se consiguen esas mezclas de pensamiento militarista y populismo alentados por
un izquierdismo aún en etapa infantil.
La mayor demostración de la profunda
crisis de ideológica y de identidad que atraviesa las FANB es que el régimen
aún no se decide a sacar a Padrino López como comandante, a pesar de tener su
periodo de servicio vencido. Una eventual salida de Padrino López como Ministro
de la Defensa bien sea por voluntad propia o por presiones de otras facciones
del chavismo oficialista precipitaría un estallido en las FANB que podría
derribar al régimen.
Padrino López se debate entre su
lealtad incondicional al régimen y su angustia por el desmoronamiento de las
FANB en sus manos. El régimen que él ha jurado defender con su vida es el mismo
que ha desmantelado a las FANB y todos sus símbolos. Pero es el, justamente
Padrino López, quien como Baduel en su tiempo está garantizando la unidad de
una Fuerza Armada que de otra forma se desintegraría en bandas y facciones como
ocurre en el PSUV.
Pero la permanencia de Padrino López
al frente del CEOFANB es solo una aspirina a una gangrena que avanza sin piedad
a todas las extremidades del cuerpo militar. Su rol parece reducido a prolongar
la agonía ante el inevitable desenlace fatal de la fuerza militar.
La sala situacional del alto
gobierno que monitorea 24 horas al dia operadores civiles y militares del
régimen tiene previsiones para casi todos los escenarios imaginables de un
posible desenlace. Todos menos los que pasan por el componente militar.
Descifrar quienes son los militares que están drenando su descontento conspirando
contra el régimen se ha convertido en una críptica obsesión para el régimen
sobre todo cuando todos se proclaman en forma indubitable y altisonante como
“chavistas y socialistas”
Las cosas se verán con mayor
claridad cuando salga padrino López del Ministerio de la Defensa y del CEOFANB.
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