Es cierto que en la comunidad internacional se ve con simpatía la causa democrática venezolana.
Pero esa simpatía no termina de traducirse en una solidaridad activa que conduzca a una presión para provocar cambios en Venezuela.
El gobierno venezolano se ha jugado todas sus posibilidades para cambiar la correlación de fuerzas desfavorables en la comunidad internacional y revertirla a una situación prácticamente bajo su control.
La participación de Venezuela en los asuntos de política interna de Colombia y Cuba han convertido a la dictadura bolivariana en un factor clave para la geopolítica del caribe.
Algo que poderosos actores como Estados Unidos y el Vaticano no pueden obviar a la hora de mirar el diálogo que se desarrolla en Venezuela.
Frente a la crisis humanitaria que se sufre en Venezuela está en contraposición el interés más importante para los Estados Unidos y el Vaticano en amarrar un acuerdo de paz a juro, como sea, rápido, en Colombia.
La ayuda de Venezuela ha sido esencial para este proceso de pacificación.
No por las declaraciones de solidaridad ni las gestiones de buenos oficios.
Venezuela ha cedido parte de su territorio para convertirlo en “zona de aliviadero” de la guerrilla colombiana y “zona franca” para el tráfico de droga.
La guerrilla colombiana ha dejado de operar del lado colombiano honrando así los acuerdos de paz pero manteniendo intacta la fuerza de sus operaciones de narcotráfico y extorsión ahora desde territorio venezolano.
Un cambio de gobierno en Venezuela seguramente reivindicaría una política de defensa del territorio y acabaría con este pacto implícito que beneficia a la guerrilla.
En el caso de Cuba analistas norteamericanos aseguran que la inserción de la isla en el sistema de relaciones capitalistas del hemisferio necesitará de dinero, mucho dinero.
Por supuesto, Venezuela hasta ahora ha mantenido una subvención petrolera que estaría financiando ese proceso de transición económica en Cuba.
Un nuevo gobierno en Venezuela posiblemente acabaría con esta beca que tiene Cuba y daría al traste con los cálculos de los EEUU a la hora de responder de dónde saldrán los dólares para financiar la transición económica en la Isla.
La situación con Cuba tendrá cambios que no se pueden pronosticar porque dependerán de las relaciones entre la nueva administración Trump y el gobierno ruso de Putin.
Las relaciones USA-Rusia y su desarrollo determinarán si últimamente Rusia sigue apoyando a Venezuela y si los Estados Unidos decide cambiar su política con Cuba y Venezuela.
Por esto se entiende que cualquier solución a la crisis política en Venezuela no vendrá en avión.
Cualquier solución a la crisis política dependerá de la capacidad propia que tengan las fuerzas democráticas en desafiar al régimen y su estrategia geopolítica del horror.
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