Parece que llegó la hora de poner los pies en la tierra.
No se trata de propagar más desesperanza de la que ya hay en la calle.
Se trata de ser realistas.
Se nos fue el año 2016 en intentos fallidos de deponer al régimen.
Esto no se ha logrado y parece que no se logrará en lo inmediato.
Al menos no por la vía normal, democrática.
La mayoría del país, el 80% de los venezolanos, y esto incluye a chavistas, quieren un cambio de presidente y un cambio de gobierno.
Entonces los del lado de acá somos la mayoría.
Pero el asalto a los poderes públicos no permite que esa mayoría se exprese y pueda accionar los mecanismos democráticos para el cambio.
Tenemos la calle, pero la presión popular no parece ser suficiente para concretarse en acciones que derroquen la dictadura.
Sin embargo, la combinación de presión de calle más crisis social y económica es una mezcla que obligó al gobierno a tirarle un señuelo a la MUD para ganar tiempo.
La apuesta del régimen es que con un poco de tiempo de su lado tendría más dólares para enfrentar y tratar de ganar unas elecciones.
Deseos no preñan, dice.
Mientras eso se resuelve la estrategia del régimen es diferir cualquier conteo electoral que pueda perder (esto no incluye la cayapa electoral que montarán en amazonas).
Como este diferimiento hiede a golpe de estado el régimen promovió un falso diálogo para lograr cierta aquiescencia de la comunidad internacional y el Vaticano a su siniestra intención.
Ahí se nos ha ido el tiempo y muy posiblemente ahí se irá buena parte del 2017 hasta que finalmente se diga que materialmente no es posible hacer ninguna elección.
Ni siquiera las de gobernadores que fue metida en el mismo saco del diferimiento.
Mientras la MUD revisa su estrategia para ver qué salió mal y por qué, el gobierno sigue cruzando los dedos casi seguro que muy pronto cruzará la barrera del 10 de enero y seguramente todos los otros lapsos para continuar en el poder.
Pero, hay un pero.
La crisis y el deterioro social y económico no se detiene.
Por el contrario se agudiza cada hora sin que se vea con claridad que podría hacer el gobierno para evitarlo.
Ante la terquedad del régimen en negar cualquier salida democrática y la debilidad de la oposición política Venezuela queda suspendida en un vacío donde cualquier cosa puede pasar.
Por esto en otros análisis hemos asomado el escenario de la implosión o el derrumbe desde adentro.
Esto podría ocurrir en un escenario de caos total donde ni gobierno ni MUD estarían en condiciones de capitalizar y canalizar esa energía desatada en la calle.
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