El régimen chavista celebró la toma del Centro Penitenciario de Tocorón como una victoria cuando en realidad es la derrota de una política permisiva con el crimen que comenzó desde tiempos de Hugo Chávez. Desde el principio el chavismo jamás ha ocultado su simpatía con organizaciones y actividades criminales como una forma de controlar a la población civil por la vía del miedo.
En
varias oportunidades hemos argumentado que el régimen chavista, a diferencia de
otros, ha convertido lo ilícito, lo ilegal, lo criminal en parte de su acción
política. Esta política adquirió formas concretas cuando el chavismo promovió
abiertamente zonas de paz que en la práctica se convirtieron en territorios
cedidos al hampa.
Como
una extensión de esa política de zonas de paz para la delincuencia organizada
el chavismo pactó la paz con poderosas megabandas en la mayoría de los Centros
Penitenciarios del país. La justificación de esta política era supuestamente
tener a los pranes como aliados para controlar y establecer el orden en las
cárceles de Venezuela. Esos fueron los días cuando la Ministra Iris Varela
salía fotografiada con los más conspicuos mafiosos tras las rejas.
El
resultado de esta política es que las organizaciones criminales, con la misma
lógica de Pablo Escobar en Colombia, establecieron sus centros de operaciones
en las principales cárceles del país que ahora resultaban los sitios más
seguros contando con la protección de las propias fuerzas policiales y
militares del régimen.
Lo
que deberían ser sitios de reclusión para pagar condenas por crímenes cometidos
contra la sociedad fueron convertidos en verdaderos resorts, en clubes con
servicios VIP que incluían lujosos restaurantes, discotecas, piscinas,
zoológicos, servicios bancarios y cajeros automáticos. En Tocorón se
encontraron todas estas comodidades y otras perlas más que deberían preocupar a
las FANB tales como equipos de guerra, armas, municiones, y artefactos de uso
exclusivo de los militares.
Cuando
el régimen mostraba como un trofeo todo lo que había incautado en Tocorón la
gente sólo podía preguntarse ¿Cómo hicieron para meter todo eso pasando por las
narices de directivos del Centro Penitenciario y sus funcionarios? La magnitud
de lo incautado nos lleva a concluir que este proceso que pudo haberle tomado
años a las organizaciones criminales estuvo siempre amparado y protegido desde
los más altos niveles del régimen chavista.
La
fuga de los verdaderos dueños de Tocorón pone en evidencia que efectivamente se
trató de una operación negociada entre el gobierno de Nicolás Maduro y los
cabecillas del Tren de Aragua. Cuando se le preguntó al General Domingo Hernández
Lares como podía explicar la situación con el más absoluto desparpajo admitió
que uno de los cabecillas alias “el niño Guerrero” a pesar de tener una condena
de 17 años de cárcel nunca había estado preso en ese lugar y andaba por la
libre.
La
precaria situación institucional que hoy tiene Venezuela es el resultado de la
sustitución del Estado nacional venezolano por el Estado chavista. Este no es
un Estado cuyo interés es velar por la integridad de la nación Venezolana. Por
el contrario, el fin último de este régimen es mantenerse en el poder a costa
de lo que sea para enriquecer a sus jefes y operadores.
Para
este tipo de entidad criminal resulta normal y hasta necesario establecer
alianzas con otros grupos de la misma naturaleza para definir territorios y
cuotas de poder. Lo que el chavismo no parece entender es que siguiendo esa
política ha ido perdiendo progresivamente el control territorial del país para
ir cediéndolo progresivamente a grupos guerrilleros y paramilitares en la
frontera y a megabandas criminales. Estas organizaciones se desempeñan como
verdaderos Estados dentro del Estado chavista exhibiendo en muchos casos mayor
capacidad logística, de fuego y de control social en extensas áreas del país.
Solo un cambio de régimen político, que destruya ese modelo criminal, podría
crear las condiciones para desarmar y desarticular a estas estructuras que al
igual que el chavismo han convertido al crimen en un perverso mecanismo de
control social.- @humbertotweets
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