Los operadores de la falsa oposición y sus candidatos presidenciales, al igual que los chavistas, siguen de espaldas al país. No porque no sepan o entiendan la gravedad de lo que está pasando, sino sencillamente porque no les conviene. Admitir que Venezuela está a punto de colapsar sería igualmente admitir su propio fracaso como políticos.
En lugar de
partir de una constatación de la realidad falsos opositores y chavistas prefieren
esconderse tras un discurso de ensueño y fantasía que invita a votar como un
acto ciego de fe, aunque no haya condiciones ni garantías. Sus asesores y
supuestos analistas políticos hacen su peor papel reduciéndose a meros justificadores
de las ilusiones electorales que fabrican quienes pagan por sus servicios.
Así vemos que
siguiendo el tradicional rito electoral esta es la época en la que las
encuestas se ponen de moda. Los más audaces en su trabajo propagandístico no se
ruborizan al asegurar con pasmosa certeza que “en la Primaria de la oposición
votarían más de 4 millones de personas o que “Nicolás Maduro ganaría con el 60%
de los votos”.
Estos
encuestadores y presuntos analistas no dicen de dónde salen esos números y menos
aún explican la racionalidad de esas afirmaciones. Sólo la invocación del
nombre de la empresa encuestadora debería ser suficiente argumento de autoridad
para que sus mentiras sean aceptadas aunque sean una burda torcedura de la
realidad.
Y la realidad
es normalmente esa sólida muralla de hierro y concreto frente a la cual se
estrellan los pronósticos de estos analistas y donde se destrozan todas las
estrategias infantiles e improvisadas de la falsa oposición para salir del
chavismo a lo largo de estos 23 años.
Pero aun en el
supuesto de que los encuestadores de la falsa oposición y las del gobierno
hicieran un trabajo de campo honesto y sin manipulaciones el uso de esas
mediciones de opinión popular sería de un alcance muy limitado en un contexto
donde no hay forma de votar ni expresarse libremente.
En otras
palabras ¿Cuál es la utilidad de una encuesta realizada en un país donde la
gente vive bajo miedo de represalias por sus opiniones? ¿Cuál es el beneficio
de adjudicarle a uno u otro candidato un porcentaje de intención de voto cuando
hay más de 8 millones de venezolanos en el exterior que no podrán votar?
Hacer
encuestas en Venezuela (si es que de verdad las hacen) es poco menos que una
ociosidad. Sobre todo lo es cuando existe la convicción generalizada de que las
decisiones políticas nada tienen que ver con el voto sino más bien con quien
ejerce el poder y como adjudica ciertas cuotas a sus “opositores”.
Pero mientras
algunos encuentran las encuestas entretenidas porque alimentan sus ilusiones
otros las ven más bien lucrativas porque este tipo de propaganda política es un
oficio muy bien remunerado en la industria electoral venezolana.
En esto de
llevar a la gente a votar bajo engaño de unos números que nadie explica están
de acuerdo falsos opositores y chavistas. Sin embargo, los números que le
interesan a la gente no son los de las encuestas sino los números de la
megainflación, los números de los salarios devaluados o los números de
venezolanos que mueren de mengua en un país donde falta comida, agua y
medicinas. Esos son los números de la realidad.- @humbertotweets
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