Aprovechando la grave crisis institucional por la que atraviesa Venezuela Guyana ha lanzado una nueva ofensiva para apropiarse del Esequibo. Venezuela es un país que se cae a pedazos, con una economía destrozada, con una población que opera en modo de supervivencia permanente y unas fuerzas militares desarticuladas y desprofesionalizadas incapaces de defender las fronteras y que solo actúan como la policía política del régimen. Como consecuencia del desmantelamiento material de la República más de 10 millones de venezolanos han emigrado y otros tantos están en los preparativos para hacerlo.
A esto habría
que agregar que la situación geopolítica en este momento es dramáticamente
desfavorable para Venezuela donde se han unido los más variados intereses para
apoyar abierta o tácitamente la causa depredadora de Guyana. Tomemos por
ejemplo el caso de países como Cuba, China y Rusia que han venido apoyando al
régimen chavista de Nicolás Maduro pero que en el asunto del Esequibo están con
Guyana. Los Estados Unidos ya anunciaron su apoyo a Guyana en una jugada que
seguramente será seguida por los países europeos con Inglaterra a la cabeza.
¿Por qué es
grave e importante este realineamiento internacional? Porque, contrario a
quienes sustantivan el mito del Derecho Internacional, es la geopolítica la que
va a prevalecer y no los títulos jurídicos, históricos y políticos que tiene
Venezuela sobre el Esequibo los que van a prevalecer al momento en que la Corte
Internacional de Justicia anuncie su sentencia, por supuesto, desfavorable para
Venezuela.
No se puede
olvidar y hay que insistir en recordar y repetir que la inercia en la que se
encontraba el asunto del Esequibo hasta
el año 2004 fue rota por la declaraciones de Hugo Chávez reconociendo a Guyana
derechos sobre el Esequibo y proponiendo dejar a un lado el diferendo para
explotar conjuntamente los recursos de
la zona, como pueblos hermanos. Esta es una declaración de la cual el chavismo
en general y Nicolás maduro en particular jamás se podrán librar. A Maduro,
entonces Canciller de Chávez y hoy presidente del Estado chavista, le
correspondió armar el tinglado para regalarle petróleo a los países del CARICOM, aliados de Guyana, ejecutando al pie de la letra la
voluntad traidora de Hugo Chávez.
Es posible que
algunos sectores del chavismo, civiles y militares, y hasta el propio Maduro
con conocimientos que nunca fueron más allá de la escuela primaria, hayan
reparado en el grave error, pero ninguno se atrevió a decírselo a Chávez El
resultado es que Guyana hasta ahora no ha hecho nada distinto a lo que Hugo Chávez
les pidió.
Una decisión
de la Corte Internacional de Justicia mutilando el Esequibo de la plataforma
territorial de Venezuela es inminente en los próximos meses porque esa decisión
reflejará la realidad geopolítica y la dialéctica de imperios en la que está
inmersa Venezuela más no la validez de los títulos jurídicos. Aquí tenemos que
salirle al paso a otra novedosa variedad de vendepatrias que tras un velo
aparente de nacionalismo y neutralidad nos piden a los venezolanos unidad y que
cerremos filas con el régimen traidor en el tema del Esequibo. Dicen que no
hacerlo sería una muestra debilidad ante Guyana y audazmente nos acusan de
jugar a la pérdida del Esequibo para sacarle provecho político.
Independientemente
del trabajo de divulgación histórica que estas organizaciones e
individualidades hayan podido realizar por la defensa del Esequibo su visión
maniquea, ingenua e infantil de la realidad política los lleva a convertirse en
aliados precisamente del régimen que pasara a la historia de Venezuela como el
culpable de haber entregado el Esequibo. A estos pseudonacionalistas hay que
recordarles que el Esequibo está a punto de perderse no porque nosotros lo
digamos o lo deseemos sino porque el chavismo, al cual ellos sirven y
justifican, creó las condiciones materiales para que eso ocurriera.
Los operadores
del régimen saben que la decisión desfavorable por parte de la CIJ es
inevitable y discuten con la macolla (Maduro, hermanos Rodríguez y Padrino
López) qué hacer. En principio no hacerse parte del juicio en la CIJ es
técnicamente correcto si y sólo si Venezuela tuviera los medios para establecer
una indubitable presencia política y militar en la zona, pero ese no es el caso
y los chavistas lo saben. De manera que no reconocer la competencia de la CIJ,
como una de las tantas medidas aisladas que ha tomado el chavismo en cuanto al
Esequibo, de muy poco servirá.
El régimen
chavista ha hecho un balance y entiende que la correlación de fuerzas es
ampliamente desfavorable para Venezuela. Esto es lo que los llevaría a actuar
en modo de control de daños para que la inminente pérdida del Esequibo no se
convierta en el detonante de una crisis dentro de las Fuerzas Armadas chavistas
que finalmente termine en la implosión del régimen.
Para
sobrevivir a esta crisis, que podría ser terminal, el chavismo va a intentar
varias formas para tratar de unir a los venezolanos en torno al gobierno usando
al Esequibo como cebo. Una de ellas es la convocatoria a un referéndum
consultivo para que la población apoye la posición del gobierno. Esta es una
jugada arriesgada porque ni siquiera en el seno del régimen hay acuerdo en que
tipo de preguntas se deberían formular. Además ?qué pasaría si los votantes se
pronuncian en contra de la tesis del gobierno o si la inmensa mayoría de los
venezolanos se abstiene de votar? El resultado de ese referéndum podría
debilitar la posición del régimen chavista más aún de lo que hoy está.
Una derrota
política en ese referéndum podría arrastrar al régimen chavista a otra jugada
aún más improvisada y riesgosa que consistiría en movilizar a sus fuerzas
militares para tratar de establecer alguna presencia militar en la zona en un
intento que solo serviría para constatar ante los ojos de todos el deplorable
estado de esas fuerzas armadas, incapaces de cumplir el objetivo militar en
forma exitosa.
El régimen
chavista atraviesa en este momento una de sus peores crisis, es dramáticamente
débil pero se mantiene en el poder y se beneficia de una oposición
colaboracionista. Pero una derrota política (en el referéndum) y una derrota
militar (con una operación fracasada) se combinarían como un poderoso detonante
para dinamitar a las fuerzas armadas chavistas y conducir, muy posiblemente, a
la implosión del régimen.- @humbertotweets
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