Solo incautos y cómplices pueden expresar sorpresa con lo ocurrido el 21 de Noviembre en Venezuela. Tal como estaba previsto el régimen chavista se auto adjudicó casi todas las gobernaciones y alcaldías dejándole algunas a la falsa oposición para cubrir las apariencias democráticas y seguir con la farsa de los acuerdos y negociaciones. La evidencia del fraude electoral del chavismo con la complicidad de la falsa oposición queda clara con las imágenes de centros de votación vacíos, sin colas, contando solo con la presencia de los tarifados de los partidos en contraste con las cifras oficiales del Consejo Electoral Chavista reconociendo una participación del 40% y por consiguiente una abstención del 60%.
Los
resultados anunciados por el régimen chavista no se pueden reconocer o admitir
como producto de una elección que para todos los efectos fue inexistente. Estos
más bien son el fruto del acuerdo político entre el chavismo y la falsa
oposición para reconocerse y darse legitimidad el uno al otro. Las cantidades
de votos y las adjudicaciones producto de este pacto político son tan
inapelables que antes de cerrar el presunto proceso de votación ya voceros de
la falsa oposición en sus dos sabores (hamponato y alacranes) pedían reconocer
los resultados y prepararse para participar en el referéndum revocatorio del
2022 que será convocado, tal como lo fueron estas “elecciones”, a la medida del
régimen chavista.
En
otro periódico hace unos días adelanté una hipótesis para tratar de explicar el
resultado que el chavismo y la falsa oposición nos presentan hoy. Fue más un
ejercicio de pronóstico que de predicción porque nadie podría saber a ciencia
cierta cuáles gobernaciones finalmente le otorgaría el chavismo a la falsa
oposición. En mi análisis sugería dos gobernaciones importantes, la del Zulia y
la de Lara. Pero la clave no está en lo anecdótico y circunstancial de los
favorecidos sino en la racionalidad que usó el chavismo para llegar a esa
decisión.
Al entregar la
gobernación del Zulia a Manuel Rosales el chavismo busca posicionar a este
operador como figura clave para seguir ejerciendo influencia en el antro de la
falsa oposición. En otras palabras, el 21 de noviembre el cogollo del régimen
chavista resolvió que su interlocutor en la falsa oposición no será ni Henrique
Capriles Radonski, ni Henri Falcón sino Manuel Rosales, aunque se le agradece a
los dos primeros el haber ayudado en la maroma. La jugada es además otro paso
en el progresivo y sistemático proceso de desmembrar políticamente a Diosdado
Cabello cuyo pupilo en este caso resultó sacrificado.
Las otras dos
gobernaciones que el chavismo le dá a la falsa oposición, Nueva Esparta y
Cojedes, no son más que parte del paisaje para adornar el resultado democrático
y un premio de consolación para los dos bandos del partido Acción Democrática
que en el seno de la falsa oposición han resultado los más consecuentes y
hábiles colaboradores del régimen, cobrando por ambos extremos.
En otros casos
emblemáticos tales como Caracas, Táchira y Miranda nos atrevimos a asegurar que
bajo ninguna circunstancia serían entregados a la falsa oposición porque se
trataba de fichas claves para el chavismo. Sin embargo, el Táchira merece una
mención especial por el aparente drama creado por un supuesto empate técnico
entre los candidatos Freddy Bernal y Laidy Gómez. Desde el momento que el
régimen chavista designó a Freddy Bernal como “protector” del Táchira estaba
resolviendo al mismo tiempo que esa gobernación debía retomarla por ser un
territorio donde el chavismo, la guerrilla y grupos paramilitares ejercen un
próspero cogobierno.
Sin duda la gobernación del Táchira,
estaba cantado desde el principio de esta comedia, sería para Freddy Bernal.
Pero el poner a Bernal a “ganar” en situación precaria con un escaso margen de
“votos” no podría ser otra cosa que una advertencia del cogollo madurista para
que revise sus relaciones y afinidades con Diosdado Cabello y además sea
consciente de su propia fragilidad dentro del régimen.
Haciendo a un
lado lo anecdótico que parece ser lo más comentado y celebrado por “analistas”
e influencers lo que realmente hay que rescatar del 21 de Noviembre es la
realidad, inocultable hasta para el propio chavismo, de la abstención. Por
definición no se pueden creer ni aceptar las cifras suministradas por el
Consejo Electoral Chavista sobre un proceso viciado y fraudulento. Pero si esa
instancia admite que la abstención fue de más o menos un 60 % lo más probable
es que haya sido mucho más. Si los operadores de los partidos del chavismo y la
falsa oposición estaban apurados a las 6 de la tarde pidiendo a la gente ir a
votar lo más probable es que muy pocos electores participaron en esa mascarada.
Las fotos de
centros de votación desolados que circularon por las redes sociales solo
pudieron ser coloreadas con incidentes y enfrentamientos entre asalariados del
chavismo y la falsa oposición. En sitios como el Zulia no entendieron que todo
sería el resultado de un acuerdo político, se tomaron en serio la contienda con
el lamentable resultado de una persona asesinada en plena jornada electoral. En
otros como el 23 de Enero de Caracas, zona gobernada por los colectivos
chavistas, no hubo incidentes ni electores en los centros de votación.
La capacidad
real del chavismo y la falsa oposición para llevar gente a votar no superaría
juntos el 20% que es más o menos el alcance que podrían tener las redes de
clientelismo que controlan ambos bandos. El resto, esto es el 80%, es la gran
mayoría de la Venezuela decente y honesta que vive de su trabajo y expresó su
más absoluto desprecio por chavistas y falsos opositores al negarse a ir a
votar en este nuevo fraude electoral.
Por supuesto,
la abstención por sí sola no será suficiente para sacar al chavismo del poder.
Pero es un espacio desde el cual se podrá comenzar a construir una o más
alternativas a la política que representan tanto el chavismo como la falsa
oposición. La abstención militante como rechazo al chavismo y la falsa
oposición debe ser dotada de contenido y propuestas para desmarcarse de quienes
proponen no votar por un asunto ausencia de condiciones electorales y quienes
proponemos no votar hasta que haya un cambio total de régimen político distinto
al impuesto en 1999.- @humbertotweets
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