La idea de la decencia en la política se deriva de la moral o el conjunto de normas que buscan proteger a un grupo o una sociedad, en este caso la nación venezolana. Todas aquellas acciones que vayan en contra de la permanencia o pervivencia de la nación venezolana serán entonces consideradas como inmorales o indecentes. La crítica que siempre hemos argumentado contra el chavismo y la clase política colaboracionista de la falsa oposición se basa en el hecho que sus acciones apuntan a la destrucción de la nación y el estado venezolano como sociedad política.
Para
mantenerse en el poder el régimen chavista ha tenido que desarticular al estado
nacional venezolano para sustituirlo por el estado chavista que representa otro
tipo de interés más que todo de índole criminal. Solo esto explica porque el
chavismo en su afán de imponer la barbarie ha destruido el territorio, las
instituciones, la moneda, la economía, la historia y hasta la autoestima de ser
venezolano.
El
territorio ha sido desmembrado para ser repartido entre guerrillas, megabandas
y los cuerpos militares del estado chavista. Cada uno domina una parcela donde
es soberano para robar, secuestrar y cobrar vacuna a los ciudadanos indefensos.
Instituciones
como las Fuerzas Armadas Nacionales han sido prostituidas para reducirlas al
brazo armado del estado chavista que se impone sobre la población civil
desarmada.
Contra toda la
retórica chavista la moneda nacional ha desaparecido para darle paso al dólar
como única divisa que es aceptada por todos incluidos quienes reciben dinero de
la corrupción. Todas las industrias han desaparecido hasta la petrolera para
dar paso a una economía basada en el narcolavado cuya mejor expresión son los
bodegones y las zonas libres decretadas por el chavismo.
La historia
nacional ha sido falsificada por el chavismo con libros basura que solo
contienen propaganda endiosando a Hugo Chávez a la par que se ha promovido la
destrucción sistemática de bibliotecas, hemerotecas y fonotecas en todo el
territorio nacional.
Y por si esto
fuese poco según cifras conservadoras y extraoficiales hay más de siete
millones de almas huyendo de la pesadilla chavista y avergonzados de llamarse
venezolanos para no ser asociados a la barbarie bolivariana.
El
régimen chavista es sin duda la peor amenaza contra la integridad de la nación
venezolana y todo lo que se les permita hacer para seguir en el poder es
absolutamente inmoral porque precisamente va en contra del sostenimiento de
todo el cuerpo social. Es tan inmoral el chavismo que ha procurado la
destrucción sistemática de la nación como su falsa oposición que para seguir
viviendo de la política se ha adecuado a nuevas formas de contubernio con el
chavismo para que también se les permita tomar una tajada en el reparto del
botín nacional.
Unas
de las formas más socorridas para lavarle la cara al régimen chavista, sobre
todo a nivel internacional, es fomentar el fraude político que presenta la
apariencia de una sociedad con instituciones que teóricamente funcionan. Para
esto se apela cada 3-4 años al recurso de elecciones y negociaciones con la
falsa oposición. Es un círculo vicioso sin fin donde siempre se regresa al
principio como si nada hubiese pasado.
El
régimen chavista usa las elecciones fraudulentas para enmascarar ese fraude
político. Se convoca a unas elecciones cuyos resultados son controlados por el
Consejo Electoral Chavista que manufactura cifras y adjudica cargos según lo
que le interese al régimen. Cada elección que se convoca crea la expectativa
sobre cuáles son los cargos de gobernador o alcalde que esta vez el chavismo le
adjudicará a la falsa oposición. Pero en realidad es mucho más que eso.
Con una
oposición que no tiene vocación moral ni patriótica participar en unas
elecciones, cualquiera ella sea, es la oportunidad de hacer negocios y recoger
dinero para seguir parasitando de la política. Las elecciones, luego del
narcolavado, es el otro gran negocio que ha florecido en Venezuela como una próspera
industria con asesores, analistas, encuestadores, periodistas donde todos
promueven la banalización de la política para justificar su servilismo.
Pretender
que las elecciones del 21 de noviembre, como todas las anteriores, son un
evento más en la vida normal de un país solo se puede justificar por el
perverso interés de hacer dinero con la destrucción de la patria. Por ejemplo,
cuando algunos “analistas” y ‘encuestadores” dicen que la gente votará o no
dependiendo de si los candidatos logran convencer que serán capaces de poner
alumbrado público y tapar huecos en las calles en realidad lo que están
haciendo es tratar de crear un ambiente artificial como si los venezolanos
estuviesen flotando en una burbuja y poco les importa la destrucción de la nación.
Los
charlatanes más sofisticados elaboran un discurso más refinado y admiten que
todo seguirá igual pero que aun así es importante ir a votar en las elecciones
del chavismo porque hay la posibilidad de “ganar espacios de lucha.” Así llaman
a los cargos que entrega el chavismo para legitimar a su régimen a donde se
llega para cobrar sin trabajar.
Aquí
no hay espacio para la indiferencia y la neutralidad. Después de dos décadas de
destrucción ningún venezolano puede argumentar que no sabe o no entiende lo que
está pasando. Es evidente que las opciones son dejar al chavismo que con su
falsa oposición siga destruyendo a Venezuela u organizarnos para combatirlos y
sacarlos del poder con ayuda internacional.
Cualquier
venezolano que apoye las elecciones del 21 de Noviembre y las que vienen asume
por definición una conducta abiertamente inmoral porque ir a elecciones
significa legitimar a un régimen que busca destruir lo que la mayoría quiere
proteger que es la integridad de la nación venezolana.
Desde esta
perspectiva votar o llamar a votar como lo hace la falsa oposición es una
indecencia que debe ser combatida y denunciada porque sus motivaciones son
ruines e innobles. Solo quien aún abrigue esperanzas de vivir de la política,
robando el tesoro nacional, podría justificar ser parte del fraude político y
electoral orquestado por el chavismo y la falsa oposición.
Afortunadamente
la gran mayoría de los venezolanos que vive de su trabajo y no de la política
no se plantean estos dilemas morales porque saben que ni estas elecciones ni
las que vengan bajo el régimen chavista lograrán el propósito superior de
salvar a la nación venezolana.- @humbertotweets
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