En teoría se podría caracterizar a la oposición en Venezuela como al bloque que se presenta como una alternativa política frente al chavismo. Pero para tener el mérito de ser alternativa frente al régimen chavista debe diferenciarse en los aspectos fundamentales con tesis que nos permitan a los venezolanos salir de la crisis terminal en la que nos ha metido el chavismo.
Si los
planteamientos y acciones de esa oposición no conducen a librarnos del chavismo
entonces difícilmente podremos reconocerle como alternativa. Es más, la
cualidad de ser opositor al régimen también estaría cuestionada al tratarse
simplemente de un bloque político cuya máxima aspiración no es sustituir al estado
chavista sino convivir con él.
Y
es que el tema que debería estar en el
centro del debate no es como salir electoralmente del gobierno de Nicolás
Maduro sino más bien como derrocar por la fuerza al estado chavista. Se trata
de dos perspectivas claramente diferenciadas y antagónicas. Una apunta a buscar
una transición dentro del mismo estado chavista que cambie el gobierno y deje
las estructuras políticas y militares intactas. La otra, por el contrario,
propone la sustitución del estado chavista para regresar a lo que una vez fue
el estado nacional venezolano.
Lo
que en realidad debe definir si se es o no oposición en Venezuela es la
posición que se asuma frente a la constitución de 1999 y al estado chavista que
de ella se deriva. Atribuirse el título de “oposición” simplemente porque se
participa en unas elecciones cuyo resultado termina aceptando y reconociendo al
régimen político en su conjunto es otra cosa, menos oposición. La extensa red
de gobernadores, alcaldes y concejales que el régimen chavista le ha adjudicado
a la “oposición” a lo largo de estas dos décadas en elecciones fraudulentas
actúan como agentes sostenedores del régimen chavista y lo que menos quisieran
es su destrucción.
Grupos
mediáticos controlados por esos partidos y por el propio régimen insisten en
llamar a estos operadores políticos “oposición”, En rechazo a esta falacia el
saber popular venezolano los ha rebautizado merecidamente como la “falsa
oposición” porque no han sido ni serán alternativa frente al régimen chavista. Por
el contrario, su papel es muy eficaz a la hora de legitimar a un régimen que
permite una disidencia controlada, porque la disidencia real es aplastada a
sangre y fuego.
Hacer
política en Venezuela desde los espacios de la falsa oposición le permite a estos
operadores una serie de beneficios e inmunidades que a la larga resultan ser
magníficos incentivos para un estilo de vida muy diferente al del resto de los
venezolanos. La actividad del régimen chavista y la falsa oposición se sostiene
sobre más o menos un 10% de la población que actúa como clientela de esos
partidos. Esos son los “activistas y militantes” que al igual que sus jefes
viven de la política y de los negocios que de ella puedan derivar desde una
gobernación, una alcaldía o concejalía según sea el caso.
Este
10% es el pequeño grupo que se moviliza para trabajar en las elecciones por los
partidos del régimen o se presta para ir a votar a cambio de pequeñas dádivas o
incentivos como formas de pago a diferencia de quienes ostentan el status de “dirigentes”
quienes por supuesto tienen acceso a maneras más sofisticadas de corrupción y
enriquecimiento ilícito. Además de los dineros que el estado chavista le
reparte a la falsa oposición vía gobernaciones y alcaldías están los cuantiosos
recursos que el gobierno interino y los partidos opositores que lo controlan
han manejado a discreción para beneficio de sus operadores.
En
realidad, ser la oposición oficialmente reconocida al régimen dentro de lo que
el estado chavista permite ha sido un magnífico negocio para estos traficantes
de la política. Por eso ellos podrán seguir negociando y saltando de una
elección a otra (¡ya viene el revocatorio!). Porque sus necesidades básicas ya
están resueltas. Las urgencias de estos políticos de la falsa opción y del
chavismo no son las mismas de la gran mayoría de los venezolanos que a
diferencia de estas camarillas no viven de la política sino de su propio
trabajo. Esta será la fibra moral indispensable para reconstruir a la nación y
al estado venezolano, ciudadanos honestos y trabajadores no vividores de la
política.- @humbertotweets
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