Hemos
llegado al punto de la desvergüenza. Al punto de no retorno cuando incluso
hasta dignidad se pierde. Por presuntas razones políticas, motivaciones
económicas o simplemente por un reflejo condicionado la MUD insiste en
participar en unas elecciones especialmente diseñadas para reelegir a Nicolás
Maduro.
El
único pretexto que podía esgrimir la MUD para justificar su indigno estado de
postración frente al régimen era la búsqueda de un supuesto acuerdo político
para aliviar las condiciones electorales.
Pero
ahora el régimen una vez más vuelve a patear a su socio menor al negarle hasta
las condiciones simbólicas y cosméticas que imploraba la MUD. La perversión era
algo así como “cedan algo, lo que sea, para justificar ante nuestra gente la
estafa electoral”. Sin embargo el régimen se da el lujo de no ceder, imponer a
la MUD todas sus canciones y esta en forma sumisa y abyecta sigue insistiendo e
negociar y votar.
Para
las franquicias partidistas que integran la MUD no valen los 18 años de fraude
electoral. Y menos aun las más recientes experiencias, frescas en la memoria de
los venezolanos, del fraude en la elección de la Constituyente, el de la
elección de gobernadores y la elección de alcaldes. A todos estos eventos la
oposición electoral llamo a participar argumentando que era la única forma de
salir del régimen y según ellos esa sería la última oportunidad.
Frente
a este nuevo fraude electoral la MUD se ve obligada a reciclar sus
deshilachados argumentos para llamar a votar. No tendrá otra salida que volver
a usar a sus habituales operadores para tratar de embaucar una vez más a la
gente con el cuento del voto.
Pero
la velocidad de la crisis política en Venezuela también acelera la velocidad del
aprendizaje social y la capacidad de respuesta de un pueblo que hasta ahora ha
sido engañado. Hoy hay millones de venezolanos más que ven con desconfianza y
sospecha la dirección errática y blandengue de la MUD.
Para
estos millones de venezolanos no hay más paciencia para el discurso vacío
fabricado en salas de marketing. Para el venezolano común la realidad material
de una confrontación real con el aparato militar y policial del régimen no es
una contradicción que se resolverá fácilmente por el atajo electoral.
Aunque
la narrativa de la MUD y sus operadores trata de inyectar falsa esperanza para
llevar a la gente a votar bajo engaño la realidad de la calle con todas sus
miserias es mucho más potente. En las colas que se forman para comprar
cualquier cosa en Venezuela se habla con certeza de lo sórdido que es ir a unas
elecciones en dictadura. Los más ingenuos hasta se sorprenden que la MUD se
preste para ir a un evento sin ni siquiera pelear por las condiciones que
pedía.
Los
lánguidos y débiles llamados de la MUD para legitimar la dictadura con el voto
se disipan en el calor de la calle donde millones de venezolanos luchan por
sobrevivir al régimen y las propias falencias de la oposición electoral. Allí
se sabe por experiencia propia que a pesar de lo que diga la desprestigiada MUD
no hay razones para ir a votar. Ni una. @humbertotweets
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