El
régimen de Nicolás Maduro está políticamente desahuciado. Perdió todo el apoyo
de sus bases y los únicos sostenes que le quedan son una fuerza militar servil
y prostituida y una nómina de empleados públicos que solo trabajan para el
partido. Pero un gobierno sin base social no podría sostenerse solo con el
lumpen civil y militar y en contra del 90% de la sociedad. Se requiere de la
colaboración de otras fuerzas que le ayuden a evitar el naufragio y su
liquidación definitiva. Y el mejor auxilio solo podría venir de su propia
oposición, de las debilidades y contradicciones de un adversario político
incapaz de articular una fuerza con las mayorías nacionales para derrocar la
dictadura.
Solo
mediante una estrategia de mantener bajo control a su oposición es que el
régimen ha podido sobrevenir a todas sus crisis políticas desde 1999. Y esto lo
han logrado, primero Chávez y luego Maduro, mediante la simple pero efectiva
política de la zanahoria y el garrote. Esto es reprimiendo con saña y crueldad
a la oposición (garrote) para luego
llevarla a participar electoralmente en una serie de procesos por los cuales jamás
llegara al poder (zanahoria).
Esto
fue lo que hizo Chávez en el 2002-2003 con las mesas de negociaciones y
acuerdos para diluir en las oficinas de Miraflores la potente protesta nacional
que con una dirección política más comprometida y coherente ha podido derrotar
el régimen. Así pasó con las negociaciones en las cuales el gobierno enredo a
la oposición en el 2016. Y así está pasando ahora con las elecciones
regionales.
Golpear
sin piedad a la oposición para luego hacerla partícipe del juego institucional
ha sido una estrategia brillante que le ha permitido al gobierno no solo ganar
tiempo y legitimidad sino también crear
un reflejo condicionado en su adversario. La MUD que circunstancialmente ha
sido la dirección política de la oposición ha sido amaestrada con la táctica de
la zanahoria y el garrote. Esta política la ha convencido que solo puede
confrontar políticamente al régimen dentro de límites estrictos y en la forma
que este se lo permita.
La
falta de coherencia y claridad en la dirección política de la oposición es lo
que ha llevado desde el principio a una estrategia derrotista y
colaboracionista con el régimen. Esta es la política que aconsejó amputarle los
tres diputados de Amazonas a la Asamblea Nacional perdiendo las dos terceras
partes. La que pospuso hasta la eternidad la designación del nuevo TSJ y el CNE. La
que llevó a negociar un acuerdo con el gobierno a espaldas del país. La misma
que no designó un gobierno de unidad nacional como se aprobó en la consulta
popular del 16 de julio. Y más recientemente la que mansamente se presenta a
unas elecciones de gobernadores cuyo único propósito es legitimar la dictadura.
Es
decir, la MUD es “bienportada” y le ha dado suficientes demostraciones de
colaboración al régimen. Al mismo tiempo que alentaba las protestas en la calle
de estos últimos 100 días se preparaba diligentemente para participar en las
elecciones regionales, tal como el gobierno se lo había exigido. En este
sentido la MUD ayuda al régimen al propagar la ilusión que solo será posible
derrotarlo por la vía de unas elecciones que sólo él controla. Mientras la MUD
siga complaciendo al régimen con la esperanza que este cederá electoralmente el
poder, entonces la lucha contra la dictadura seguirá entrampada. Una oposición
amaestrada, que mueve la cola cada vez que el gobierno muestra la zanahoria, no
es lo nos ayudará a conquistar la libertad. @humbertotweets
No hay comentarios.:
Publicar un comentario