Desde
1999, cuando Chávez tomó el poder, se
orquestó desde el gobierno toda una estrategia para desmantelar la organización
social no partidista. La arremetida contra gremios y sindicatos que una vez
fueron la referencia de la lucha política en Venezuela fue tal que las
organizaciones sindicales desaparecieron para dar paso a una aborrecible
formación de cabilleros pro régimen en la administración pública y empresas del
estado y la casi total desaparición de organizaciones obreras en el sector
privado.
La
desarticulación de la sociedad civil fue clave en la estrategia de control
político y social del régimen para reducir el espacio de la oposición a uno mas
pequeño solo controlado por los partidos políticos más débiles ante los engaños
oportunistas del régimen y susceptibles de tomar decisiones más inspiradas en
su propia agenda que en la agenda del país.
Que
desde 1999 el peso de organizar a la oposición haya recaído principalmente en
manos de los partidos políticos opositores es lo que ha determinado que la
agenda de la oposición venezolana orbite más entorno a lo electoral que a lo
político y lo social. La misma experiencia de no participar en las elecciones
parlamentarias de 2005 fue concebida erróneamente como una jugada para
cuestionar la legitimidad del sistema
electoral, no la del estado chavista.
Y fue tan incoherente que en los meses siguientes la misma oposición se
devolvió arrepentida de no haber participado en esa contienda.
Esas
marchas y contramarchas siguen marcando la agenda opositora. Ahora justo en el
peor momento para el régimen la Mesa de la Unidad Democrática decide, una vez
más, abandonar la agenda política (la aprobada por millones de ciudadanos el 16
de julio) para concentrarse en lo electoral. La MUD sabe que participar en esas
elecciones de gobernadores le dará oxígeno al régimen moribundo porque alienta
la ilusión de una salida electoral dentro de las viciadas reglas de juego del
estado chavista.
Si
la MUD sabe esto, entonces ¿por qué lo hace? ¿Porque asumir una política que
solo conduce a prolongar la vida institucional del régimen? La MUD lo hace
porque los partidos que la integran pivotaron en su posición política después
del 16 de julio de 2017. Luego de la consulta popular la MUD develó una nueva
estrategia para validarse a sí misma: La cohabitación con el régimen. Esto
básicamente significa reconocer a la Constituyente y sus decisiones ilegítimas
para que a cambio de ello el régimen les permita participación en esta suerte
de cogobierno.
El
problema con esta nueva política de la MUD es que le otorga tiempo y
legitimidad al régimen al tiempo que desmoraliza sus propias fuerzas al
desmovilizarlas voluntariamente y proclamar en un acto de castración política
que los civiles tienen votos, no balas para salir de la dictadura. Descartando
en un solo intento cualquier otro método de lucha política contra la tiranía
aunque históricamente haya funcionado en otras experiencias.
Esto
ocurre porque los intereses electorales
de la MUD no son necesariamente los intereses políticos del país de abolir
la tiranía y conquistar la libertad. La lucha de la mayoría de la sociedad
venezolana que se opone al estado chavista seguirá débil mientras continúe en
manos de estos partidos. Hoy más nunca se valida la necesidad histórica de una
nueva colación de fuerzas sociales que incluya partidos pero que no sea
manejada por estos para efectivamente articular una estrategia que permita
derrocar al régimen y sus colaboradores.
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