La
profundización de la crisis política ha redefinido con mayor nitidez las
posiciones que tratan de confrontar a la tiranía. Detrás del llamado amplio y
genérico de luchar contra la dictadura y la tiranía hay una variedad de
fórmulas que abordan el cómo hacerlo y qué hacer luego de que se logre.
Estos
enfoques diferentes se han hecho más perceptibles en las últimas semanas cuando
la MUD tuvo que asumir públicamente sus diferencias. Ya para la convocatoria de
la consulta popular del 16 de Julio tuvieron que hacer un enorme esfuerzo de
conciliación que permitiera coexistir las tesis de la cohabitación y la
confrontación con el régimen. La redacción misma de las preguntas fue hecha en
forma ambigua para complacer a todos de manera que después cada parte tendría
su propia interpretación de lo aprobado.
La
pregunta número 3 fue deliberadamente ambigua: “¿Aprueba que se proceda a la renovación de los Poderes Públicos de
acuerdo con lo establecido en la Constitución, así como la realización de
elecciones y la conformación de un nuevo gobierno de unidad nacional?” La
renovación de los poderes según lo establecido en la Constitución implicaría la
designación de los nuevos miembros del Consejo Nacional Electoral y el Tribunal
Supremo de Justicia por parte de la Asamblea Nacional. Siguiendo la fórmula de
la pregunta luego vendrían unas elecciones bajo la dirección de esos nuevos
poderes y la conformación de un gobierno de unidad nacional.
La
contradicción surge al quedar claro que la designación de esos poderes no sería
más que simbólica (tal como ocurrió con el nuevo TSJ) si no hay una fuerza o
gobierno que haga respetar esas decisiones. Esto llevaría a invertir el orden
de la fórmula planteada y designar el gobierno de unidad nacional primero,
renovar los poderes después, para luego
ir a unas elecciones libres.
La
gran mayoría de los ciudadanos que votaron el 16J aseguran haber entendido que
su voto era para facultar a la Asamblea Nacional en la designación de un
gobierno de unidad nacional o provisional en sustitución del que preside
Nicolás Maduro. Sin embargo en los días siguientes declaraciones expresas de
Henry Ramos Allup secretario general de Acción Democrática “Eso no está en la
Constitución” y Julio Borges Coordinador de Primero Justicia “La Asamblea no es
para eso” provocarían el rechazo de cientos de miles de ciudadanos que se
sienten traicionados por la MUD.
La
negligencia de la Asamblea Nacional en designar oportunamente a los miembros
del TSJ y del CNE desde enero de 2016, e incluso luego de la consulta del 16J,
y su renuencia en ejercer sus facultades políticas y conformar un gobierno de
unidad nacional han generado protesta y decepción. Pero en realidad esta
repulsa va dirigida contra la MUD quien en definitiva controla las acciones de
la AN y hasta ahora ha mantenido la dirección de la lucha de la oposición
contra la dictadura.
Reforzando
su tesis de cohabitar con el régimen para derrotarlo (¿?) Ramos Allup confirmó
que Acción Democrática presentará candidatos a las elecciones regionales. De un
solo manotazo el secretario general de AD, y representante de un sector de la
MUD, dejó a un lado la gravedad de las denuncias del megafraude electoral del
CNE ahora confirmado por la empresa contratista Smartmatic. Aunque se legitime
al régimen este sector de la MUD parece dispuesto a contarse en unas elecciones
controladas por el mismo órgano electoral que infló los votos para la
Constituyente.
La
ilusión o la esperanza de esa jugada es que el régimen, para obtener cierta
legitimidad nacional e internacional, no se robe todos los cargos y deje
algunos para estos partidos políticos de “oposición.” Con cinismo definen la
jugada como “no dejarle espacios al gobierno.” Suponiendo que el régimen cumple
con lo que les ha insinuado serían las migajas más costosas de la historia
política de Venezuela, porque vendrían al costo de sacrificar la libertad.
Quizás por 20 años más.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario