La salida de Venezuela de la OEA es
un claro mensaje para entender por dónde viene el régimen. El gobierno está
consciente que la consecuencia más severa al escalar el conflicto será el
aislamiento político y comercial de buena parte de la comunidad internacional. No obstante, sin pestañear, ha decidido
abrazarse a esta opción con empeño suicida. Esto se traducirá en más violencia
y represión para seguir en el poder.
En este nuevo contexto es una
ingenuidad pensar que algún día tendremos elecciones libres y transparentes con
los actuales poderes secuestrados por la burocracia chavista. Salirse de la OEA
no solo es un desafío al derecho internacional sino un rompimiento de hecho con
el propio orden constitucional interno que obliga a pasar esa decisión previamente
por la Asamblea Nacional. Si aún quedaban dudas sobre la determinación del
régimen en ultrajar el estado de derecho estas fueron despejadas el 26 de abril
de 2017 al confirmar su salida de la OEA.
En términos prácticos el gobierno
acaba de eliminar a la OEA como posible instancia para negociar una salida
política a la crisis en Venezuela. Pero hay otras consecuencias. La OEA tampoco
podrá ser garante de unas eventuales elecciones que seguramente se celebrarán
bajo un clima totalmente controlado por el régimen para asegurarse resultados
favorables.
Igualmente aunque el proceso de
abandonar la OEA es una gestión que técnicamente tomaría dos en la visión del régimen
basta anunciarlo y listo. Esto es muy importante ya que juristas aseguran que
aún durante ese tiempo el país aún está obligado a respetar los protocolos de
derechos humanos que además tienen rango constitucional. Sin embargo, estos
protocolos ya se vienen violando en forma impune y con esta nueva situación
sólo podemos anticipar más violencia y represión oficialista, pero ahora
potenciada por el hecho de que Venezuela no se sentirá obligada a rendir
cuentas de sus crímenes ante ninguna instancia internacional.
El régimen le ha dado luz verde a
sus fuerzas militares y paramilitares para, literalmente, aplastar a la
oposición. Esto será peor ahora con la salida de Venezuela de la OEA. Esta
situación de violencia que se vive en el país no puede caracterizarse como una
guerra civil ya que la parte civil del conflicto que se opone al régimen esta totalmente
desarmada y la brutalidad de la agresión policial y militar ha sido desmedida.
De continuar esta situación el escenario que mejor la describe es el de una
masacre en la mejor tradición de las limpiezas étnicas ocurridas en Europa del
Este a comienzos de los 90.
Frente a este cuadro el liderazgo
opositor debe pensar y repensar muy bien
su estrategia para que el resultado de esta lucha sea de victoria y no de una
costosa derrota. Y parte de esta reflexión es hacerse nuevamente la incómoda
pregunta: ¿Es posible derrotar por métodos democráticos esta dictadura? Y de
ser así, ¿cómo? Hay muchos ejemplos en la historia moderna de movimientos
civilistas y democráticos que lograron derrotar terribles tiranías. Es hora de
prestar algunas de esas ideas y valorar su aplicación a la realidad que vivimos
en Venezuela.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario