La situación económica, social y
política del país es inaguantable. La descomposición del régimen y su
incapacidad para resolver los problemas básicos ha puesto a los sectores más
humildes como la carne de cañón de esta masacre. No hay comida, ni medicinas,
ni nada que permita llevar una vida digna y decente. Todo lo que abunda en el
país es el caos y la desolación. Esto por supuesto se traduce en un repudio
militante al régimen de Nicolás Maduro y sus operadores civiles y militares del
PSUV.
Conocidos analistas y dedicados
encuestadores confirman que el rechazo a Nicolás Maduro y todo lo que
signifique Socialismo del siglo XXI es irreconciliable. Millones de venezolanos
han sido tocados por la desgracia atribuida al régimen. Cada quien tiene un
familiar o una persona conocida que ha fallecido a manos del hampa política o
criminal o por falta de medicinas en los hospitales.
El rechazo a Nicolás Maduro supera
con creces el 80% de la población. Esto necesariamente tiene que implicar que
no solo opositores sino una buena parte de chavistas expresan en forma abierta
su desprecio al dictador. Las expresiones de este rechazo ya no son tímidas
sino más bien públicas y evidentes. Los más conocidos funcionarios del régimen
tienen que salir a sitios públicos protegidos por guardaespaldas y en otros
casos tratando de pasar inadvertidos, rogando a Dios que nadie les reconozca
para obsequiarles una merecida andanada de insultos.
Hace unos días Nicolás Maduro se vio
obligado a adelantar el cierre de una parada militar en el Estado Bolívar ante
la presión de miles de personas descontentas con su gobierno que lograron
burlar la seguridad militar. Minutos más tarde ocurriría el famoso incidente de
San Félix donde los mismos manifestantes le lanzaron objetos e insultos al Presidente.
Los signos están allí. El
descontento cada día es mayor y la indignación ante el atropello se multiplica
cada hora en la medida que el régimen aumenta la represión. Pero, ¿como se
explica que un régimen que actúa como una minoría acorralada y aislada del
pueblo siga en el poder? No pocos venezolanos nos sentimos impotentes al ver
que la barbarie y la sinrazón parecieran atornillarse más en lugar de caer de
una vez por todas.
El título y la pregunta de este
artículo son intencionalmente engañosos para provocar un debate. Ningún régimen
cae por sí solo. Ni siquiera los que, como este, viven un proceso definitivo de
implosión. Los regímenes son derribados y derrocados por fuerzas políticas y
sociales que en un proceso de acumulación de energías se hacen más fuertes que
el grupo gobernante y logran cambiar la correlación de fuerzas.
A menos que de manera muy ingenua
estemos esperando que, por un acto sospechoso de contrición, Nicolás Maduro y
sus operadores renuncien al poder y sus bondades no es factible que el gobierno
caiga o se venga abajo por sí solo.
El deterioro político e
institucional ha puesto al régimen en una situación evidente de debilidad, pero
en si mismos no son suficientes para provocar su caída. La caída del régimen no
será el resultado de la inercia política, será el resultado de una acción que
la provoque por iniciativa de una gran alianza nacional de fuerzas y sectores
sociales que vayan más allá de los partidos representados en la MUD y, muy
importante, que incluya militares comprometidos con la defensa de la
Constitución. Las condiciones objetivas están dadas. Solo falta quien asuma el
empujón final. @humbertotweets
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