La disputa territorial entre Venezuela y Guyana sobre el Esequibo ha alcanzado un punto crítico con la intervención de la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Para Venezuela, la judicialización del conflicto representa una derrota en sí misma, ya que aleja la resolución de la controversia del Acuerdo de Ginebra de 1966, el único mecanismo que reconocía su reclamo histórico sobre el territorio. En cambio, para Guyana, este escenario abre una ventana de oportunidad, no solo porque la CIJ tiende a favorecer el statu quo territorial, sino porque la geopolítica actual le otorga una ventaja significativa.
En términos
estratégicos, Guyana cuenta con el respaldo de potencias como Estados Unidos y
el Reino Unido, además del apoyo de actores regionales que tradicionalmente han
mantenido buenas relaciones con Venezuela, como Brasil, Cuba y los países del
CARICOM. Este alineamiento se explica en gran parte por el creciente interés
económico en los yacimientos petroleros descubiertos en aguas guyanesas, los
cuales han convertido a Guyana en un actor clave dentro del mercado energético
global. En contraste, el régimen venezolano enfrenta un aislamiento
internacional pronunciado, con sanciones económicas y un deterioro progresivo
de sus capacidades diplomáticas y militares.
Un episodio
reciente ejemplifica la creciente presión sobre Venezuela: la denuncia de
Guyana respecto a la supuesta incursión de un barco militar venezolano en sus
aguas territoriales. Aunque Caracas argumenta que la embarcación navegaba en
aguas proyectadas por su plataforma continental en reclamación, el incidente ha
sido utilizado para reforzar la narrativa de Guyana ante la comunidad
internacional, retratando a Venezuela como un actor agresivo que pone en riesgo
la estabilidad regional. La reacción inmediata de Estados Unidos y el CARICOM
en respaldo a Guyana refuerza la percepción de que cualquier escalada del
conflicto jugaría en contra de Venezuela.
El politólogo
Michael Shifter, expresidente del Inter-American Dialogue, ha señalado que el
aislamiento internacional de Venezuela y su crisis interna debilitan su
capacidad de defender el Esequibo de manera efectiva. Según Shifter, “en un
entorno en el que Venezuela está políticamente fragmentada y económicamente
colapsada, su margen de maniobra para resistir la presión internacional es
mínimo” (Shifter, 2023). Esta debilidad estructural hace que Guyana tenga más
posibilidades de consolidar su control sobre el territorio en disputa, ya sea a
través de un fallo favorable de la CIJ o mediante el fortalecimiento de
alianzas militares que disuadan cualquier intento de Venezuela por hacer valer
su reclamo mediante la fuerza.
La crisis
política y económica venezolana, combinada con su aislamiento diplomático,
coloca a Guyana en una posición privilegiada para avanzar en su estrategia de
consolidar el control total sobre el Esequibo. La intervención de la CIJ, lejos
de representar un espacio de arbitraje neutral, parece estar guiada por
criterios geopolíticos que favorecen a Guyana. Mientras Venezuela desgajada por
el chavismo enfrenta un escenario incierto, Guyana fortalece su legitimidad
internacional y consolida su posición con el respaldo de actores clave.- @humbertotweets
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