jueves, 28 de noviembre de 2024

¿Hasta cuándo hará el chavismo elecciones?

            Cuando Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela en 1999 tenía una idea muy precisa para tratar de amarrarse al poder a perpetuidad. Para perpetrar esta ambición Chávez se propuso calcar el modelo político-militar-policial del régimen cubano. De la mano de Fidel Castro y sus asesores Hugo Chávez hizo de Venezuela una réplica de Cuba, pero con mucho más dinero.

            Aparte de dedicar los inmensos recursos petroleros de la nación para financiar su proyecto personal y antinacional Chávez tenía que avanzar en una suerte de transición a un Estado de corte totalitario y fascista cuyo mapa jurídico-legal se encuentra en la Constitución de 1999.

            Por eso cuando Hugo Chávez envalentonó a la inepta clase política dirigente del momento en sus antojos constituyentes muy pocos venezolanos tuvieron la claridad de ver y enfrentarse a esa ilusión delirante que prometía acabar con todos los males del país. Sustituir la Constitución de 1961 por una que reconfigurara el régimen político a la medida del chavismo siempre fue tan solo el inicio del proceso.

            Un proceso que en los primeros años tuvo que enfrentar resistencias externas e internas, sobre todo en el campo militar estas últimas. Estas resistencias y reservas fueron tratadas con diversas estrategias que al final le otorgaban al chavismo el recurso más apetecido después del dinero que es el tiempo. Tiempo para hacer purgas en el sector militar. Tiempo para desgastar y debilitar las presiones internacionales por un cambio interno en Venezuela. Tiempo para lograr el desgaste y el desprestigio de una oposición amaestrada en las prácticas de respetar con incompresible docilidad la Constitución chavista de 1999.

Para ganar el tiempo necesario que implicaba tomar el control total del aparato del Estado el chavismo emprendió unos ciclos predecibles de negociaciones-elecciones-negociaciones con su oposición tolerada sobre la promesa de permitir un cambio político dentro su mediatizada y rígida institucionalidad. En estos 25 años la oposición venezolana no ha hecho otra cosa que participar en elecciones para tratar de sacar al chavismo del poder por la vía institucional. Se pueden contar como excepciones a la ruta electoral algunos devaneos como el gobierno interino de Juan Guaidó y las improvisadas y espontáneas operaciones militares que fueron infiltradas por el régimen. Pero sin duda donde mayor énfasis ha hecho la oposición venezolana es en la fracasada vía electoral.

El chavismo hasta ahora parecía dispuesto a mantener las formas electorales como una manera de argumentar en lo externo que Venezuela aún era una democracia y en lo interno decirle a los militares que este es un régimen con apoyo popular.

Esto fue así hasta el 28 de julio cuando el chavismo hizo lo que para muchos parecía imposible. Robarse las elecciones a plena luz del día. No es la primera vez. Siempre lo habían hecho con un CNE controlado totalmente por el régimen, pero aun guardando las apariencias.

Que el robo a mano armada de las elecciones del 28 de julio no haya producido una rebelión armada cívico-militar para derrocar al impostor solo puede tener un significado. El chavismo ha logrado escalar a una fase superior de su modelo fascista y totalitario donde las fuerzas militares están al servicio de esos intereses y no los de la nación venezolana.

Sin civiles preparados para defender el triunfo en la calle y sin militares dispuestos a rebelarse contra el régimen por las razones correctas es prácticamente imposible cobrar ese resultado electoral. Es decir, no hay ninguna forma institucional de hacer valer lo que ocurrió el 28 de julio.

Y el chavismo lo sabe al punto que en este momento deben estar preguntándose qué sentido tiene seguir con esa maroma electoral si se dispone del poder total y absoluto para imponer el resultado. ¿Por qué no ahorrarse toda la molestia y el fastidio de tener que falsificar las actas para mandarlas a Lula y Petro en lugar de ir por la vía cubana donde ni siquiera existen ese tipo de elecciones?

El fascismo chavista dispone de todo el aparato jurídico-militar-policial para crear una legalidad a su medida. De esta forma, tomando como marco el mentado Estado Comunal, el fascismo chavista podría estar en la víspera de cambiar el modelo electoral venezolano a uno de factura cubana donde las clientelas del partido eligen a unos delegados, estos eligen a otros delegados y un congreso comunal/popular elige a los poderes públicos incluido a Presidente de la república.

Las próximas “elecciones” en Venezuela serán diferentes a las del 28J y estarán empotradas en una pseudo legalidad que no les dejarán otra opción a los países que aceptarlas como un hecho cumplido o declararle abiertamente la guerra al chavismo.

Por su parte la oposición que encabeza María Corina Machado tendrá que decidir si insiste en hacer valer el triunfo de Edmundo Gonzalez ante las difusas y etéreas instancias internacionales o por el contrario se suma a la nueva temporada electoral “para ganarle espacios al chavismo”. Lo que nos obliga a preguntarnos no solo hasta cuando el chavismo hará elecciones sino hasta cuando la oposición venezolana estará dispuesta a participar en ellas.- @humbertotweets

lunes, 25 de noviembre de 2024

Ni María Corina sabe cuándo saldremos del chavismo

            Quienes aún defienden la tesis electoral para salir del chavismo, a pesar de su dramático fracaso, insisten en atribuir a la elección primaria de la oposición como el evento decisivo que condujo al 28 de julio.

La elección primaria de la falsa oposición cumplió efectivamente dos propósitos: 1) Confirmar la transferencia de poder interno en el bloque de la falsa oposición a las manos de María Corina Machado; y 2) Convencer a la gente que por razones que aún no estaban claras ahora si era posible disputar electoralmente el poder al chavismo, ganarle y que este mansamente entregase el poder.

Ante el descaro y el oportunismo de la jugada algunos optamos por mantenernos en una posición de realismo escéptico retomando las viejas banderas contra la vía electoral que la María Corina Machado de la nueva etapa había decidido tirar al pantano sin ni siquiera explicar por qué. Pero era evidente que ante una renovada ilusión electoral, esta vez bendecida por las promesas de María Corina, la gran mayoría de los venezolanos decidieron regresar y apostar nuevamente por la salida electoral, esta vez llevados de la mano de un nuevo mesías.

Pero aun los más entusiastas de la tesis del voto mostraban un escepticismo que no era gratuito sino madurado a lo largo de estos 25 años de farsas electorales. Ante la duda racional que se preguntaba si el chavismo sería capaz de entregar el poder al perder las elecciones el majestuoso e impetuoso discurso de María Corina se descendía en forma apabullante para disipar el escepticismo e imponer certezas. En este acto de prestidigitación política María Corina tuvo un extraordinario éxito porque efectivamente logró convencer a millones de venezolanos que era posible vencer electoralmente al chavismo y cobrar, esto es lograr que este aceptara el resultado y entregará el poder. Sin esa convicción muy pocos habrían ido a votar.

Pasado el 28 de Julio y conocida la forma como el chavismo se robó una vez más las elecciones los venezolanos volvemos a tener otra cita con la realidad. No es posible sacar al chavismo con votos como María Corina Machado nos ofreció. La tesis electoral ha vuelto a fracasar, no por falta de voluntad de los venezolanos sino por su intrínseca inviabilidad para enfrentar a un régimen fascista.

Sin embargo, aún hay millones de venezolanos que creen en María Corina y se niegan a aceptar la brutal realidad. Es a ellos a quienes María Corina les habla cuando con un discurso ambiguo, ambivalente y melifluo dice “cosas grandes van a pasar”, “ya la transición comenzó”, “vamos bien, pero no podemos revelar la estrategia”, “el régimen está más débil que nunca”, etc.

Con el paso de los días las ilusiones de un cambio por la vía electoral-institucional se desvanecen y mucha gente comienza a reactivar sus planes para emigrar. La promesa de que Edmundo Gonzalez podría juramentarse como presidente e iniciar formalmente un gobierno con el apoyo de la difusa comunidad internacional no es más que una quimera o alimento para los ilusos.

Las realidades marchan a paso firme y brutal por otros senderos distintos a los que María Corina Machado nos ha prometido. La realidad es que no hay forma de sacar al chavismo con votos y que este entregue el poder en forma pacífica. La realidad es que Edmundo González sólo podrá ser juramentado simbólicamente como presidente en alguna plaza de España, pero mientras el régimen chavista controle el poder en Venezuela no podrá ser presidente en ejercicio.

La desilusión y el desengaño ante la dramática realidad son tan grandes que han movido a la propia María Corina a matizar su discurso y emprender una delicada y sofisticada maroma para hacerle concesiones a la realidad con la esperanza de que la gente, que hasta ahora la ha acompañado ciegamente, no se dé cuenta del engaño o la contradicción.

La expresiones de Machado “ya los venezolanos hicimos nuestra parte (votamos), ahora le toca a la comunidad internacional actuar (intervenir)” fueron ya un primer intento de reconciliarse con la realidad y matizar sus promesas originales. Luego vendría el desahogo desde la impotencia para cambiar las cosas en una entrevista con la periodista Carla Angola cuando con una voz asfixiada y angustiada finalmente admite “no sé cuántos días faltan, c… no sé”. Ha podido agregar, ya basta no me preguntan más por lo mismo. Víctima de las expectativas que ella mismo creó, María Corina ahora comienza a aceptar la realidad aunque para proteger la fragilidad de nueva maroma tenga que usar el popular coloquialismo venezolano como armadura.

Dependiendo si se es religioso o no, se podría decir que solo Dios sabe cuándo nos libraremos del chavismo, o ni Dios lo sabe. La realidad es que más allá de las promesas majestuosas y las fantasías pretenciosas ni siquiera María Corina Machado, al igual que el resto de los mortales, sabe cuándo y cómo saldremos del chavismo en Venezuela.- @humbertotweets

jueves, 21 de noviembre de 2024

¿Ante quien se juramentará Edmundo González?

            La oposición que encabeza María Corina Machado ha comenzado a pivotar de sus posturas originales que aseguraban que la transición estaba en marcha a otras más moderadas pero que aún tratan de transmitir certeza y mantener el optimismo frente a un muy improbable cambio de gobierno en Venezuela en el corto plazo.

            La nueva prédica dice que los venezolanos ya hicieron su parte del trabajo con ir a votar el 28 de julio y salir a protestar el robo de las elecciones en los días posteriores. Ahora le toca a la comunidad internacional hacer su parte. Esto sugiere que para cobrar el triunfo electoral de Edmundo Gonzalez no era suficiente la victoria electoral sino ahora se requiere algún tipo de presión internacional que de alguna forma obligue al régimen chavista a entregar el poder.

            No parece probable que el Estado chavista encabezado por Nicolás Maduro se siente a negociar las condiciones de su salida como tantas veces lo ha proclamado María Corina Machado, ni siquiera con Donald Trump en la presidencia de los EEUU y de mantenerse el contexto geopolítico actual.

            Los países que conforman esa llamada comunidad intencional y que han fijado una posición frente al chavismo en Venezuela han encontrado un nicho muy cómodo para mostrar una solidaridad simbólica con la causa venezolana sin comprometerse a una abierta confrontación militar o incluso política con el Estado chavista. Si se revisan cuidadosamente la mayoría de las declaraciones de apoyo escritas en un sencillo y ambiguo lenguaje diplomático, todas ellas aluden al reconocimiento del triunfo electoral de Edmundo González el pasado 28 de julio, pero no a un reconocimiento a su persona como el nuevo presidente electo del gobierno de Venezuela.

            La excepción la acaba de marcar el gobierno de los Estados Unidos con el presidente saliente Joe Biden quien en una astuta jugada política decidió reconocer a Gonzalez como presidente electo sin tomar ninguna otra decisión para ejercitar ese reconocimiento. Se trata más de una manobra movida por intereses de política interna que el genuino deseo de ver un cambio político en Venezuela. Sobre esto habrá que esperar hasta el 20 de Enero de 2025 cuando Donald Trump asuma la presidencia de los EEUU para saber cuál efectivamente será la política del nuevo gobierno frente al chavismo.

            Mientras esto se define anticipamos que otros países esperarán hasta el 20 de enero y seguirán optando por reconocer el resultado del 28J, más no al presidente electo. Esta pequeña distinción tiene importantes implicaciones políticas que desbordan lo semántico ya que reconocerlo como presidente electo conduciría a reconocerlo como presidente en ejercicio después del 10 de enero de 2025 y esto a su vez llevaría a un rompimiento de relaciones con el régimen chavista para eventualmente reeditar el fracasado episodio del gobierno interino de Juan Guaidó, aunque ahora quizás se le llame gobierno en el exilio. Esta es una ruta que muy probablemente la mayoría de los países con los Estados Unidos a la cabeza no querrán transitar tomando en cuenta experiencias anteriores.

Sin embargo, los intereses geopolíticos de cada país que integra esa comunidad internacional no necesariamente tienen que coincidir con los de los venezolanos que queremos salir del chavismo. Y ante la ausencia de fórmulas concretas y viables para resolver el que hacer el 10 de enero luce probable que la oposición de María Corina Machado y la MUD cumpla la parte de la promesa que ofrece juramentar a Edmundo González como presidente de Venezuela. Si esto se hace en una plaza de España o termina en un ejercicio simbólico del poder ya es otra discusión que nadie parece dispuesto a abordar por el momento.

Quienes insisten en seguir la secuencia de eventos tal como ha sido anunciada argumentan que Edmundo González podría juramentarse ante la Asamblea Nacional del 2015 y el TSJ designado por aquella, ambos operando desde el exilio. En realidad el problema no es jurídico-legal. Poco o nada resuelve que Gonzalez se juramenta ante ambas instancias y estas lo proclamen presidente en ejercicio.

El problema de fondo a resolver es cómo esa juramentación de connotaciones simbólicas lleva a convertir al gobierno de Edmundo González en el poder político realmente existente en Venezuela con todas las derivaciones políticas y militares.

Todo parece indicar que estamos frente a una reedición del gobierno interino de Juan Guaidó, pero ahora con menos fuerza e influencia tanto en la política interna como en el contexto internacional. Y mientras las esperanzas por un cambio político en Venezuela en el corto plazo se desvanecen, más venezolanos siguen haciendo maletas para huir de la barbarie chavista.- @humbertotweets

lunes, 18 de noviembre de 2024

La vía electoral ha sido derrotada nuevamente

            De alguna manera los venezolanos que hemos venido siguiendo el proceso desde 1999 hemos visto el progresivo desplome del antiguo régimen político para dar paso a una nueva forma de Estado fascista y totalitario.

Sin embargo, una de las particularidades del fascismo chavista del siglo XXI es que parece facilitarle el trabajo a sus aliados internacionales hasta ahora, y a diferencia de Cuba, permitía unas farsas electorales para dar una caricaturesca apariencia democrática y lanzarle unas migajas clientelares a la falsa oposición.

Durante muchos años María Corina Machado estuvo al frente de un movimiento que representaba la mayoritaria opinión del país en contra de participar en esas estafas electorales orquestadas por el chavismo, lo cual la desmarcaba de la MUD y la presentaba como una líder con un planteamiento realista y diferente. Para evitar confusiones siempre hay que recordar que la popularidad y el liderazgo de María Corina Machado crecieron y se fortalecieron luchado precisamente en contra de las tesis electorales siempre defendidas por la falsa oposición agrupada en la MUD/PUD.

Hoy resulta claro que el cálculo político de María Corina consistía en usar su popularidad y liderazgo para hacerlo valer dentro de los predios de la MUD/PUD para asumir la jefatura de ese bloque que antes la despreciaba. Es este propósito y no otro lo que lleva a Machado a dar un gran viraje en su postura política demostrando un pragmatismo militante aunque muchos veamos en la jugada una combinación insólita de cinismo y oportunismo.

Sin sentirse obligada a explicar su súbito e inesperado cambio de postura, María Corina Machado pivotó de abogar por una resistencia frente a la estafa electoral chavista a convertirse en la más ferviente defensora de la tesis del voto como la vía para sacar al chavismo del poder.

El giro emprendido por María Corina produjo resultados. Como era de esperar los operadores de la falsa oposición le dieron le dieron la bienvenida a la nueva María Corina que, según ellos, finalmente había madurado políticamente y entrado en razón. Muchos de quienes acompañamos a María Corina de la primera etapa con sus tesis contra la estafa electoral quedamos sorprendidos. Pero muchos otros cayeron fácilmente en la trampa y sucumbieron ante el engaño.

La conclusión que se presentaba era obvia pero engañosa. Si María Corina Machado apoya la tesis electoral es porque seguramente si hay una forma de ganarle al chavismo con votos, una forma secreta, casi esotérica, que los otros no vieron pero ella sí. Con su viraje María Corina Machado volvió a revivir las ya abandonadas ilusiones y fantasías electorales en una posición se pensaba había madurado en la mayoría de la población pero que súbitamente perdió fuerza ante el ímpetu de la nueva promesa electoral, otra más en estos 25 años de chavismo.

Con esa renovada emoción millones de venezolanos llegaron al 28 de julio convencidos que sí existía alguna fórmula -¿mágica?- para ganar y lograr el reconocimiento por parte del chavismo. De lo contrario muy poca gente habría ido a votar y en su lugar habrían adelantado su viaje vía el Darién. Las dudas razonables de no pocos venezolanos ante una promesa tan ambiciosa como audaz fueron pulverizadas con un slogan pleno de certeza creado por la propia María Corina Machado “Esta vez vamos a ganar y a cobrar”.

La tesis reconocía de hecho todos los intentos electorales anteriores pero con la promesa de que esta vez sería diferente porque había la intención de cobrar. Como si en los anteriores intentos fallidos esta no hubiese existido.

Pero así como María Corina pulverizó las dudas en la vía al 28 de julio, los eventos que se han sucedido después de esta fecha a su vez han reducido a polvo las esperanzas y las ilusiones electorales. La nauseabunda y asqueante realidad nos ha demostrado, una vez más, que no existe vía electoral o institucional para que el chavismo algún día entregue el poder en forma civilizada y pacífica. Y con esa realidad habrá que trazar las nuevas estrategias para destronar al fascismo chavista del siglo XXI.

Con razón mucha gente se pregunta si eran necesarios todos los presos, torturados y asesinados por creer en la fallida tesis electoral. ¿Valió la pena? En algún momento habrá que hacer un ajuste de cuentas en términos políticos con una oposición que ha insistido durante 25 años, y aún insiste, que al chavismo se le puede derrotar con sus propias reglas. Si no nos planteamos ese debate entraremos en un proceso casi irreversible y más oscuro aún de cubanización de la política en Venezuela. Aunque del país solo quede un cascarón vacío la macolla chavista buscará quedarse con él como último reducto de poder.- @humbertotweets

jueves, 14 de noviembre de 2024

Rusia y petróleo serán las claves de Trump frente al chavismo

            El triunfo de Donald Trump en los Estados Unidos ha creado expectativas de lo que podría ser su política frente al fascismo chavista que gobierna en Venezuela. Muchas de estas expectativas se ven magnificadas por el discurso de la oposición que lidera María Corina Machado que no duda en argumentar que ya los venezolanos hicieron su parte del trabajo (votar en el fraude electoral del 28 de Julio) y ahora le corresponde a la llamada comunidad internacional actuar (Intervenir por la vía de sanciones o de otras formas).

            Es cierto que los Estados Unidos forman parte de esa amorfa y contradictoria masa de intereses comúnmente etiquetada como “comunidad internacional”. Lo que si definitivamente no es acertado es suponer o esperar que los EEUU va a sujetar su política exterior (su postura frente a Venezuela, por ejemplo) a los intereses de un casual y episódico club de países y menos aún lo hará tomando en cuenta los intereses de los venezolanos.

            Puntualizar esto suena brutal y de hecho lo es porque la política y la política son brutales por definición y emanan de las entrañas pragmáticas de los intereses particulares de cada Estado o nación. Decir esto no supone ver o calificar a los Estados Unidos como un país enemigo o indiferente a la causa venezolana. Simplemente los Estados Unidos con Trump o con cualquier otro presidente tiene unas prioridades específicas como las tendría Venezuela si estuviese en su lugar.

            Por esto consideramos que es un error exagerar la expectativa de una posible intervención de Donald Trump en los asuntos de Venezuela. Es decir, lo que es importante y esencial para los venezolanos no es necesariamente importante para Trump y los EEUU y esto no se puede ver con los ojos de la moral sino con los ojos pragmáticos de la política.

            Sin duda Donald Trump tendrá que definir una política hacia Venezuela diseñada en función de los intereses particulares de los Estados Unidos. Si esta política ayuda o no a la causa venezolana de derrotar al fascismo chavista eso ya es otra discusión. A diferencia de otros políticos y analistas pensamos que la tesis de Trump frente al chavismo no estará basada en las ideas de democracia y derechos humanos como sería la aspiración de muchos venezolanos.

            Lo más probable es que la política de Donald Trump hacia Venezuela sea el resultado colateral de las negociaciones entre los EEUU y Rusia para terminar la guerra en Ucrania y la tesis energética de Trump que busca liberar las reservas de petróleo y taladrar más para encontrar nuevos yacimientos que le permitan a este país influir para bajar los precios del petróleo y una independencia frente a países productores como Venezuela.

            Sin necesidad de tener que eliminar las licencias y las concesiones a multinacionales consentidas del chavismo como la Chevron estas empresas perderían interés en extraer petróleo de Venezuela al perder los incentivos ofrecidos por el mercado.

            Y esta situación no podría ser corregida por el gobierno venezolano tratando de venderle petróleo barato a Rusia, Irán o China porque se trataría de una situación que afectaría los precios del petróleo a escala global.

            Una negociación con Vladimir Putin que ponga fin a la guerra en Ucrania podría agregar otras pequeñas concesiones tales como limitar o suspender la asistencia militar que Rusia concede a los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Ya Putin se desentendió de la petición de Venezuela en el tema de los BRICS y no debería extrañar que replantee sus relaciones con el chavismo a la luz de una nueva situación geopolítica con los Estados Unidos.

            Pensar que la designación de Marco Rubio como Secretario de Estado norteamericano significa un endurecimiento de la política de los Estados Unidos hacia Venezuela es una ingenuidad. Las políticas y las decisiones de Marco Rubio dependen de las que dicte el presidente norteamericano Donald Trump y las de este a su vez dependen de los intereses específicos del Estado norteamericano.

            En cuanto a las relaciones bilaterales es posible que veamos una extensión de la política de Joe Biden marcada por un reconocimiento al triunfo electoral de Edmundo Gonzalez, más no un reconocimiento a un eventual gobierno interino. A su vez se mantendría la política de no reconocer formalmente al gobierno de Nicolás Maduro pero sí ejercitar un reconocimiento de facto como el gobierno realmente existente en Venezuela lo que de hecho dejaría abierta la posibilidad de una negociación en el mediano plazo.

            El diseño de una estrategia política de resistencia y verdadera oposición en Venezuela debe tomar en cuenta estas claves de la geopolítica, sin prejuicios morales y con pragmatismo, si aspira a ser una estrategia exitosa en el futuro.- @humbertotweets

lunes, 11 de noviembre de 2024

Las opciones de Trump frente al chavismo

            El regreso de Donald Trump a la presidencia podría transformar la relación de Estados Unidos con el régimen de Nicolás Maduro en Venezuela. En 2019, Trump apoyó el interinato de Juan Guaidó, pero ese ensayo de gobierno paralelo terminó en un estruendoso fracaso. Es probable que la nueva política de Trump hacia Venezuela contemple tres opciones distintas o una combinación de ellas: una confrontación directa, el reconocimiento de un gobierno en el exilio y el uso de sus políticas energéticas como herramienta de presión.

Trump ya aplicó una política de "máxima presión" en su primer mandato, imponiendo sanciones económicas, financieras y diplomáticas para debilitar al régimen de Maduro. Estas sanciones no resultaron suficientes y tampoco lograron sacar al chavismo del poder. En un nuevo mandato, Trump podría endurecer esta estrategia, aplicando sanciones aún más restrictivas y centradas no solo en altos operadores del régimen chavista sino también esta vez incluyendo a sus familiares y relacionados.

No obstante, una confrontación directa es riesgosa. Venezuela ya enfrenta una grave crisis humanitaria, y una política más agresiva podría empeorar la situación y desestabilizar aún más la región. Además, una intervención de este tipo podría enfrentar la oposición de la comunidad internacional y algunos sectores en Estados Unidos, donde aún se prefiere un enfoque diplomático.

Otra estrategia que Trump podría adoptar es reconocer a Edmundo González como presidente del gobierno. Este reconocimiento permitiría a Estados Unidos apoyar una alternativa democrática sin involucrarse en una intervención militar directa. Con respaldo diplomático y financiero, este gobierno en el exilio podría ser una alternativa simbólica al régimen de Maduro.

Sin embargo, este enfoque presenta limitaciones. Tras el fracaso de Guaidó, la oposición venezolana está debilitada, dividida y desacreditada, lo que podría reducir la efectividad de un gobierno en el exilio. Además sería un gobierno simbólico sin el control de un metro de territorio. Lo más probable es que Trump adopte una política similar a la de otros países que han optado por reconocer a Edmundo Gonzalez como presidente electo mientras se reconoce de facto a Nicolás Maduro como presidente del gobierno realmente existente en Venezuela.

Un factor que sí podría influir directamente a la hora de desestabilizar al chavismo es la política energética de Trump. Defensor de incrementar la producción de petróleo y gas natural en Estados Unidos mediante el fracking y otras técnicas intensivas (“Drill Baby, Drill”), Trump podría impulsar una sobreoferta de crudo en los mercados globales. Esto podría reducir los precios del petróleo, afectando directamente los ingresos de Venezuela, cuya economía depende del petróleo. Con ingresos reducidos y una industria petrolera totalmente desmantelada, Maduro tendría menos recursos para mantener su aparato represivo militar-policial.

Además, una mayor producción de petróleo en Estados Unidos disminuiría la necesidad de importar crudo de otros países, limitando la influencia de regímenes como el de Maduro. Esta independencia energética sería una herramienta de presión que fortalecería la posición de Trump contra el chavismo.

La política de Trump hacia Venezuela podría ser distinta a la que ha aplicado hacia Cuba. Aunque ambos son regímenes totalitarios, el impacto de Venezuela en la estabilidad regional es mucho mayor. Mientras que con Cuba la estrategia ha sido principalmente de aislamiento, con Venezuela Trump podría buscar alianzas regionales, especialmente con países que también se oponen al régimen de Maduro con algunas novedosas situaciones como el veto de Brasil y la indiferencia de Colombia.

Esta diplomacia regional podría ser fundamental para presionar al régimen venezolano desde múltiples frentes, mientras que una política de aislamiento, como la aplicada a Cuba, no sería suficiente debido a la crisis migratoria y al impacto que Venezuela tiene en sus países vecinos.

La política de Donald Trump hacia Venezuela podría consistir en una combinación de presión económica, reconocimiento de un presidente electo, más no de su gobierno, y una producción masiva de petróleo en Estados Unidos para debilitar económicamente al régimen de Maduro. La confrontación directa y la máxima presión seguirán siendo opciones en la mesa, aunque se verán limitadas por los riesgos de desestabilización en la región y fundamentalmente por una de las promesas que llevó a Trump a ganar su segunda presidencia: Más énfasis en la política interna y menos intervención de los EEUU en los asuntos de otros países.

Parafraseando lo que dijo el propio Trump una vez con relación a Venezuela, en la política todas las opciones siempre están en la mesa. Aunque según la coyuntura unas tengan más peso que otras.- @humbertotweets

jueves, 7 de noviembre de 2024

Política en la zona de tolerancia

            Hay varias cosas que son evidentes en la actual coyuntura política que vive Venezuela. El régimen chavista opera con estrategias y métodos propios de un sistema totalitario como el cubano y ensaya su propia versión de fascismo. La inmensa mayoría de los venezolanos desconoce, repudia y ha expresado rechazo a ese régimen de varias maneras. La naturaleza totalitaria y fascista del régimen chavista lo lleva a cancelar las instituciones democráticas y usar la fuerza para mantenerse en el poder.

            En ausencia de garantías constitucionales para la participación política es imposible aspirar a un cambio de régimen desde las entrañas del mismo régimen o respetando su pseudo legalidad como vanamente ha intentado la falsa oposición electoral en estos 25 años.

            Para sacar del poder a un régimen fascista y totalitario como el chavista no existe otra salida que las vías de fuerza bien sean éstas derivadas de un conflicto interno o externo. Internamente las opciones serían un levantamiento popular que logre apoyos de sectores militares o una rebelión militar dentro de las propias fuerzas militares chavistas. Ambas opciones lucen hoy distantes por la ausencia de una resistencia organizada políticamente y la represión masiva y sistemática que aplica el régimen a la población civil desarmada y a sus propios militares para prevenir una rebelión.

            Esto deja sobre la mesa la opción de una eventual intervención militar internacional cosa que se dice muy fácilmente pero que por sus graves implicaciones nunca logra materializarse. Lo primero que hay que comprender es que ningún país, ni siquiera los Estados Unidos, está obligado a intervenir en el conflicto interno de Venezuela para corregir la situación. Y esto es así porque la racionalidad de cada estado es actuar en defensa de sus propios intereses no en defensa de los intereses de otros.

            Casi siempre se invoca la presunta jurisdicción universal de los derechos humanos para justificar la intervención de un Estado en los asuntos internos de otro, pero ese argumento retórico en realidad enmascara una realidad geopolítica cuando un Estado llega a la conclusión que es vital para sus intereses intervenir en los asuntos de otro.

            El punto aquí es entender que ningún país entrara en un conflicto directo con Venezuela solo para salvar a los venezolanos del fascismo chavista. Y mientras esto sea así no veremos más que declaraciones diplomáticas de condena al régimen y solidaridad con los venezolanos unas más altisonantes que otras, pero nada más.

            El chavismo entiende esta dinámica y la explota en su beneficio. Esto le permite atacar a los Estados Unidos en foros internacionales como la ONU al mismo tiempo que en forma puntual y confiable le suministra petróleo barato. Y no se olvide que a pesar de estar formalmente rotas las relaciones entre Venezuela y los EEUU las negociaciones entre ambos continúa en forma fluida, directa y sin intermediarios.

            El Estado chavista parece haber encontrado una zona de tolerancia en la cual puede insultar y vejar a sus pares internacionales sin mayores consecuencias en la medida en que no afecte intereses sensibles de otros Estados. Esta política le ha rendido dividendos a un país como Cuba que sobrevive y colapsa en las narices de los Estados Unidos sin que este país muestre la menor intención de querer intervenir para salvar al pueblo cubano como también podría considerar hacerlo con el venezolano.

            A las acusaciones de los vínculos del régimen chavista con organizaciones terroristas antinorteamericanas como Hamas y Hezbollah los Estados Unidos no les ha otorgado credibilidad y quizás por eso aún Venezuela no entra en la lista de países enemigos de los EEUU. Sin embargo, hay sectores envalentonados dentro del régimen chavista que están presionando para hacer un pacto con Irán que le permita a este país instalar un complejo industrial militar en Venezuela. De concretarse esta operación la misma constituiría un acto de provocación que no pasaría desapercibido para los Estados Unidos y el abandono inmediato de la política en la zona de tolerancia que hasta ahora ha beneficiado al chavismo.- @humbertotweets

lunes, 4 de noviembre de 2024

Por fin el fascismo chavista tendrá que negociar

            En la era chavista y desde 1999, la idea que se tiene en Venezuela de una negociación política se ha pervertido y degradado para quedar convertida en una maniobra grotesca y recurrente que le permite al chavismo burlarse de las partes y ganar tiempo para las jugadas subsiguientes.

Esta ha sido historia desde aquellas mesas de negociación que montó José Vicente Rangel con el Centro Carter hasta el día de hoy.  No importa si el chavismo negocia con la falsa oposición, si la contraparte es el gobierno de los Estados Unidos o si el garante es el majestuoso reino de Noruega. El resultado es el mismo. El chavismo siempre logra eludir los compromisos escritos, generalmente argumentado algún extraviado pie de página o alguna nota al margen escrita en tinta invisible que había pasado inadvertida para la contraparte.

Las negociaciones entre el chavismo y la falsa oposición solo han servido para entretener a estos opositores con los mendrugos electorales logrando casi siempre llevar a estos operadores políticos mansamente al matadero electoral. Ni siquiera María Corina Machado se salvó de la suculenta tentación chavista de participar en el fraude electoral del 28 de julio pasado con la fantasiosa idea de que el chavismo perdería, aceptaría el resultado y entregaría el poder.

Similar experiencia ha tenido el gobierno de los Estados Unidos, adicto al petróleo barato y confiable, al creer que el chavismo haría significativas concesiones en materia electoral y hasta sería parte de una transición para dejar el poder si los EE UU liberaban a los narcosobrinos que en su momento fueron una preciosa pieza de trueque. Los Estados Unidos cumplieron su parte, en una jugada legal insólita que algún día tendrá que ser revisada por el sistema legal norteamericano. Sin embargo liberados los narcosobrinos el chavismo no cumplió con lo prometido y se limitó a liberar a los ciudadanos norteamericanos que tenía como rehenes lo cual redujo esta ambiciosa operación política a una más simple de canje de prisioneros.

Pero el chavismo siempre pide más, a veces para probar la resistencia de su contraparte, y a la liberación de los narcosobrinos se sumó la audaz demanda de liberar al operador chavista Alex Saab. Esto que también parecía improbable fue otorgado prácticamente a cambio de nada.

Quienes desde la falsa oposición venezolana y la comunidad internacional insisten en plantear una salida negociada con el chavismo parecen olvidar que la negociación como tal nunca es un fin en sí mismo sino que más bien es un vehículo o un instrumento que conduce a otras situaciones. Pero además deliberadamente se ignora lo más importante: una negociación, cualquiera que ella sea, no brota del deseo o la voluntad de las partes sino más bien de las necesidades reales y materiales que obligan a éstas a buscar una situación transnacional de entendimiento.

La falsa oposición venezolana  ha creído, y aún está convencida, que el chavismo necesita legitimidad para gobernar y mantenerse en el poder. Esta idea totalmente falsa los lleva a pensar que para el chavismo es esencial un resultado electoral transparente y creíble. Por lo cual con la esperanza de que el chavismo no se atreva a ser tan vulgar y grotesco a la hora de robarse las elecciones se abren las posibilidades de derrotarlo electoralmente. Y suponiendo que al chavismo realmente le importa que no le identifiquen como una tiranía fascista entonces quizás hasta entreguen el poder.

La realidad ha demostrado que el chavismo no necesita de las elecciones para seguir en el poder, que tampoco importa que le llamen tiranía y que además el asunto de la legitimidad para ellos es absolutamente irrelevante.

Con los Estados Unidos ocurre algo parecido porque en realidad el chavismo puede seguir operando a escala internacional sin el reconocimiento formal de los Estados Unidos, aunque esto es más simbólico porque en la práctica los Estados Unidos reconocen al Estado chavista como el poder político realmente existente en Venezuela. Lo que si no es posible para los Estados Unidos es prescindir de un proveedor barato y confiable de petróleo como Venezuela, sobre todo para sostener sus compromisos con Ucrania en la guerra contra Rusia.

Es suma, mientras no exista una situación que lleve al régimen chavista a un estado de necesidad y lo obligue a ceder algo para conseguir otra cosa de valor ninguna negociación será posible. Desde esta perspectiva hemos argumentado en el pasado que una situación de guerra interna o externa que fracture al Estado chavista podría perfectamente reproducir las condiciones necesarias para una negociación verdadera con algunas de las facciones del régimen. Pero esa es una posibilidad que al día de hoy parece aún muy distante.

Sin embargo, en las últimas semanas se ha revelado una situación que se venía fermentado desde hace tiempo y que si parece obligar al chavismo a negociar de verdad. Esto es, a emprender una negociación verdadera y no las caricaturas ejercitadas con la falsa oposición y los Estados Unidos.

El veto de Luiz Inacio Lula Da Silva para que Venezuela entre al grupo de los BRICS ha sido un duro golpe que ha puesto al chavismo a la defensiva. El régimen chavista no tiene absolutamente nada que aportar al bloque de los BRICS, ni siquiera petróleo. Es el Estado chavista quien necesita desesperadamente arrimarse a los BRICS para participar de los beneficios financieros que le permitan los recursos suficientes para pagar por el mantenimiento de su Estado militar-policial.

Es la primera vez en muchos años que el chavismo quiere algo que necesita en forma desesperada para sobrevivir y no puede conseguirlo con empujones ni amenazas. Vladimir Putin, aliado del régimen chavista y voz influyente en los BRICS, habría dicho que Venezuela tiene que resolver su situación directamente con Brasil para poder entrar al grupo. Y Brasil ha dicho que hasta que el chavismo no muestre las actas del 28J “desglosadas por mesa” no reconocerá al gobierno de Maduro y tampoco levantará su veto para que Venezuela entre a los BRICS.

Finalmente, el régimen chavista vulgar, altanero y arrogante, en contra de su voluntad  y obligado por las circunstancias tendrá que sentarse a negociar con Brasil y tendrá que ceder algo de valor para lograr lo que quiere. En otro artículo analizaremos porque Brasil actúa de esta manera, más allá de la simplista explicación que lo atribuye al fraude electoral del 28J. Por ahora hay que seguir con atención esta nueva dinámica que obliga al régimen chavista a sentarse a negociar de verdad por primera vez en muchos años. Y por supuesto habrá que calibrar la posición de Brasil quien tiene la posibilidad única e histórica, no de sentarse a negociar con el chavismo sino de ponerlo de rodillas en todos los terrenos. Porque la tentación de hacerlo es muy grande.- @humbertotweets