En la era chavista y desde 1999, la idea que se tiene en Venezuela de una negociación política se ha pervertido y degradado para quedar convertida en una maniobra grotesca y recurrente que le permite al chavismo burlarse de las partes y ganar tiempo para las jugadas subsiguientes.
Esta ha sido historia desde aquellas mesas de negociación que montó José
Vicente Rangel con el Centro Carter hasta el día de hoy. No importa si el chavismo negocia con la
falsa oposición, si la contraparte es el gobierno de los Estados Unidos o si el
garante es el majestuoso reino de Noruega. El resultado es el mismo. El
chavismo siempre logra eludir los compromisos escritos, generalmente argumentado
algún extraviado pie de página o alguna nota al margen escrita en tinta
invisible que había pasado inadvertida para la contraparte.
Las negociaciones entre el chavismo y la falsa oposición solo han
servido para entretener a estos opositores con los mendrugos electorales
logrando casi siempre llevar a estos operadores políticos mansamente al
matadero electoral. Ni siquiera María Corina Machado se salvó de la suculenta
tentación chavista de participar en el fraude electoral del 28 de julio pasado
con la fantasiosa idea de que el chavismo perdería, aceptaría el resultado y
entregaría el poder.
Similar experiencia ha tenido el gobierno de los Estados Unidos,
adicto al petróleo barato y confiable, al creer que el chavismo haría
significativas concesiones en materia electoral y hasta sería parte de una
transición para dejar el poder si los EE UU liberaban a los narcosobrinos que
en su momento fueron una preciosa pieza de trueque. Los Estados Unidos
cumplieron su parte, en una jugada legal insólita que algún día tendrá que ser
revisada por el sistema legal norteamericano. Sin embargo liberados los
narcosobrinos el chavismo no cumplió con lo prometido y se limitó a liberar a
los ciudadanos norteamericanos que tenía como rehenes lo cual redujo esta
ambiciosa operación política a una más simple de canje de prisioneros.
Pero el chavismo siempre pide más, a veces para probar la
resistencia de su contraparte, y a la liberación de los narcosobrinos se sumó
la audaz demanda de liberar al operador chavista Alex Saab. Esto que también
parecía improbable fue otorgado prácticamente a cambio de nada.
Quienes desde la falsa oposición venezolana y la comunidad
internacional insisten en plantear una salida negociada con el chavismo parecen
olvidar que la negociación como tal nunca es un fin en sí mismo sino que más
bien es un vehículo o un instrumento que conduce a otras situaciones. Pero
además deliberadamente se ignora lo más importante: una negociación, cualquiera
que ella sea, no brota del deseo o la voluntad de las partes sino más bien de
las necesidades reales y materiales que obligan a éstas a buscar una situación
transnacional de entendimiento.
La falsa oposición venezolana
ha creído, y aún está convencida, que el chavismo necesita legitimidad
para gobernar y mantenerse en el poder. Esta idea totalmente falsa los lleva a
pensar que para el chavismo es esencial un resultado electoral transparente y
creíble. Por lo cual con la esperanza de que el chavismo no se atreva a ser tan
vulgar y grotesco a la hora de robarse las elecciones se abren las
posibilidades de derrotarlo electoralmente. Y suponiendo que al chavismo
realmente le importa que no le identifiquen como una tiranía fascista entonces
quizás hasta entreguen el poder.
La realidad ha demostrado que el chavismo no necesita de las
elecciones para seguir en el poder, que tampoco importa que le llamen tiranía y
que además el asunto de la legitimidad para ellos es absolutamente irrelevante.
Con los Estados Unidos ocurre algo parecido porque en realidad el
chavismo puede seguir operando a escala internacional sin el reconocimiento
formal de los Estados Unidos, aunque esto es más simbólico porque en la
práctica los Estados Unidos reconocen al Estado chavista como el poder político
realmente existente en Venezuela. Lo que si no es posible para los Estados
Unidos es prescindir de un proveedor barato y confiable de petróleo como
Venezuela, sobre todo para sostener sus compromisos con Ucrania en la guerra
contra Rusia.
Es suma, mientras no exista una situación que lleve al régimen chavista
a un estado de necesidad y lo obligue a ceder algo para conseguir otra cosa de
valor ninguna negociación será posible. Desde esta perspectiva hemos
argumentado en el pasado que una situación de guerra interna o externa que
fracture al Estado chavista podría perfectamente reproducir las condiciones
necesarias para una negociación verdadera con algunas de las facciones del
régimen. Pero esa es una posibilidad que al día de hoy parece aún muy distante.
Sin embargo, en las últimas semanas se ha revelado una situación que
se venía fermentado desde hace tiempo y que si parece obligar al chavismo a
negociar de verdad. Esto es, a emprender una negociación verdadera y no las
caricaturas ejercitadas con la falsa oposición y los Estados Unidos.
El veto de Luiz Inacio Lula Da Silva para que Venezuela entre al
grupo de los BRICS ha sido un duro golpe que ha puesto al chavismo a la
defensiva. El régimen chavista no tiene absolutamente nada que aportar al
bloque de los BRICS, ni siquiera petróleo. Es el Estado chavista quien necesita
desesperadamente arrimarse a los BRICS para participar de los beneficios
financieros que le permitan los recursos suficientes para pagar por el
mantenimiento de su Estado militar-policial.
Es la primera vez en muchos años que el chavismo quiere algo que
necesita en forma desesperada para sobrevivir y no puede conseguirlo con
empujones ni amenazas. Vladimir Putin, aliado del régimen chavista y voz
influyente en los BRICS, habría dicho que Venezuela tiene que resolver su
situación directamente con Brasil para poder entrar al grupo. Y Brasil ha dicho
que hasta que el chavismo no muestre las actas del 28J “desglosadas por mesa”
no reconocerá al gobierno de Maduro y tampoco levantará su veto para que
Venezuela entre a los BRICS.
Finalmente, el régimen chavista vulgar, altanero y arrogante, en
contra de su voluntad y obligado por las
circunstancias tendrá que sentarse a negociar con Brasil y tendrá que ceder
algo de valor para lograr lo que quiere. En otro artículo analizaremos porque
Brasil actúa de esta manera, más allá de la simplista explicación que lo
atribuye al fraude electoral del 28J. Por ahora hay que seguir con atención
esta nueva dinámica que obliga al régimen chavista a sentarse a negociar de
verdad por primera vez en muchos años. Y por supuesto habrá que calibrar la
posición de Brasil quien tiene la posibilidad única e histórica, no de sentarse
a negociar con el chavismo sino de ponerlo de rodillas en todos los terrenos.
Porque la tentación de hacerlo es muy grande.- @humbertotweets
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