Precisamente cuando el fascismo chavista venía desenfrenado linchando físicamente a quienes no le apoyan y burlándose de toda la llamada comunidad internacional de repente se ha encontrado contra su peor némesis: El Brasil que preside Luiz Inacio Lula Da Silva.
El
proverbio popular dice que no hay peor cuña que la del mismo palo. El
progresivo pivote de la postura de Brasil hacia el chavismo en Venezuela en
cierta forma sorprende porque se trata de un legendario aliado internacional
del régimen chavista cuyas posiciones ideológicas parecen ser similares.
Sorprende
que un gobierno autodenominado socialista, que ha sido instrumental para el
sostenimiento internacional del régimen chavista, no sólo haga presión para que
el chavismo demuestre que efectivamente ganó las elecciones el pasado 28 de
julio sino que además parece dispuesto a castigar la conducta inmoral del
Estado forajido.
Sin
embargo, para un análisis más comprensivo de la nueva postura de Brasil frente
a Venezuela hay que recordar y subrayar que este giro se comenzó a manifestar
en forma pública con los pactos de cooperación militar y las maniobras de
entrenamiento bélico entre Brasil y Guyana. Esto ocurrió después del 2018
cuando Guyana, que mantiene una disputa territorial activa frente a Venezuela,
acudió unilateralmente a la ONU para pedir una resolución al diferendo sobre el
Esequibo y la Corte Internacional de Justicia se declaró competente para
conocer la materia.
La
posición de Venezuela para recuperar el control soberano del Esequibo es débil
no sólo por la incompetencia y torpeza del régimen chavista sino por la
correlación de fuerzas a nivel internacional donde se ha creado un consenso
tácito para avalar una eventual decisión de la CIJ concediendo plena soberanía
a Guyana sobre el territorio en disputa.
Es
en este nuevo marco geopolítico que el Brasil de Lula, otrora aliado del
chavismo, atendiendo a sus propios intereses, decidió fortalecer sus relaciones
militares con Guyana mostrando una evidente preferencia en este conflicto.
Este
giro de Brasil seguramente fue percibido por el chavismo pero al mismo tiempo
desestimado ya que para el Estado chavista lo realmente importante es seguir en
el poder sin importar que eso signifique hacer concesiones territoriales a
otros países o incluso perder el Esequibo.
El
chavismo no reconoció la hostilidad de Brasil cuando este país se declaró como
un aliado militar de Guyana sino cuando Brasil ejerció su derecho de veto en
los BRICS para impedir la entrada de Venezuela. Sólo en ese momento el régimen chavista
replanteó su política frente a su antiguo aliado al punto de estar muy cerca de
una ruptura de relaciones.
Brasil
habría planteado que hasta tanto no se muestren las actas “desglosadas por
mesa” este país no reconoce a Nicolás Maduro como el ganador del 28J y
adicionalmente lo descalifica para ser miembro del emergente grupo de los
BRICS. Esto es sin duda un duro golpe para el régimen chavista que puede vivir
cómodamente con la pérdida del territorio Esequibo pero no sin la ansiada ayuda
financiera de los BRICS para sostener su aparato político militar-policial.
Nicolás
Maduro atendió la última reunión de los BRICS sólo para jugar el lastimoso
papel de la novia plantada en el altar. Con el veto de Brasil Venezuela no
entra en el grupo. Y honrando los protocolos de funcionamiento de esa alianza
geopolítica y comercial Vladimir Putin presidente de Rusia, quien favorece la
aspiración de Venezuela, habría dicho que el régimen venezolano tiene que
entenderse con Brasil para resolver el veto.
Es
quizás la primera vez en 25 años que el chavismo está obligado a negociar en
serio porque se encuentra en la difícil situación de querer algo que no es
posible lograr por otros medios. Estas no serán el tipo de negociaciones donde
un altanero Jorge Rodríguez abofetea al ex rector Vicente Díaz y se desdice con
desenfado de un acuerdo suscrito y firmado como lo ha hecho varias veces con
los Estados Unidos.
Estas
negociaciones que empezaran en cualquier momento entre Venezuela y Brasil serán
diferentes a las realizadas con la falsa oposición, porque si el régimen
chavista no pone en la mesa algo de valor político y geopolítico sustancial y
tangible no entra a los BRICS. Y esto tendría dramáticas y decisivas
consecuencias para el régimen venezolano.
“Con
Lula hemos topado, Sancho”. Ya era hora.- @humbertotweets