La gran debilidad de la oposición venezolana frente al chavismo consiste básicamente en fallar a la hora de caracterizar al régimen y entender cómo operan sus mecanismos internos. Hasta ahora las denominaciones usadas para etiquetar al régimen chavista van desde un mal gobierno, pasando por la de un sistema autoritario y llegando hasta la de una corporación criminal agenciada para el delito, entre muchas otras.
Cada
una de estas etiquetas provoca una estrategia distinta y diferente para
enfrentar al régimen. Por ejemplo, una de las más usadas es la de “régimen
autoritario”. Esta invita a un reconocimiento del sistema
político-jurídico-electoral y a partir de allí tratar de ejercer presiones
internas e internacionales para que el régimen en acatamiento a su propia
legalidad entregue el poder.
Esta es la
base angular de la vía electoral cuyo último episodio ocurrió el pasado 28 de
julio. Sin embargo al no existir mecanismos institucionales como soporte de un
estado de derecho la voluntad de la mayoría queda brutalmente burlada con el
robo descarado de las elecciones frente a lo cual no existe ni siquiera el
recurso de apelación.
La concepción
de “régimen autoritario” aconseja agotar todas las vías institucionales
internas (aunque estas estén controladas totalmente por el chavismo) y externas
para corregir el exabrupto. Esto es precisamente lo que ha hecho la MUD y María
Corina Machado al constatar que no hay forma de lograr reconocimiento legal
para la elección de Edmundo Gonzalez dentro de Venezuela y proseguir en la
búsqueda de un reconocimiento internacional.
Pero esas vías
institucionales tanto internas como externas actúan más bien como una camisa de
fuerza que como una energía liberadora. Internamente el Tribunal Supremo de
Justicia, en nombre de la legalidad del régimen chavista y su Constitución de
1999 a cuyo imperio se someten María Corina Machado y la MUD, ha dicho que el
presidente electo es Nicolás Maduro.
La llamada “comunidad
internacional”, que como tal orgánicamente es inexistente, se ha expresado en
las declaraciones individuales de varios Estados que cuidadosamente identifican
a Edmundo Gonzalez como el ganador del 28 de julio pero al mismo tiempo se
abstienen de reconocerle el estatus de Presidente Electo.
Hemos
planteado en otras oportunidades que una cosa es expresar simpatía en términos
diplomáticos por la victoria de Edmundo Gonzalez y otra muy distinta es
declararle la guerra al Estado chavista para que le entregue el poder al hombre
que esos países reconocen como el ganador del 28J. Mientras lo segundo no
ocurra lo primero no será más que un simbólico saludo a la bandera.
Últimamente
también hemos visto como María Corina Machado le ha enviado mensajes tanto a
los militares como a los jueces (en ambos casos de indiscutible filiación
chavusta) haciéndoles un llamado a reconocer la voluntad de los venezolanos
expresada el 28 de julio y respetar la Constitución y las leyes (la legalidad
chavista establecida en 1999).
Estos llamados
no son otra cosa que una consecuencia del ejercicio de la vía electoral frente
a un régimen que Machado aún considera es autoritario y que contiene algunas
partes que se pueden salvar. La invitación de MCM asume que dentro del régimen
chavista todavía quedan reservas institucionales en los poderes judicial y
militar que podrían rebelarse en contra de la macolla dirigente.
Sin embargo,
la premisa de la que parte María Corina Machado es equivocada y conduce a una
estrategia errónea. No existen tales reservas como desearía Machado. Dentro del
régimen chavista hay grupos definidos por el reparto de los privilegios y el
botín, pero todos, sin excepción hacen causa común a la hora de defender un
régimen que les permite seguir saqueando en nombre de la revolución.
Este empeño en
saquear y lucrarse en nombre de la revolución tiene un sustrato cultural e
ideológico que con sus matices se apoya en sólidos elementos de la doctrina
fascista tales como la instauración de un estado totalitario, la imposición de
un régimen de partido único y la destrucción de la persona. En el fascismo
chavista del siglo XXI los clanes de poder no actúan como una federación sino
más bien como grupos definidos por intereses particulares y utilitarios pero
integrados en un solo sistema que ha demostrado una gran capacidad para
reproducirse y depurarse para seguir en el poder.
El carácter
eminentemente fascista del régimen chavista es lo que falla en reconocer o
admitir María Corina Machado y lo que la lleva a seguir pidiendo reconocimiento
a los resultados electorales del 28J y enviarles mensajes a los componentes de
ese Estado para que se rebelen. Quienes integran los poderes militar y judicial
dentro del Estado chavista no son elementos extraños a dicho régimen, todos
ellos son parte del Estado fascista que hay que derrocar y razón por la cual
nada se puede esperar de ellos como ingenuamente aspira María Corina Machado.- @humbertotweets
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