Las negociaciones de México entre la oposición de la MUD y el gobierno de Nicolás Maduro, los Acuerdos de Barbados y las elecciones por verificarse el 28 de Julio forman parte de una etapa que parece llegar a su fin.
El desmontaje del gobierno interino
de Juan Guaidó fue la llave para abrir el proceso de las negociaciones de
México.
En esa etapa la
prioridad para el gobierno de Maduro era ganar tiempo para ver debilitarse el
apoyo internacional a la oposición de la MUD, sortear el efecto de las
sanciones internacionales y avanzar a una escena electoral cuyo desarrollo
estuviese absolutamente controlado, por el gobierno por supuesto.
Para la oposición
(PU/MUD) el incentivo de negociar con el gobierno chavista era lograr
condiciones y garantías electorales para las elecciones de 2024.
Entre una ronda de
negociación y otra, con muy tímidos avances expresados en un lenguaje difuso y
ambivalente, pasaron muchas cosas.
Unos presos
políticos fueron liberados, pero aparecieron otros nuevos. La mayoría de los
partidos negociadores perdieron sus tarjetas y así su habilidad para postular.
Los nuevos dueños de las franquicias de los partidos judicializados se
constituyeron en “la mesita” o popularmente identificados como los alacranes.
Sin embargo,
existía la percepción de que la fuerza de la MUD residía en su presunta
capacidad para sugerirle al gobierno norteamericano como modular el tono de las
sanciones según el avance de las negociaciones con el gobierno de Nicolás
Maduro. Quizás esto fue así durante un tiempo muy breve hasta que el propio
gobierno de los EEUU hizo a un lado al intermediario y comenzó a negociar
directamente con el gobierno de Maduro sobre petróleo, intercambio de presos y
sanciones.
Es evidente que la
oposición de la MUD carece de capacidad y fuerza real negociadora con el
gobierno chavista sobre todo desde el momento que los Estados Unidos, por
razones estrictamente geopolíticas, los hicieron a un lado. Todas las
solicitudes de auxilio de la MUD a sus aliados internacionales (los EEUU
principalmente) son respondidas con tímidas expresiones de solidaridad y
ambiguas promesas de volver a aplicar sanciones, pero con excepciones.
La nueva etapa ya
ha comenzado y está caracterizada por el total desconocimiento de la MUD y sus
partidos por parte del gobierno chavista. En su lugar se le dará un papel más
preponderante a la otra oposición conformada por los partidos judicializados y
aquellos nuevos partidos que lograron postular sin ningún problema.
Jorge Rodríguez lo
dijo con claridad, pero en medio de los ruidos quizás pocos prestaron atención:
El Acuerdo de Caracas sustituye al de Barbados. Rodríguez aludía al compromiso
que firmaron los partidos judicializados y los que son bien vistos por el
gobierno con el CNE, que también es favorable al gobierno.
El Acuerdo de
Barbados hace tiempo dejó de existir y ya no es necesario para el gobierno de Nicolás
Maduro sobre todo ahora que los contactos y las negociaciones entre los Estados Unidos y el gobierno venezolano
son bilaterales y frecuentes. Por el contrario, los partidos de la MUD tienen
que aferrarse a dicho Acuerdo, aunque ya no tenga vida, porque de lo contrario
habrían perdido todo, literalmente.
La nueva etapa
comienza con un nuevo tipo de oposición más maleable y conveniente que
irreversiblemente sustituirá a la otra en la mesa de negociaciones con el
gobierno, aunque en esencia no exista mayor diferencia entre ellas.-@humbertotweets
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