lunes, 4 de marzo de 2024

¿El régimen tiene miedo?

            En la contienda política y electoral es usual el recurso maniqueo y dicotómico de plantear una falsa confrontación entre el miedo y la valentía. Es una contradicción falsa porque es un intento de ocultar la realidad reduciéndola a un simple psicologismo.

Este recurso es absolutamente inútil para el análisis y la praxis política porque enmascara contradicciones reales tales como las que se dan entre tiranos y oprimidos, ricos y pobres, trabajadores y patronos, etc. Sin embargo su uso tiene más una justificación propagandística para tratar de desmoralizar al contrario (los cobardes) y elevar la moral de los propios (los valientes).

A la luz de las detenciones arbitrarias de Rocío San Miguel y dirigentes del partido Vente Venezuela hay quienes desde la aparente oposición han saltado de inmediato a calificar estos hechos como actos desesperados de un gobierno que tiene miedo. Esta caracterización eminentemente psicológica carece de contenido político y lamentablemente puede conducir a equívocos si se usa como parte del análisis o la praxis. 

En primer lugar, el gobierno o el régimen no es un ser viviente que al igual que un individuo puede sentir en forma orgánica sensaciones de miedo, temor, valentía o coraje. El gobierno como entidad es más bien una estructura conformada ciertamente por individuos (operadores) que como tales pueden o no experimentar esas sensaciones psicológicas.

Pero aún queda el problema de calibrar si esas acciones (detenciones arbitrarias) califican efectivamente como actos de miedo o desesperación. Lo que habría que determinar es si el uso prolongado y planificado de la fuerza pública para intimidar a la población civil es un acto que revela miedo y desesperación por parte de los ejecutantes o más bien otra cosa.

Un gobierno que expulsa del país al Alto Comisionado para los Derechos Humanos de Venezuela y que al mismo tiempo no le permite a los detenidos por razones políticas acceder a sus abogados defensores no es un gobierno cuyos operadores muestran miedo sino más bien certezas en un ejercicio ilimitado del poder.

No se puede -no se debe- reducir la praxis política a puro psicologismo infantil del tipo “el gobierno tiene miedo” o “los buenos siempre ganan”. Este es un vicio pernicioso que puede llevar a equívocos lamentables derivados de falsos análisis que a su vez conducen a aventuras suicidas.

Es mucho más efectivo y acertado políticamente hablando caracterizar al gobierno por lo que es y por lo que hace, no por lo que suponemos podría sentir. Y ahí están las realidades latentes como resultado de una política que ha destruido a Venezuela, incapaz de aceptar unas elecciones justas, que ha expulsado a más de 10 millones de venezolanos de su país y ha  condenado a otros tantos a la más absoluta pobreza.

La confrontación entre miedo y valentía es irreal y metafísica. La verdadera confrontación está planteada entre quienes luchan por salvar a la nación venezolana y quienes aún se empeñan en destruirla.- @humbertotweets

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