Todo aquel que
nos convoque a oponernos electoralmente al gobierno de Nicolás Maduro en los
términos expresados en la Constitución de 1999 está practicando una oposición
falsa al régimen, por ilusoria e irreal. ¿Por qué? Porque en Venezuela no
existe un Estado nacional venezolano que garantice el derecho a la
participación política y la alternabilidad en el poder. Por el contrario, lo
que tenemos es el Estado chavista que define en base a su estricta conveniencia
lo que se puede y lo que no se puede hacer.
Es el Estado
chavista a través de los poderes ejecutivo, judicial, legislativo, electoral y
militar quien define los moldes y los límites de la legalidad en Venezuela. En
estas condiciones se han celebrado todas las elecciones bajo el régimen
chavista. Dentro de la más absoluta oscuridad y el ventajismo el chavismo es
quien organiza las elecciones, cuenta los votos y adjudica los cargos. Y si hay
reclamos estos, por supuesto, serán resueltos y decididos por el mismo
chavismo. Esa es la legalidad que impera en Venezuela y a la cual tanto el
chavismo como la falsa oposición nos exigen que nos sometamos, sin derecho a
reclamo. Este es el abecé de la política venezolana. Si esto no se entiende,
pues no se puede entender nada.
Es obvio el
interés y el beneficio para el chavismo al imponernos a todos los venezolanos
su particular legalidad. Dentro de ese marco solo hay una opción legal para
ejercer la política y esto es el sometimiento. Cualquier intento por subvertir
la tiranía será aplastado “legalmente” por ilegal.
Por eso a
nadie debería sorprender que el chavismo después de 23 años siga “ganando”
elecciones. No es que gane elecciones, es que el Estado chavista tiene el poder
político y militar para adjudicarse los resultados que le dé la gana. Esto
incluye los mendrugos burocráticos que el chavismo le lanza a su falsa
oposición en forma de gobernadores, alcaldes y concejales los cuales son
celebrados como victorias épicas sobre el chavismo. No se repara que en
realidad esas migajas cumplen un importante papel legitimador del régimen que
absorbe y subsume a su falsa oposición.
Racionalmente
hablando ¿Cómo se puede esperar algún día un resultado distinto mientras el
chavismo organice las elecciones y cuente los votos? En 1999 era muy difícil
mostrar y dimensionar la naturaleza criminal del Estado chavista. Inclusive
toda la élite política opositora negaba su existencia y optaba por creer que se
estaba simplemente frente al mal gobierno de Hugo Chávez que cambiaría
democráticamente luego de 5 años.
Desde entonces
ha pasado el tiempo y con la evidencia en la mano los venezolanos hemos aprendido
que lo que tenemos al frente es algo más que un simple mal gobierno. Lo que
tenemos es un régimen político cuya cúpula ha dicho y ha demostrado hasta la
saciedad que en nombre de una divinidad mesiánica y revolucionaria jamás
entregará el poder. Lo de jamás es un desiderátum aunque ellos le otorguen
rango de ley histórica. Sin duda, el chavismo no tendrá la disposición de
entregar el poder a menos que sea por la fuerza, y no por la fuerza de unas
elecciones precisamente.
Esto es lo
fundamental en la política venezolana del presente. Con esa materia hay que
trabajar para modificarla o destruirla, pero no hay otra. De esto son
conscientes los veteranos zorros videos de la MUD y los dueños de las
franquicias partidistas. Ellos, maestros de las artes electoreras, saben mejor
que nadie que mientras las condiciones no cambien es imposible ganarle una
elección al chavismo en su sistema electoral. Entonces, no será por ignorancia
o torpeza que insisten con denodada necedad en la misma fracasada vía electoral
como quien se empeña en darse cabezazos contra la misma pared. ¿Cuál podría ser
el beneficio o el secreto placer en esa extraña conducta patológica? ¿Qué
podría ser lo que la falsa oposición en forma exclusiva ve que el resto de los
venezolanos mortales e indoctos no vemos?
La imagen que
comienza a emerger es la de una oposición que finge oponerse al régimen, pero
que en realidad se presta para validarlo participando en elecciones y
negociaciones. Al validar al régimen esta falsa oposición obtiene el beneficio
de validarse a sí misma y ser tolerada por el chavismo como inocua e
inofensiva. De esta forma se cierra el círculo donde quien se oponga a esta
mascarada política y electoral será atacado por ambos bandos. Desde este ángulo
la falsa oposición justifica sus posturas colaboracionistas, negociadoras y
electoras como las únicas opciones posibles para oponerse al régimen.
Si los mismos
voceros de la falsa oposición admiten que estamos frente a unas elecciones sin
condiciones ni garantías que auguran el mismo resultado de siempre entonces hay
que preguntarse ¿cuál es el sentido de volver a votar bajo engaño como lo hemos
hecho en estos 23 años? ¿Qué es lo que en realidad se busca con escoger en una
Primaria a un candidato opositor que no podrá competir contra Nicolás Maduro?
Podría existir
otra razón mucho más pragmática que involucra a todos los componentes de esa
falsa oposición. Conscientes todos del ventajismo del régimen el objetivo de
esa Primaria no sería tanto escoger al candidato opositor sino más bien llevar
gente a votar para mostrar ese resultado como un voto de confianza y apoyo a
esa dirección política. O sea la misma dirección política que ha fracasado
desde 1999, que no ha rendido cuentas de su equivocada tesis electoral, ni
siquiera del fraude del gobierno interino, ahora invocará el apoyo 500 mil o un
millón de votos para legitimarse como la única oposición posible y básicamente
seguir en lo mismo, votando, negociando y colaborando con el régimen chavista.
Al comienzo de
su campaña, antes de estar inhabilitada por el chavismo, María Corina Machado
justificó la elección Primaria como un proceso para renovar la dirección
política de esa oposición. Esa declaración sería una temprana aceptación de la
inutilidad e inviabilidad de medirse electoralmente con el régimen en estas
condiciones. Esto podría explicar que aun ganando la elección Primaria y sin
poder ser inscrita como candidata María Corina aspire a legitimarse como la
líder de esa oposición.
Lo que no se
puede explicar fácilmente es porque ella quisiera convertirse en la líder de
los escombros de esa oposición en bancarrota conformada por Acción Democrática,
Primero Justicia, Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo. Esa falsa oposición y su
tesis electorera, a la cual María Corina se abraza hoy sin ninguna explicación,
están condenadas a hacerle el juego al régimen chavista aunque ahora se
muestren con una cara amable, gentil y bondadosa.- @humbertotweets
No hay comentarios.:
Publicar un comentario