La única diferencia entre las elecciones del 2024 y las últimas es que hoy hay más incertidumbre en torno al proceso y menos venezolanos en el país como resultado de la emigración. Pero en estas condiciones que conducen a un resultado que se puede fácilmente predecir la falsa oposición insiste en hacerse parte de ese remedo de acto electoral.
Lo otro que ha
cambiado es que ante el fracaso y el descrédito de la MUD la candidatura de María
Corina Machado se perfila como la segura ganadora contando incluso con el apoyo
de las clientelas de los partidos del G4. Pero aun ganando la elección
Primaria, como parece será, la candidatura de MCM no podría ser inscrita para
competir contra Nicolás Maduro sumando más incertidumbre a una salida
emocionante, pero sin rumbo definido.
Cuando
repasamos con los más entusiastas promotores de María Corina lo que ha sido la
experiencia electoral de estos 23 años y se demuestra que esas reglas de juego
hoy siguen intactas no pueden ocultar su impotencia y su incomodidad.
Impotencia para refutar la evidencia e incomodidad para explicar cómo en base a
buenos deseos se pueden cambiar las realidades.
Hay un
segmento considerable de la población venezolana que hemos llegado a la
conclusión de que mientras lo fundamental del sistema electoral no cambie el
resultado seguirá siendo el mismo. De muy poco vale someter nombres de la
calidad y la popularidad de María Corina Machado a una estructura electoral que
se mantiene intacta. Menos valor aún tiene el argumento resignado de quienes
dicen que se trata de una candidatura simbólica para dejar una vez más en
evidencia el carácter tiránico del régimen. Nos han sobrado candidaturas
simbólicas a lo largo de estos 23 años y una más no hará la diferencia a la
hora de confirmar lo que propios y extraños ya saben. Estamos frente a una
tiranía que finge elecciones y se sostiene por la fuerza.
Fue
precisamente María Corina Machado quien correctamente acuñó la frase “En
tiranía no se vota”. Pero hoy al igual que la dirección de la MUD se niega a
rendir cuentas de su fracasada estrategia desde 1999 María Corina tampoco
parece dispuesta a explicar por qué ahora en tiranía si se vota, sobre todo
cuando lo esencial del juego electoral en Venezuela no ha cambiado.
Muchos de
quienes ayer atacaron a MCM por “radical” y abstencionista hoy la apoyan y
celebran a rabiar su regreso a la fórmula electoral. Como no hay forma de
racionalizar esta nueva ilusión que irreversiblemente llevará a otro desengaño
los más entusiastas solo atinan a acusar a los escépticos de pesimistas y
aguafiestas. Pero hay que recordarles que después de 23 años de experiencia
acumulada ya no queda más espacio para las ilusiones y las fantasías que
anuncian salidas milagrosas.
El primer acto
de rebeldía consciente frente a la tiranía es poner los pies en la tierra y
tratar de entender la realidad en la que estamos para poderla cambiar. Ese es
el paso del más brutal realismo político que han dado quienes se han visto
obligados a emigrar y quienes se quedan en el país atrincherados en el
abstencionismo militante como forma de lucha. No más fantasías ni ilusiones,
aunque el precio sea la endeble etiqueta de pesimistas y aguafiestas.- @humbertotweets
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