Venezuela, nuestra patria, está perdida en manos del chavismo y la falsa oposición. Gracias a la acción depredadora de estos mercenarios de la política la nación histórica como sociedad política está totalmente perdida. Decir esto no es una exageración apocalíptica sino una constatación descarnada de la brutal realidad.
Hablamos de un
país con más de 7 millones de ciudadanos en fuga por el mundo ante el colapso
de todo. Con la llegada del chavismo al poder se inició el proceso más
dramático de destrucción de un país desde adentro dinamitando primero sus
instituciones y linchando luego a su población civil desarmada, todo para
sostener en el poder a la camarilla gobernante.
Comenzando por
la constitución de 1999 y siguiendo con
todos los órganos del régimen existe un estado chavista que opera y ha
sustituido desde hace tiempo al Estado nacional venezolano. La función
fundamental de ese estado chavista con sus instituciones es simplemente asegurar
el poder a perpetuidad sin importar el costo histórico y material para la
nación venezolana.
Las fuerzas
policiales y militares han abandonado su función de garantes del orden público
y la integridad territorial para ser el brazo armado de un régimen que somete a
los civiles mediante el uso de la violencia más brutal. Como consecuencia de
esto el territorio venezolano se ha ido desmembrando en pequeñas parcelas y
regiones que son controladas militarmente por grupos guerrilleros, terroristas
y megabandas criminales que actúan con impunidad en complicidad con las fuerzas
militares chavistas.
El deterioro
de las condiciones materiales de vida de los venezolanos es el resultado
directo de la acción devastadora de una plaga que llegó al poder para robar y
destruir. El chavismo no es el tipo de tiranía que se distingue por las obras
que construye sino por todo lo que destruye a su paso como el vendaval de un
rabioso Atila tropical.
Los hospitales
están colapsados y se han reducido a antesalas de una muerte garantizada. Las
escuelas están abandonadas y las universidades saqueadas dejando sus edificios
como solitarios mausoleos de la educación. La economía gira en torno a las más
variadas actividades ilícitas incentivadas por el propio estado chavista donde buhoneros
y contrabandistas ejercitan las actividades más inocuas. El chavismo ha creado
su propia boliburguesía que vive del robo al estado y del narcolavado, lo cual
permite el florecimiento de bodegones con exquisiteces importadas en un país
donde la gente muere diariamente de hambre.
En Venezuela
es habitual y normal que extensas áreas del país pasen semanas y meses sin
agua, sin electricidad, sin comida, y sin internet. Esta normalidad se ve
cíclicamente alterada cada vez que el chavismo convoca a su circo electoral
para legitimarse ante los ojos del mundo. Entonces aparecen como por arte de
magia cajas CLAP, perniles, harina pan, y caraotas importadas de Guyana para
dar una ligera sensación de mejoría.
Este caos en
el que hoy vive Venezuela fue concebido por Hugo Chávez como una política
deliberada para reventar las instituciones que operaban bajo el estado de
partidos y destruir el tejido social al extremo de obligar a la población civil
a someterse al régimen o huir del país. La proliferación de colectivos
chavistas armados, las zonas de tolerancia para el crimen organizado y las
alianzas frecuentes con grupos guerrilleros colombianos forman parte de esa
política del caos que termina por regresar como un poderoso boomerang en contra
de sus patrocinantes. Pero eso no importa porque el objetivo del chavismo no es
ni siquiera asegurar la estabilidad de su propio estado sino seguir ellos en el
poder controlando lo que va quedando de Venezuela, aunque eso sea ya un
cascaron vacío.
El papel de la
falsa oposición ha sido instrumental para ayudar a los siniestros planes del
chavismo por el colaboracionismo y servilismo de unos políticos que en nombre
de sus propias ambiciones insisten en seguir presentándose como alternativa.
Pero en lugar de luchar para sacar al chavismo del poder lo que han hecho es
otro saqueo igual o peor que los chavistas justificándose con los más variados
argumentos. La falsa oposición, definida como la facción política que le hace
el juego a la pseudo legalidad chavista con su constitución de 1999, siempre
seguirá apostando a formas de cohabitación para seguir apareada con un régimen
que no cesará en su acción destructora hasta ser derrocado.
Chavistas y
falsos opositores juegan a la política dentro de las reglas del régimen del
estado chavista diseñado como ya hemos argumentado para destruir hasta la
última roca que quede de Venezuela. Entre elecciones fraudulentas, revocatorios
viciados y reparto de alcaldías y gobernaciones se nos han pasado los 20 años
más preciosos sin que los venezolanos patriotas hayamos podido revertir ese
proceso.
Mientras el
desmantelamiento de Venezuela sigue su curso chavistas y falsos opositores
amarran el debate a un mero asunto de cambio de gobierno que se resuelve con
elecciones, negociaciones y transición cuando lo que enfrentamos es algo más
grave como la desaparición del estado nacional y la disolución de la nación
venezolana. Por eso quienes compartimos las ideas y la denominación de Repúblicos estamos convencidos que
constatando la casi segura desaparición de la nación venezolana, tal como la
conocimos, lo que se impone no es discutir un cambio de gobierno sino emprender
un gran debate nacional sobre las bases para la recuperación de Venezuela y la
construcción de la nueva República gobernada por ciudadanos y no por mafias
partidistas y sus clientelas.- @humbertotweets
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