Acostumbrada
a inventar narrativas para justificarse a sí misma y estafar a la gente, la
falsa oposición ha lanzado una campaña mediática para vender la idea de una
supuesta transición como forma de salir del chavismo. Como buenos estafadores
no se toman la molestia de explicar en qué exactamente consiste esta transición
que proponen.
Por
el contrario, las debilidades de esta tesis afloran rápidamente cuando se
descubre que el peso fundamental de ella se basa en que el chavismo abandone
voluntariamente el poder.
Aquí
estamos frente a la misma lógica maniquea y oportunista que ha usado la falsa
oposición desde 1999 y que ha sido la causa de ya dos décadas de chavismo. La
tesis de la transición es la continuación de las viejas propuestas de tratar de
enfrentar al chavismo jugando dentro de las reglas de juego del régimen
consagradas en la constitución de 1999.
Maestros
en el arte del engaño los operadores de la falsa oposición prefieren hablar de
lo que ellos llaman el día siguiente, o sea el día después que el chavismo
salga del como si esto fuese posible por un mero acto de magia. Saltándose la
inevitable etapa de confrontación para derrocar al régimen los operadores de la
falsa oposición siguen engañando a la gente con sus prédicas metafísicas e
irreales intentando vender la idea que para que el cambio ocurra solo basta
agarrarse de las manos, cerrar los ojos y desearlo con fervor.
El
objetivo de esta prédica es tratar de lavarle la cara a una oposición que ha
sido y sigue siendo colaboracionista con el régimen. Detrás de la idea de
transición se esconden toda una serie de perdones e inmunidades para los
chavistas más emblemáticos a cambio de que estos supuestamente ayuden al nuevo
gobierno.
Por
esta vía la falsa oposición en su empeño de que el chavismo le ceda el poder
por vía de transición terminaría aceptando el vergonzoso papel de ser parte de
un gobierno títere del chavismo. En otras palabras un gobierno de transición no
sería otra cosa que uno cuyo presidente podría ser cualquier elemento de la
falsa oposición pero dejando intacta la estructura de poder político y militar
en manos de mafias chavistas.
Ese
gobierno de transición sería víctima de sus propias fallas de origen al tener
que rendir cuentas a los reales tenedores del poder. Se trata de una forma que
apunta a desmovilizar la confrontación abierta contra el régimen chavista al
crear y propagar la ilusión de que las cosas han cambiado aunque sigan peor.
Igualmente
sería una forma para disuadir a la comunidad internacional que de otra forma
podría considerar como necesaria e inevitable una intervención militar
internacional en Venezuela.
Quizás
la debilidad más patente de esta tesis es que pone todo el peso de su éxito en
la voluntad que tenga el chavismo de participar en este experimento y ceder o
compartir parte del gobierno.
Las
medidas de presión que han ejercido
países contra altos operadores del chavismo no conducen a un derrocamiento del
régimen y quizás ni siquiera logren la tan deseada transición por la que clama
la falsa oposición.
El
nulo sentido de urgencia de la falsa oposición nos garantiza prorrogarle la
vida al chavismo con promesas falsas de
transición, negociaciones y elecciones mientras Venezuela se cae a pedazos.
La
tesis colaboracionista de la transición debe ser denunciada y confrontada como
la quintaesencia de la traición en la lucha para derrocar al régimen chavista. @humbertotweets
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