La
falsa oposición sigue alimentado teorías y narrativas que conducen sin
excepción a nuevas formas de reconocimiento y cohabitación con el régimen
chavista. En este rango se inscribe la tesis según la cual el gobierno de Maduro sería ilegítimo a
partir del 10 de enero y que eso llevaría eventualmente a un desconocimiento
del régimen por parte de otros países.
En
el fondo se trata de admitir que de alguna forma el régimen ha sido legítimo y
con arreglo a la legalidad del estado chavista esta legitimidad se perdería al
vencer un mero lapso burocrático. Reconocerle legitimidad al régimen hasta el
10 de enero busca lanzar nuevamente un salvavidas a un régimen que desde hace
tiempo naufraga. Este sería el nuevo marco para otra ronda de negociaciones
donde la falsa oposición estaría dispuesta a transar, una vez más, para
renovarle el plazo vencido al estado chavista.
En
estas nuevas negociaciones la falsa oposición estaría dispuesta a cohabitar
formalmente con el estado chavista a cambio de puestos en la estructura del
estado. Esto incluiría algunos magistrados en el TSJ y miembros en el CNE.
Seguramente también se agregarían otras cuotas burocráticas que permitan la transferencia de recursos del
estado a la falsa oposición.
La
pieza de contrabando para tratar de hacerle tragar a la gente esta nueva rueda
de molino sería la promesa difusa de unas elecciones presidenciales presididas
por un CNE pero dejando intacta toda las estructura mafiosa política,
financiera y militar del chavismo. Este
sería el señuelo para que la gente se anime a votar con la ilusión de un
presunto cambio en las condiciones electorales. Con todo este poder aun en la
mano el chavismo seguirá controlando todas las derivaciones de las jugadas
ulteriores.
Bajo
este ángulo es completamente irrelevante que el chavismo participe en unas
nuevas elecciones arregladas con la falsa oposición. El balance final sería el
mismo independientemente del resultado. Sopesando el nivel de presión interna y
externa el régimen bien podría hacerse ganador nuevamente por la vía de otro
fraude electoral reconocido por la falsa oposición.
Pero
igualmente el chavismo podría arreglar un gobierno títere que nominalmente sea
administrado por elementos colaboracionistas de la falsa oposición pero
reteniendo el poder real.
Reconocer
al gobierno de Maduro antes o después del 10 enero es una política que solo
conduce a sembrar más desesperanza y desilusión en millones de venezolanos que
ya daban por sentado que se trataba de un asunto previamente resuelto. Insistir
en estas tesis es regresar a los tiempos de Chávez cuando aún se pensaba que
podía creer en la legalidad del estado chavista.
El
10 de enero no pasara nada inusual en la política venezolana. Y en los días que
le sigan no solo se revelaran formas más agresivas y audaces de
colaboracionismo sino que también será sometida a la prueba del ácido la
posición de varios países frente al régimen chavista. ¿Romperán
relaciones para enfrentar a un estado fallido mafioso o se esconderán en la
coartada de simplemente retirar su personal diplomático?
Las
indefiniciones y blandenguerías tanto de la falsa oposición como la de varios
países de la comunidad internacional en buena medida explican cómo el chavismo
en su peor momento sigue ganando prórrogas y por esa vía ya lleva dos décadas
en el poder.
Aquí
es medular entender que una política viable, efectiva y contunde de la
oposición venezolana para sacar del poder al chavismo debe comenzar por el
desconocimiento total del régimen político que surgió de la constitución de
1999. Cualquier otra forma de cohabitación o reconocimiento por parcial y
discreto que sea solo llevara a más de lo mismo.- @humbertotweets
No hay comentarios.:
Publicar un comentario