Sin duda, hay tareas urgentes que se
deben asumir en este momento, tales como atender a los venezolanos desplazados
de su territorio y sacar del poder al régimen que lo propicia. Sin embargo, es
muy grande la tentación de permitir que lo urgente opaque lo importante. Y en
este caso es importante comprender que un mero cambio de gobierno o de
funcionarios no será suficiente para reconstruir lo que se ha destruido. Es
preciso un cambio de régimen político que rompa con la barbarie impuesta por el
chavismo, y que al mismo tiempo supere el estándar anterior de democracia
corrupta y clientelar. Para esto, necesitamos emprender otra tarea tan
importante como urgente de reinterpretar la historia de Venezuela para
encontrar las claves de nuestras contradicciones actuales.
Hace varios días tuve la oportunidad
de leer y comentar un extenso ensayo escrito por Luis Carlos Martín Jiménez de
la Escuela Filosófica de Oviedo del materialismo filosófico, sobre la
celebración del bicentenario del 5 de julio de 1811 realizada por el régimen
chavista el 30 de julio de 2011.
El ensayo titulado “La ilusión
venezolana” presenta un análisis filosófico de la ilusión como engaño en la
representación falsa de una historia de Venezuela tergiversada para justificar
la épica chavista. Igualmente, el ensayo explora la idea de la ilusión como la
constante promesa chavista de una esperanza por la tierra prometida que no
sería otra que la revolución bolivariana como supuesta etapa final de la
historia.
Martín Jiménez describe los dos
modelos que se han impuestos para la interpretación de la Historia de
Venezuela, ambos adoptados por el chavismo: el modelo indigenista y el modelo
historicista. El primero reduce la verdad histórica al mito y la leyenda
indígena. El segundo parte de una idea de desconexión total entre el imperio
Español y las provincias, como dos entidades separadas, negando realidades
materiales como ciudades, cultura y lengua española.
Desde 1999 el chavismo ha sustituido
sistemáticamente libros y documentos de la historia de Venezuela por piezas de
propaganda e ideología que intentan justificar una idea de pseudo historia, donde
el eje es la confrontación entre ricos y pobres que alimenta una versión
simplista y maniquea del relato histórico.
Recomiendo la lectura del ensayo “La
ilusión venezolana” de Luis Carlos Martín Jiménez, quien desde las coordenadas
del materialismo filosófico propone reinterpretar y reestudiar con rigor el
relato nacional, no como el resultado de mitos aborígenes o de caudillos
iluminados más o menos carismáticos, sino como producto de una dialéctica de
estados y de las contradicciones surgidas en el seno de los imperios a lo largo
de la historia. @humbertotweets
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