La crisis actual del estado
venezolano, entendida como la carencia institucional para lograr sus fines, es
el resultado del fracaso de un sistema político basado en una oligarquía de
partidos (partidocracia hasta 1998) primero, y en una oligarquía de partido
único (estado chavista a partir de 1999) después.
Esta crisis se caracteriza por el
derrumbe de todas las instituciones de la sociedad venezolana. Aquí no estamos
frente a un mero mal gobierno que no cumple sus planes y proyectos, y que puede
ser sustituido democráticamente por otro. La total destrucción de la economía,
la ausencia de poderes públicos independientes y operantes, la corrupción en
todas las instancias del gobierno, las conexiones del estado venezolano con el
narcotráfico y el terrorismo internacional, la incapacidad del estado para
atender sus obligaciones internas y externas, y el control del poder político
repartido entre mafias civiles y militares, configuran algo mucho más grave.
Sin embargo, el mismo fenómeno
inédito del derrumbe de Venezuela como país y sus consecuencias genera
diferentes respuestas para abordarlo. Para entenderlo ayudaría la distinción
entre las perspectivas emic/etic
usada por el lingüista Kenneth Lee Pike, siendo emic la perspectiva del agente o testigo de los hechos históricos,
y etic la perspectiva del observador
distante de los mismos.
Desde una perspectiva emic (del sujeto: los venezolanos),
Venezuela es un caos donde no hay un estado que garantice la vida, la libertad,
ni la justicia; razón por la cual cientos de miles siguen abandonando su
territorio para refugiarse en otros países.
Desde una perspectiva etic (del observador: los otros países,
considerados individualmente y no como parte de organismos como la ONU o la
OEA), Venezuela no es un caos sino un estado controlado por mafias civiles y
militares que se apoyan sistemáticamente en la represión, el narcotráfico y el
terrorismo para mantenerse indefinidamente en el poder. Este estado mafioso y
criminal sería la principal causa del masivo y abrupto desplazamiento de
venezolanos a otros países y sus negativas consecuencias.
Ambas perspectivas de la misma
crisis son diferentes, pero no necesariamente contradictorias. Para los
venezolanos (emic) se trata de una
lucha por recuperar la República y la libertad. Por su parte, para países como
Estados Unidos y Colombia (etic) se
trata de detener una amenaza inminente sobre su seguridad nacional.
De estas dos perspectivas del
colapso de Venezuela se derivan diferentes maneras y grados de urgencia para
abordarlo. En lo que sí coinciden las dos es en la ausencia de mecanismos
internos, pacíficos e institucionales para resolverla. @humbertotweets
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