En
Venezuela estamos luchando al mismo tiempo contra el régimen y sus
colaboradores. Del régimen ya sabemos que es el adversario que tenemos al
frente al cual hay que derrotar. Los colaboradores por el contrario se mezclan
en esa masa diversa llamada oposición y desde allí actúan para favorecer al
adversario.
Este
es el drama que hemos tenido con la llamada oposición electoral en los últimos
diecinueve años. Aunque ellos se atribuyen el mérito de haber enfrentado
electoralmente al régimen el balance final es que la mera vía electoral no ha
sido suficiente para derrocar la dictadura y por el contrario se ha convertido
en una peligrosa ilusión para desmovilizar la protesta.
La
semana pasada y con casi un mes de retraso la MUD finalmente se pronunció
frente a las elecciones convocadas por el régimen para el 22 de abril. En forma
improvisada y contradictoria la MUD trata de armar una maroma donde dice que no
participa en dichas elecciones pero que seguirá buscando la vía electoral. Esta
es por diseño una estrategia fallida. Insistir en la vía electoral cuando el
régimen tiene secuestrados todos los poderes públicos no es más que un acto
simbólico.
Y
es que parece que el sistemático uso de estrategias políticas fallidas es lo que ha llevado a banalizar la
lucha contra el régimen hasta reducirla a un simple saludo a la bandera. Un
discurso oportunista pleno de voluntarismo pero deficiente en ideas concretas
para organizar la lucha social contra el régimen.
Más
tardó la MUD en anunciar su postura que el régimen en responder el mismo día con
la convocatoria a una megaelección donde se votaría al mismo tiempo por el
Presidente de la República, la Asamblea Nacional, los concejos legislativos y los
concejos municipales. Seguramente le tomará a la MUD otro mes articular una
respuesta frente al anunciado megafraude del régimen. Se tomarán su tiempo para
analizar si conviene o no participar.
La
gente en la calle tiene mucha más claridad de quien es el adversario y la forma
de combatirlo. Muy pocas personas podrían sostener sensatamente que aun queda
alguna opción electoral viable para derrotar al régimen. Por eso la fórmula que
nos presenta la MUD es equivocada y conducirá a mayor confusión y desesperanza.
La propuesta de rogarle ad infinitum
al régimen que cambie las condiciones electorales para que sea derrotado
electoralmente es simplemente una estafa.
La
ecuación política correcta es derrocar la dictadura primero, desmontar el
estado chavista y sus estructuras armadas y financieras para luego si ir a unas
elecciones libres. Mientras la MUD y sus franquicias electorales no lo
entiendan ellos seguirán siendo un obstáculo para la lucha democrática y un
operador al servicio del régimen dentro de la misma oposición.
La
convocatoria al megafraude deja al desnudo una vez más las profundas
debilidades políticas de la MUD incapaz de luchar en otro escenario que no sea
el electoral. Cada día el régimen sigue escalando su posición de asaltar todas
las instancias del poder público y frente a eso la MUD responde con papelillo y
serpentinas electorales. La respuesta frente a este asalto a mano armada no
puede ser anunciar que seguirán pidiendo mejores condiciones electorales.
Todo
esto pone de manifiesto la fragilidad y desesperación del régimen que coinciden
con el momento de mayor debilidad e incoherencia de la MUD. Solo la alianza de
amplios sectores civiles con poder fácticos, como los militares y la Iglesia,
tendrían la claridad y la fuerza para derrocar la dictadura cuyo momento de
crisis más aguda será precisamente el 23 de abril de 2018.
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