Luego
de dos años de intenso y dedicado colaboracionismo la MUD enfrenta su dramática
realidad: Lo ha perdido todo. Bien sea por miopía, torpeza u oportunismo la
estrategia de abandonar al pueblo que le dio la victoria en el 2015 ha
fracasado. La MUD prefirió entregarse en brazos del régimen y sus engañosas
tácticas para descubrir, una vez más, que la dictadura solo acudirá a unas
elecciones que pueda controlar para perpetuarse en el poder.
Desde
el ángulo de la MUD las negociaciones con el régimen han fracasado porque no se
cumplió con la ingenua expectativa de obligar al gobierno a negociar condiciones
que condujeran a su salida. Sin embargo, para el régimen es sin duda un logro
porque desmovilizó la protesta al tiempo que puso en evidencia las contradicciones
de la MUD.
La
MUD se empeñó con obstinación enfermiza en apostar a la salida del régimen por
la vía de una negociación. Para ello se convirtió en la vocera de la agenda
oficialista y en su agente al promover eventos electorales fraudulentos como
las elecciones de gobernadores y la de alcaldes. Asimismo la MUD en su afán de
complacer al régimen se prestó para ser apagafuegos de la protesta social en
lugar de ponerse al frente y liderizarla.
Estas
conductas colaboracionistas significaron continuas concesiones al régimen para
privilegiar la estrategia equivocada de negociar con él en lugar de luchar para
derrocarlo. Esa política tal como era previsible reventó el pasado 7 de febrero
al no poder suscribir un acuerdo con el gobierno ni siquiera por las
condiciones más sumisas que ya previamente habían aceptado.
El
problema de fondo no es lo que trataba de negociar el régimen y la MUD. El
problema fundamental es la negociación misma que no ha llevado ni podrá llevar
jamás a la salida de la dictadura. No importa las condiciones electorales que
se discutan y se acuerden, mientras la mafia cívico militar tenga el control
del estado no será posible ir a unas elecciones libres.
Insistir
en una salida electoral, como la ha hecho la MUD, es no admitir que estamos
frente a un régimen totalitario que además está dispuesto a hacer lo que sea
para seguir en el poder. Esto que está claro para los venezolanos no lo está
para la MUD. Por eso esta asociación de franquicias electorales luce hoy
errática y confundida en un escenario de inevitable conmoción social.
Lo
que viene ahora es la ruptura con la MUD como dirección política de la
oposición por su torpeza y fracaso. Esto debe dar paso a la articulación de una
gran alianza nacional de fuerzas sociales y políticas, civiles y
militares, comprometidas con el objetivo
de derrocar la tiranía y restablecer la democracia.
Esta
nueva formación debe ponerse al frente de las protestas y la ola nacional de
rechazo a la dictadura de Maduro. Esta presión interna combinada con las
presiones externas de la comunidad internacional contra la dictadura debe
llevar la correlación de fuerzas a un
punto que permita derrotar a la mafia gobernante.
El
pueblo nunca tuvo expectativas con el falso diálogo entre el gobierno y la MUD.
La gente en la calle lo que quiere es salir cuanto antes de esta dictadura. Los
únicos que están lamentando el fracaso de la negociación son precisamente los
operadores de la MUD que pusieron todas sus esperanzas en el tablero electoral.
Una
vez establecido, sin lugar a dudas, que el régimen no cederá el poder por vía
de elecciones las tesis electoreras de la MUD quedan completamente refutadas.
El fracaso de las negociaciones entre el régimen y la MUD marcan el fin de la ilusión
electoral y la profundización de la lucha ciudadana para salir de la
narcodictadura por otras vías.
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