La
oposición electoral desde 1999 ha sido redundante en subestimar al chavismo. Y después
de 18 años de fracasos esa oposición representada hoy por la MUD sigue bien
lejos de entender al tipo de enemigo que tiene al frente.
Pareciera
una combinación de complicidad con torpeza. Las vinculaciones orgánicas de los
financistas de la MUD con el régimen chavista deben tener algún peso a la hora
de fijar la estrategia frente al chavismo. Pero también la necedad en seguir
jugando dentro de la viciada legalidad chavista parece tener un papel decisivo
en los desaciertos de esta errática oposición.
En
uno y otro caso lo que está muy claro para la mayoría de los venezolanos parece
no estarlo para la MUD. La evidente naturaleza criminal del régimen y su
decisión de jamás entregar el poder por vías pacíficas parece ser
deliberadamente obviado por esta oposición cómoda y blandengue que prefiere
entenderse con el régimen en términos de elecciones y negociaciones.
Las
opciones de lucha que propone la MUD, elección y negociación con el régimen, no
ofrecen ninguna perspectiva realista ni viable para salir de la dictadura. Por
el contrario ambas son escenarios que solo contribuyen a extender la vida de la
dictadura y la agonía de millones de venezolanos.
Esta
forma pusilánime y complaciente de hacer política tuvo una nueva expresión la
semana pasada al término de la ronda de negociaciones entre el gobierno y la
oposición. Con la mayor espontaneidad y afecto Julio Borges se despidió de
Delcy Rodríguez obsequiándole un beso en la mejilla. La foto circuló por redes
sociales y con toda razón enfureció a millones de venezolanos quienes no se
explican esas profusas muestras de cariño.
El
asunto no es de urbanidad y buenas maneras. Para ello habría bastado un sobrio
y sereno apretón de manos sin dejar de mirar a los ojos del enemigo. Pero este
parece ser el problema. Que Julio Borges y la MUD no identifican al enemigo
aunque lo tengan al frente y se comportan con sospechosa camaradería.
Algunos
periodistas y operadores políticos saltaron inmediatamente a justificar la
caballerosidad de Julio Borges atajando las criticas con el super trillado
lugar común de “lo cortés no quita lo valiente.” Otros, sin excusar la
banalización, hasta se atrevieron a comparar la escena del beso con el encuentro
entre Shimon Peres y Yasser Arafat.
Pero
esa foto dice mucho más de lo que los políticamente correctos parecen
dispuestos a admitir. La imagen de Julio Borges y su afectuoso gesto con Delcy
Rodríguez muestra la debilidad psicológica de una persona que sencillamente no
sabe quien es el enemigo ni como comportarse frente a el.
La
contraparte de Borges en esa lastimosa escena representa a una dictadura
asesina que hace menos de dos semanas ejecutó la masacre de El Junquito y es
culpable de todas las miserias que hoy padecemos los venezolanos. Una postura
firme y serena frente al enemigo, sin ser irrespetuosa, habría sido más
apropiada que risitas y besitos como si estuviesen entre panas. ¿O es así?
La
escena en cuestión retrata el estado de postración mental de los partidos de la
oposición electoral que siguen creyendo en los buenos modales del régimen y
desesperadamente tratan de portarse bien. Ellos seguramente creen que pueden
salir de la dictadura con negociaciones, votos, y besos.- @humbertotweets
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