Desde la oposición aun hay la
esperanza latente que en algún momento algún sector de las FANB se va a rebelar
contra la tiranía y en defensa de la Constitución. Pero los días pasan y salvo
algunos valientes y honorables oficiales que individualmente se han pronunciado
la ansiada rebelión militar que acompañe al pueblo no termina de llegar. Y
quizás nunca llegue. La red de complicidades que hoy controla la Fuerza Armada
ha desnaturalizado completamente su función institucional para ponerla al
servicio de la camarilla gobernante. Los oficiales han sido entrenados para
servir a quienes controlan el gobierno no al estado venezolano. Esto ha
fomentado lealtades basadas en el encubrimiento de crímenes y corrupción y no
en mérito y profesionalismo.
La esperanza de que algo “reviente”
dentro de las Fuerzas Armadas y cambie la correlación de fuerzas en la puja
política ha llevado a algunos opositores
a alabar una presunta institucionalidad militar que en la práctica no
existe. Para cultivar simpatías en el oscuro mundo militar dicen que las FANB
aún son institucionales y que quienes apoyan los abusos del régimen son una
minoría. Los hechos han demostrado exactamente lo contrario. Abunda la
evidencia de los abusos y corrupción en todos los niveles de la Fuerza Armada
donde la minoría que trata de desmarcarse termina huyendo o en los calabozos.
Deliberadamente se ha fomentado un
desprecio por el poder civil como la nueva forma de ganar méritos militares. Lo
bochornoso del incidente donde el coronel Bladimir Lugo Armas ofende la
majestad del Presidente de la Asamblea Nacional no fue precisamente el empujón
traicionero cuando el diputado le dio la espalda al gorila. Lo más infame fue
ver a dos jóvenes oficiales incapaces de reaccionar y someter al coronel Lugo
Armas al imperio de la ley ante un delito flagrante. Estos jóvenes oficiales
miraron con naturalidad y desdén todo el incidente. Este es el tipo de militar
que sigue ciegamente las órdenes de quienes sostienen el régimen: Traicioneros,
cobardes, y cómplices.
Con esa pobrísima calidad moral es
imposible esperar que ese tipo de militar se declare en rebeldía contra la
dictadura y en defensa de la Constitución. Además del control cultural e
ideológico que ejerce el gobierno en las Fuerzas Armadas estas se han
convertido en un garito de favores y complicidades que corroe los cimientos de
la institución. En ese ambiente tóxico es muy poco probable que los oficiales
puedan tener una mente republicana y democrática para realinear su lealtad con
la Constitución, las leyes y el estado de derecho.
Un ejército profesional, honorable y genuinamente respetuoso de su
pueblo jamás habría permitido el asesinato a quemarropa de más de setenta
venezolanos, ni se prestaría con su silencio e indiferencia para que masacren a
cientos de miles más. Pero en las FANB desde hace mucho tiempo se perdió el
profesionalismo, el honor y el respeto. Si las FANB no tienen las fuerzas para
salvarse a sí mismas del degredo menos fuerzas tendrán para salvar al país. Es
posible que haya algunos miembros con fibra democrática dispuestos a inmolarse
por su pueblo y la Constitución. Pero el resto y la institución como tal
seguirán jugando pragmáticamente al cálculo como lo han hecho en esto dieciocho
años.-
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