lunes, 24 de febrero de 2025

El chavismo le vuelve a ganar a la oposición

            Una de las condiciones esenciales para ganar la guerra es un diagnóstico exacto del adversario y una valoración cabal del terreno de combate.  Es lo que en la política equivale a una correcta caracterización del adversario y un desapasionado análisis de la correlación de fuerzas.

            Tanto en la política como en la guerra es muy fácil caer en las tentaciones de la sobrestimación o subestimación del adversario. Ambas son visiones contaminadas de la realidad que conducen a graves equívocos de consecuencias muchas veces irreparables.

Sin embargo, la subestimación de la posición y capacidades del adversario resulta la tentación más frecuente porque se suele emplear como una forma de propaganda para tratar de desmoralizar al oponente y animar a las fuerzas propias. El problema se presenta cuando esa pieza de propaganda es usada como insumo para el análisis político llevando a proyecciones totalmente equivocadas.

En Venezuela la oposición y sobre todo el discurso político de María Corina Machado siempre ha anunciado que estamos en la fase terminal del régimen chavista, que se trata de un sistema agotado y a punto de caer. Esta tesis data de 1999. Pero lo cierto y lo único que se puede verificar históricamente es que a pesar de sus crisis cíclicas y estructurales el chavismo sigue intacto en el poder. Solo los necios pueden negar lo evidente.

Admitir que el chavismo es el gobierno realmente existente en Venezuela es lo que en la práctica han hecho la mayoría de los gobiernos del planeta aunque en el ejercicio de la retórica cuestionen el robo de las elecciones por parte del chavismo el pasado 28 de julio.

Este reconocimiento estrictamente pragmático debería ser una de las claves que a su vez debería asumir la oposición venezolana a la hora de evaluar el fracaso reiterado y sistemático de su fallida estrategia electoral como un inexcusable prerrequisito para formular una nueva estrategia política.

Es decir, aquí no se trata de salir a linchar a quienes reiteran la obviedad de que el chavismo sigue intacto en el poder sino más bien de partir del reconocimiento de esa realidad para trazar un nuevo horizonte de lucha.

El chavismo le sigue ganando a la oposición venezolana no solo porque se mantiene en el poder sino además porque en el desarrollo de su estrategia siempre logra que la oposición acepte sus reglas y siga su juego. Es muy difícil o casi imposible imaginar un escenario en el cual la oposición venezolana le pueda arrebatar el poder al chavismo respetando sus reglas de juego y sobre todo participando de sus fraudes electorales.

Pero además el chavismo le vuelve a ganar a la oposición porque una vez más la logra dividir en firmas que presentan dicotomías falaces. Por ejemplo, la división entre los venezolanos que están dentro y fuera de Venezuela ha sido estimulada por el chavismo y ha permeado en los factores opositores. Así se argumenta falsamente que los venezolanos que están dentro de Venezuela sufren más que los que se fueron por lo que sus posturas políticas proclives a participar en los convites electorales del régimen deben ser celosamente respetadas. En realidad los venezolanos de adentro y los de afuera son víctimas del mismo régimen chavista y de sus mascaradas electorales.

Pero quizás la dicotomía más pérfida aún está planteada con el falso dilema de votar o no. En ese debate está embarcada la oposición venezolana hoy. Luego de 26 años de fraudes y robos electorales debería estar muy claro que la vía electoral es inviable e insostenible como método de lucha para sacar al chavismo del poder. Pero una vez más esta oposición se divide para pelearse las burusas que el régimen les lanza en formas de posiciones clientelares y que aquellos en forma sibilina justifican como puestos de lucha democrática.

El chavismo retiene el poder y le sigue ganando a la oposición venezolana porque esta sigue atrapada haciéndole el juego electoral al régimen chavista. Que María Corina Machado ahora llame a no votar no corrige la situación y solo confirma que haber participado en el fraude electoral del 28J fue un dramático error aunque ahora se pretenda presentar como una victoria simbólica y épica.

En la guerra y en la política las únicas victorias que cuentan son las que se definen materialmente en la lucha implacable por el poder, todo lo demás es pura prosa confinada al reino de la metafísica desde donde es muy difícil influir la realidad.- @humbertotweets 

jueves, 20 de febrero de 2025

Otra vez la oposición enfrenta su miseria electoral

            Nuevamente la oposición venezolana tiene que enfrentar a su peor némesis. No es precisamente el chavismo el enemigo formidable de la oposición venezolana sino su propia falta de claridad para entender la coyuntura y la ausencia de sentido estratégico para construir una visión de largo plazo.

            Como lo argumentamos la semana pasada en las páginas de La Razón, la oposición venezolana les debe a los venezolanos un debate y un balance sobre las estrategias fracasadas en estos 26 años, principalmente la debacle y la bancarrota de la vía electoral.

            Sin ese debate la oposición siempre estará condenada a repetir los mismos errores del pasado, cada vez con mayor intensidad.

            Esta vez el régimen chavista ha convocado a otro de sus acostumbrados fraudes electorales para abril o mayo de este año. Sin haber realizado un necesario balance sobre su participación y logros en las elecciones del pasado 28 de julio la oposición agrupada en la MUD ya habla de participar en el convite electoral.

            Hay quienes proponen en el seno de la MUD presentarle al chavismo unas peticiones para condicionar su participación en esta nueva mascarada electoral. Según se ha informado la intención de este sector es que sabiendo de antemano que el chavismo no aceptará ninguna condición esto justifique llamar a no votar.

  Sin embargo, la mayoría de los factores de la MUD son pensionados por sus propias clientelas que a lo largo de toda Venezuela claman participar en esas elecciones donde el régimen repartirá cargos de alcaldes, concejales y diputados. El argumento es la pérfida falacia de siempre que intenta enmascarar el colaboracionismo con el chavismo como una supuesta lucha por “preservar espacios democráticos”. 

En una Venezuela depauperada en todos los aspectos lo único que estos operadores políticos quieren preservar son los privilegios y cambures derivados de su asociación con el régimen chavista para procurarse un nivel de vida que le es negado a la inmensa mayoría de los venezolanos.

Una vez más la oposición venezolana tiene que enfrentarse a sus propias miserias. La obsesión con la vía electoral le ha cerrado a la MUD completamente el entendimiento y la comprensión de una estrategia de lucha a largo plazo para seguir siempre en modo reactivo frente a las arremetidas del chavismo.

Participar en las elecciones del 28 de julio fue tan solo un error político más en una larga cadena de errores cometidos por la oposición venezolana esta vez liderada por María Corina Machado. El llamado a votar el 28J se hizo sobre la promesa de que el triunfo de la oposición sería reconocido por el régimen chavista y conduciría a una transición.

El fracaso estrepitoso de esta estrategia y el robo descarado de las elecciones por parte del chavismo ha arrastrado a esa oposición a esconderse y justificarse con el argumento de una victoria moral sobre el régimen chavista.

Es inútil esa supuesta victoria moral porque tampoco es cierto que el 28 de julio fue la primera vez que la oposición logró demostrar su triunfo y el fraude electoral del chavismo.  Quizás ahora convenga decir eso para justificar la errática conducción de María Corina Machado, pero el propio Leopoldo López admitió hace unos pocos días que las elecciones del 2013 las había ganado Henrique Capriles Radonski y que la MUD tuvo todas las actas para demostrarlo. Y decirlo al mundo no ayudó mucho.

En el régimen chavista de poco o nada sirve obtener la mayoría de los votos y recolectar las actas que así lo demuestren. Esta es una historia harto conocida por todos los venezolanos, pero aun así la oposición insiste en hacerse parte del circo electoral del chavismo. Es posible que unos lo hagan por ignorancia o confusión, pero para otros ya eso es un inveterado e incorregible mal hábito.- @humbertotweets

lunes, 17 de febrero de 2025

Sobre la irrelevancia del voto en la era chavista

            De las trampas y fraudes electorales que ha perpetrado el chavismo para seguir en el poder en estos 26 años se ha documentado suficientemente. Todo cambió en Venezuela desde que el régimen chavista tomó el control total de todos los poderes públicos incluyendo el electoral. La ausencia de pesos y contrapesos institucionales hace prácticamente imposible aspirar a un cambio político dentro de ese sistema que opera a la media de sus dueños.

            Las elecciones en Venezuela han sido desde 1999 el mecanismo más eficiente de propaganda del que dispone el chavismo para disfrazar su tiranía de democracia. Es mera propaganda porque el sistema en sí está diseñado para siempre dar como ganador a los candidatos chavistas. Pero lo que es peor, si el sistema reporta alguna falla operativa y produce algún resultado indeseado (elección de la AN en el 2015) el Estado chavista dispone de mecanismos jurídico-políticos para corregir inmediatamente esa anomalía.

            Así, entre fundadas acusaciones de fraude electoral, los venezolanos en su mayoría han venido votando sucesivamente desde 1999 sin mayores cambios en el paisaje político los cuales no van más allá de algunas burusas adjudicadas a la oposición electoral, un gobernador aquí, un concejal allá y así.

            La erosión electoral del chavismo ha tocado a sus propias bases clientelares que menguadas y depauperadas como el resto de los venezolanos ya tampoco tienen incentivos para arrastrarse a los pies de sus amos y ofrendarles el voto. Los alucinantes resultados que anuncia el CNE chavista en las consultas electorales donde solo participa el chavismo contrastan con la escuálida participación.  El régimen chavista jamás ha podido explicar cómo en el referéndum para el Esequibo y en la consulta para elegir a los jueces de paz con centros de votación vacíos pudieron votar más de 10 millones de personas.

            Las clientelas chavistas no solo ya no salen a votar sino que cuando lo hacen pueden al igual que el resto de los venezolanos votar por un candidato opositor como ocurrió el pasado 28 de julio. Pero aquí nuevamente el estado chavista vuelve a intervenir para corregir la situación y enmendar un resultado adverso adjudicándole el triunfo al candidato perdedor Nicolás Maduro, sin ni siquiera contar los votos y menos aún tener que mostrar ninguna acta que así lo demuestre.

            Este es un fraude electoral continuado y sistemático al que estamos acostumbrados los venezolanos desde 1999. Con ese no hay novedad. Pero hay otro fraude electoral más pérfido y sinuoso. Uno que se presenta como la salvación y ha resultado la vía más segura al infierno chavista. Es el fraude perpetrado por aquellos que saben que las elecciones controladas por el chavismo no conducen a ningún cambio político pero aun así insisten en promover la salida electoral como la única viable para enfrentar al chavismo.

            Estos estafadores justifican su postura como la única válida para enfrentar al chavismo y se niegan a aceptar la evidencia histórica de estos 26 años de fraudes electorales chavistas. Cuando se les muestra la debilidad de su argumento siempre se refugian en el falso dilema de “elecciones o salida violenta” frente al cual la vía electoral aunque ayude a perpetuar las cadenas chavistas luce como la más racional.

            Pero se trata de un falso dilema que pretende sorprender incautos para arrastrarlos a la tesis del voto como “el mal menor”. Hay una cantidad de alternativas y métodos de lucha que sin ser violentos tampoco sugieren ir a votar como un ejercicio ridículo y simbólico en una tiranía que no respeta ni siquiera su propia legalidad.

            Está la trampa electoral que ejecuta el régimen chavista para robarse las elecciones y justificar el crimen con su sistema legal. Pero también está la trampa electoral de una oposición que se aferra al voto como la única forma para enfrentar al chavismo a sabiendas de su inviabilidad.

            Votar en la era chavista ha resultado tan intrascendente para sacar al chavismo del poder que mientras la oposición se acostumbró a votar para decir que hace algo ya los chavistas cansados de “ganar” las elecciones se preparan para la nueva etapa. Esta será una donde se ahorren todas las molestias asociadas al voto en términos de tiempo y recursos. Será la nueva democracia chavista con elecciones de segundo y tercer grado para elegir a los poderes públicos como ocurre en Cuba.

            Y veremos a la redomada oposición electoral amaestrada y acostumbrada a votar llamando a participar en esas elecciones de delegados. Y seguro dirán en los próximos 30 años que la única forma de salir del chavismo es votando, aunque las elecciones se hagan en las sedes del PSUV, sin secreto y con delegados.- @humbertotweets

jueves, 13 de febrero de 2025

Las deudas pendientes de la oposición

            Desde 1999 la oposición venezolana se ha abrazado mayormente a la tesis de la vía electoral para salir del chavismo. Esta estrategia ha tenido algunas modificaciones en estos 26 años marcadas por un patrón de conducta que en algunos casos ha llevado a llamar a la abstención, en otros a acompañar aventuras militaristas para finalmente regresar a la vía electoral y repetir el ciclo.

            En el ínterin entre una elección y otra casi siempre se realizan negociaciones con el régimen chavista con la esperanza vana de que este de alguna forma acepte modificar las reglas de juego para entregar el poder. Las promesas de elecciones libres y transparentes siempre quedan burladas por una razón u otra. Pero aun a pesar de una experiencia acumulada de 26 años de fraudes y robos electorales la oposición agrupada en la MUD y que hoy lidera María Corina Machado siempre termina regresando a la talanquera electoral.

            El eje de poder de lo que hoy se conoce como la MUD/Plataforma Unitaria ha cambiado de manos y de liderazgo en estos años. Desde Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia y Voluntad Popular, pasando por Manuel Rosales, Henrique Capriles hasta llegar hoy a María Corina Machado la estrategia de apostar a un cambio de régimen político por la vía electoral se ha mantenido inalterable.

            Siempre será importante mencionar recordar el caso de María Corina Machado quien fue la abanderada por excelencia de no participar en elecciones fraudulentas para no cohonestar las trampas electorales del chavismo para finalmente tener que sucumbir a las tentaciones de la salida electoral. Si Machado ahora regresa a la tesis de no participar en las elecciones que el chavismo convoca para Abril del 2025 entonces tendría que ser ella misma quien admita el fracaso de su jugada política al apostar a la salida electoral con un régimen que no respeta ni siquiera su propia legalidad. Algo que ella ya sabía muy bien desde hace mucho tiempo.

            Y cómo para esa oposición venezolana siempre lo urgente mata lo importante jamás hay el tiempo ni la disposición para hacer un balance de las estrategias aplicadas. De una coyuntura electoral se mueven a la siguiente, de una negociación con el chavismo siguen a la otra y así entre una urgencia y otra nunca rinden cuentas ni aceptan discutir sobre el fracaso reiterado y sistemático de la misma estrategia con muy pequeñas modulaciones a lo largo de estos 26 años.

            Pero la alegría y el desprecio que la oposición electoral venezolana siente por la rendición de cuentas no solo aplica a las estrategias fracasadas. Ya en la época del también fracasado interinato de Juan Guaidó se vio como ese mamotreto político, que jamás alcanzó la categoría de gobierno, manejó a discreción recursos derivados de los activos de Venezuela en el exterior y de las donaciones internacionales para ayuda humanitaria. Tema que hoy está en el tapete a propósito del dinero que la USAID le otorgó a organizaciones vinculadas al interinato y a la oposición venezolana. Esta discrecionalidad hundió al hamponato interino en escándalos de corrupción sin sentirse obligado a rendir cuentas de los recursos manejados.

            La oposición electoral ha engañado a los venezolanos al hacerles creer que ante la barbarie del chavismo el solo presentarse como opción ya es suficiente para absolver todas las culpas de una dirigencia política que en su calidad moral no se diferencia mucho de la chavista. Una dirigencia política que insiste en copiar los códigos morales de su adversario jamás tendrá la fuerza moral para presentarse como alternativa frente a lo que dice combatir.

            La derrota política y cultural del chavismo comienza por erradicar conductas laxas frente a la corrupción y la deshonestidad que hoy son prohijadas y cultivadas por la oposición electoral venezolana.- @humbertotweets

lunes, 10 de febrero de 2025

El regalo de Trump no fue la visita de Grenell

            La diplomacia internacional que ha mostrado interés por la situación de Venezuela también ha encontrado un cómodo subterfugio para reconciliar la beligerante retórica de la esperanza con la implacable realidad. La mayoría, si no la totalidad, de los países que dice apoyar la liberación de Venezuela del chavismo dice no reconocer al gobierno de Nicolás Maduro que se robó las elecciones a plena luz del día el pasado 28 de julio.

Pero estos mismos países en la práctica reconocen y se entienden con el gobierno realmente existente en Venezuela que es el que preside Maduro. La observación la hacemos sin ánimo de crítica porque cada país tiene que resolver cómo lleva adelante sus relaciones con el régimen chavista sin atender a otros intereses que los propios. Mucho se podría decir sobre los derechos humanos y la urgencia en detener el avance de la tiranía chavista pero al final no son los intereses de los venezolanos los que determinarán esas políticas de otros estados sino su propio enfoque geopolítico.

Esto es lo que en forma acertada definió el filósofo español Gustavo Bueno como la dialéctica de estados o la inevitable confrontación de los intereses de unos estados contra otros.

Incluso los estados Unidos de Norteamérica bajo la presidencia de Donald Trump ha iniciado una política que encaja perfectamente en esta caracterización que se define por un no reconocimiento en el plano retórico al régimen de Nicolás Maduro (Marco Rubio dixit) y un reconocimiento en la práctica al gobierno realmente existente con el cual se negocia la liberación de rehenes norteamericanos y la repatriación de los miembros del Tren de Aragua. Aunque la conservación resulte redundante hay que decir que Richard Grenell no se reunió con Edmundo Gonzalez, el presidente supuestamente reconocido internacionalmente ni con María Corina Machado para discutir estos asuntos.

Y esto es así porque hay un reconocimiento formal y de hecho que en este momento el poder político y militar realmente existente en Venezuela está en manos del chavismo que comanda Nicolás Maduro.

Consecuente con la política y enfoque de todos los funcionarios de Trump sobre Venezuela Richard Grenell al relatar su encuentro con Maduro en Caracas refirió que le habría dicho al chavista “…te estamos dando un gran regalo, y el gran regalo es que estoy aquí sentado contigo, tienes todo tipo de cámaras alrededor y vas a usar esto con fines propagandísticos..” Pero no, el regalo de Trump al chavismo no fue en encuentro público con Nicolás Maduro para que este lo usara con fines de propaganda. El obsequio que Trump le está dando al régimen chavista es el reconocimiento material y formal a su Estado, es la disposición de tratarlo como par, a pesar de sus desmanes, en la medida en que el chavismo cumpla sus compromisos. Es un regalo que viene acompañado de detalles, condiciones  y pies de página cuya violación no será resuelta con amenazas sino con acciones puntuales.

Ya a estas alturas el chavismo debe haber calibrado que negociar con Trump no es igual a negociar con Biden. Solo el tiempo dirá si podrán beneficiarse del regalo o no.-@humbertotweets

jueves, 6 de febrero de 2025

La MUD no está en la agenda de Trump

            El enviado del presidente Donald Trump para negociar con el régimen chavista de Nicolás Maduro ha admitido que la visita y negociación constituyen un regalo para el chavismo. Al mismo tiempo Grenell defendió las bondades de la diplomacia y la negociación directa para avanzar en este caso se refería a la liberación de seis ciudadanos norteamericanos detenidos en Venezuela y usados como piezas de canje con los Estados Unidos.

            Sobre el encuentro entre Grenell y Maduro hay varias cosas que subrayar. La primera es que a diferencia del gobierno demócrata de Joe Biden el enfoque de Trump será abordar cualquier negociación y conversación con el chavismo en forma pública y sin intermediarios.

            Las negociaciones entre Biden y el chavismo siempre estuvieron marcadas por la opacidad y la incertidumbre de lo negociado. Nunca se produjeron declaraciones formales y detalladas de los acuerdos logrados, tan solo informaciones genéricas de encuentros realizados prácticamente a escondidas de los ciudadanos venezolanos y norteamericanos.

            Nada que ver con la visita pública que Grenell le hizo a Maduro para lograr específicamente la liberación de los ciudadanos norteamericanos y admitir que la visita misma era un regalo para Maduro. Richard Grenel aludía que el gobierno de Trump era consciente de que Maduro usaría el encuentro con fines de propaganda, pero aun así el encuentro se llevaría a cabo y en forma pública sin nada que esconder ante los interesados en estos asuntos.

            En este punto habría que matizar que el regalo que el gobierno de Donald Trump le estaría obsequiando al chavismo no es simplemente una foto sino el reconocimiento formal a un gobierno que la mayoría de los países considera que se robó las elecciones. Es ese reconocimiento aunque sea por la vía de los hechos el que el chavismo siempre busca de parte de otros estados.

            El otro aspecto que debe llamar la atención es que a diferencia de la administración de Biden la de Trump no se estaría coordinando con la MUD ni con María Corina Machado para adelantar estos encuentros. Esto es relevante porque define el grado de autonomía y pragmatismo de la política de Donald Trump hacia Venezuela.

            El distanciamiento del gobierno de Trump con la oposición electoral venezolana que lidera María Corina Machado es evidente e ignorarlo seguirá empujando a esa oposición a cometer más desaciertos. Esto no quiere decir que en el futuro Trump cambie sus tácticas y decida establecer un nivel de coordinación que ciertamente hoy no existe a pasar de los esfuerzos infructuosos que han hecho Edmundo Gonzalez y María Corina Machado para asegurar que la administración de Trump los tiene en cuenta a la hora de trabajar el tema Venezuela.

            Se puede especular sobre las razones que privan para que Donald Trump se desmarque de la oposición electoral venezolana tipo MUD que él mismo alentó en su primer gobierno al ser el primer presidente en reconocer al gobierno interino de Juan Guaidó. Mucho ha pasado desde entonces pero nada se ha traducido en el debilitamiento del régimen chavista. Sin embargo, sería más acertado atribuir el cambio a los intereses particulares de los Estados Unidos que a una valoración de las estrategias políticas aplicadas por la oposición venezolana y sus resultados.

            No se puede perder de vista que por razones geopolíticas los Estados Unidos de Norteamérica siempre serán un aliado del pueblo venezolano en su lucha por liberarse de la tiranía chavista. Pero el grado de intervención de los Estados Unidos en esta dinámica dependerá del alineamiento de los intereses de Venezuela con los de los EEUU y no viceversa.- @humbertotweets

lunes, 3 de febrero de 2025

Trump se desmarca de la oposición electoral venezolana

La reciente visita de Richard Grenell a Venezuela ha generado diversas interpretaciones sobre la nueva política de Donald Trump hacia el chavismo. Este enfoque, caracterizado por no reconocer formalmente a Nicolás Maduro, pero al mismo tiempo negociar temas de seguridad y derechos humanos, plantea interrogantes sobre su impacto en la situación política venezolana. En particular, la estrategia de Trump parece centrarse en la repatriación de miembros del Tren de Aragua, la liberación de presos norteamericanos y la suspensión de compras directas de petróleo a Venezuela, lo que sugiere un pragmatismo que se aleja de la tradicional política de sanciones ligeras y aisladas.

Uno de los aspectos más llamativos de esta política es su desvinculación de la oposición venezolana. A diferencia de administraciones anteriores, Trump ha optado por mantener independencia respecto a los actores opositores tradicionales, e incluso marcar diferencias con ellos. Esta postura podría interpretarse como un reconocimiento de la debilidad de la oposición o como una estrategia para evitar el desgaste político de respaldar a líderes que han fracasado en generar cambios sustanciales en el país.

La paradoja de esta estrategia radica en su doble filo. Por un lado, al no reconocer formalmente a Maduro y mantener sanciones sobre el petróleo venezolano, Trump evita otorgarle legitimidad internacional. Por otro lado, al negociar directamente con el chavismo en asuntos de interés bilateral, abre un canal de comunicación que podría ser aprovechado para influir en la dinámica interna del régimen. Este enfoque pragmático podría tener efectos positivos si logra debilitar la cohesión del chavismo, generar fisuras internas y fomentar una transición gradual.

La clave está en determinar si esta política puede realmente sentar las bases para un cambio político en Venezuela. En este sentido, el distanciamiento de Trump de la oposición tradicional electoral podría ser un elemento positivo. En lugar de respaldar a los partidos tradicionales, que han perdido credibilidad y capacidad de movilización, esta estrategia podría estar orientada a la conformación de nuevos ejes opositores. Sindicatos, organizaciones sociales y movimientos ciudadanos podrían convertirse en actores centrales de una renovada oposición con mayor arraigo popular y fuerza organizativa. Si esta estrategia se consolida, podría representar una alternativa viable para canalizar el descontento y generar una presión interna que favorezca una transición política.

Sin embargo, este enfoque también tiene riesgos. Negociar con el chavismo sin un plan claro para el cambio político podría terminar fortaleciéndolo, como ha ocurrido en el pasado con otros intentos de diálogo.

La estrategia pragmática de Trump en Venezuela representa una ruptura con las políticas tradicionales de presión sin diálogo. Su efectividad dependerá de cómo se gestione la relación con el chavismo y de si se logra convertir la negociación en un medio para impulsar una transición política real apoyada en sindicatos y organizaciones sociales y no en partidos tradicionales. A corto plazo, esta política podría tener resultados limitados, pero a largo plazo podría convertirse en una vía alternativa para alcanzar el cambio que Venezuela necesita.- @humbertotweets