Una de las condiciones esenciales para ganar la guerra es un diagnóstico exacto del adversario y una valoración cabal del terreno de combate. Es lo que en la política equivale a una correcta caracterización del adversario y un desapasionado análisis de la correlación de fuerzas.
Tanto en la política como en la
guerra es muy fácil caer en las tentaciones de la sobrestimación o
subestimación del adversario. Ambas son visiones contaminadas de la realidad
que conducen a graves equívocos de consecuencias muchas veces irreparables.
Sin embargo, la subestimación de la posición y capacidades del
adversario resulta la tentación más frecuente porque se suele emplear como una
forma de propaganda para tratar de desmoralizar al oponente y animar a las
fuerzas propias. El problema se presenta cuando esa pieza de propaganda es
usada como insumo para el análisis político llevando a proyecciones totalmente
equivocadas.
En Venezuela la oposición y sobre todo el discurso político de María
Corina Machado siempre ha anunciado que estamos en la fase terminal del régimen
chavista, que se trata de un sistema agotado y a punto de caer. Esta tesis data
de 1999. Pero lo cierto y lo único que se puede verificar históricamente es que
a pesar de sus crisis cíclicas y estructurales el chavismo sigue intacto en el
poder. Solo los necios pueden negar lo evidente.
Admitir que el chavismo es el gobierno realmente existente en
Venezuela es lo que en la práctica han hecho la mayoría de los gobiernos del
planeta aunque en el ejercicio de la retórica cuestionen el robo de las
elecciones por parte del chavismo el pasado 28 de julio.
Este reconocimiento estrictamente pragmático debería ser una de las
claves que a su vez debería asumir la oposición venezolana a la hora de evaluar
el fracaso reiterado y sistemático de su fallida estrategia electoral como un
inexcusable prerrequisito para formular una nueva estrategia política.
Es decir, aquí no se trata de salir a linchar a quienes reiteran la
obviedad de que el chavismo sigue intacto en el poder sino más bien de partir
del reconocimiento de esa realidad para trazar un nuevo horizonte de lucha.
El chavismo le sigue ganando a la oposición venezolana no solo
porque se mantiene en el poder sino además porque en el desarrollo de su
estrategia siempre logra que la oposición acepte sus reglas y siga su juego. Es
muy difícil o casi imposible imaginar un escenario en el cual la oposición
venezolana le pueda arrebatar el poder al chavismo respetando sus reglas de
juego y sobre todo participando de sus fraudes electorales.
Pero además el chavismo le vuelve a ganar a la oposición porque una
vez más la logra dividir en firmas que presentan dicotomías falaces. Por
ejemplo, la división entre los venezolanos que están dentro y fuera de
Venezuela ha sido estimulada por el chavismo y ha permeado en los factores
opositores. Así se argumenta falsamente que los venezolanos que están dentro de
Venezuela sufren más que los que se fueron por lo que sus posturas políticas
proclives a participar en los convites electorales del régimen deben ser
celosamente respetadas. En realidad los venezolanos de adentro y los de afuera
son víctimas del mismo régimen chavista y de sus mascaradas electorales.
Pero quizás la dicotomía más pérfida aún está planteada con el falso
dilema de votar o no. En ese debate está embarcada la oposición venezolana hoy.
Luego de 26 años de fraudes y robos electorales debería estar muy claro que la
vía electoral es inviable e insostenible como método de lucha para sacar al
chavismo del poder. Pero una vez más esta oposición se divide para pelearse las
burusas que el régimen les lanza en
formas de posiciones clientelares y que aquellos en forma sibilina justifican
como puestos de lucha democrática.
El chavismo retiene el poder y le sigue ganando a la oposición
venezolana porque esta sigue atrapada haciéndole el juego electoral al régimen
chavista. Que María Corina Machado ahora llame a no votar no corrige la
situación y solo confirma que haber participado en el fraude electoral del 28J
fue un dramático error aunque ahora se pretenda presentar como una victoria
simbólica y épica.
En la guerra y en la política las únicas victorias que cuentan son las que se definen materialmente en la lucha implacable por el poder, todo lo demás es pura prosa confinada al reino de la metafísica desde donde es muy difícil influir la realidad.- @humbertotweets