La diplomacia internacional que ha mostrado interés por la situación de Venezuela también ha encontrado un cómodo subterfugio para reconciliar la beligerante retórica de la esperanza con la implacable realidad. La mayoría, si no la totalidad, de los países que dice apoyar la liberación de Venezuela del chavismo dice no reconocer al gobierno de Nicolás Maduro que se robó las elecciones a plena luz del día el pasado 28 de julio.
Pero estos mismos países en la práctica reconocen y se entienden con
el gobierno realmente existente en Venezuela que es el que preside Maduro. La
observación la hacemos sin ánimo de crítica porque cada país tiene que resolver
cómo lleva adelante sus relaciones con el régimen chavista sin atender a otros
intereses que los propios. Mucho se podría decir sobre los derechos humanos y
la urgencia en detener el avance de la tiranía chavista pero al final no son
los intereses de los venezolanos los que determinarán esas políticas de otros
estados sino su propio enfoque geopolítico.
Esto es lo que en forma acertada definió el filósofo español Gustavo
Bueno como la dialéctica de estados o la inevitable confrontación de los
intereses de unos estados contra otros.
Incluso los estados Unidos de Norteamérica bajo la presidencia de
Donald Trump ha iniciado una política que encaja perfectamente en esta
caracterización que se define por un no reconocimiento en el plano retórico al
régimen de Nicolás Maduro (Marco Rubio dixit) y un reconocimiento en la
práctica al gobierno realmente existente con el cual se negocia la liberación
de rehenes norteamericanos y la repatriación de los miembros del Tren de
Aragua. Aunque la conservación resulte redundante hay que decir que Richard
Grenell no se reunió con Edmundo Gonzalez, el presidente supuestamente
reconocido internacionalmente ni con María Corina Machado para discutir estos
asuntos.
Y esto es así porque hay un reconocimiento formal y de hecho que en
este momento el poder político y militar realmente existente en Venezuela está
en manos del chavismo que comanda Nicolás Maduro.
Consecuente con la política y enfoque de todos los funcionarios de
Trump sobre Venezuela Richard Grenell al relatar su encuentro con Maduro en
Caracas refirió que le habría dicho al chavista “…te estamos dando un gran regalo, y el gran regalo es que estoy aquí
sentado contigo, tienes todo tipo de cámaras alrededor y vas a usar esto con
fines propagandísticos..” Pero no, el regalo de Trump al chavismo no fue en
encuentro público con Nicolás Maduro para que este lo usara con fines de
propaganda. El obsequio que Trump le está dando al régimen chavista es el
reconocimiento material y formal a su Estado, es la disposición de tratarlo
como par, a pesar de sus desmanes, en la medida en que el chavismo cumpla sus
compromisos. Es un regalo que viene acompañado de detalles, condiciones y pies de página cuya violación no será
resuelta con amenazas sino con acciones puntuales.
Ya a estas alturas el chavismo debe haber calibrado que negociar con
Trump no es igual a negociar con Biden. Solo el tiempo dirá si podrán
beneficiarse del regalo o no.-@humbertotweets
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