El 10 de enero de 2025 se cerró una etapa definida por las ilusiones electorales y la vana esperanza de que el chavismo entregara el poder, por pudor y vergüenza. Hoy hasta los más conspicuos operadores de la MUD admiten la inviabilidad de una transición que le entregue el gobierno a Edmundo Gonzalez y a su vez se dividen entre quienes buscarían una intervención militar internacional en Venezuela y quienes tratarían de acoplarse a la nueva normalidad que promueve el régimen.
Llegado el día de la juramentación del Presidente de Venezuela
Edmundo Gonzalez no pudo regresar al país para tomar posesión del cargo frente
a Jorge Rodríguez y Vladimir Padrino López, tal como él y María Corina Machado
habían prometido. La promesa era ambiciosa en sí misma y su audacia llevó a
muchos a estirar la ilusión de la transición unos meses más aunque nunca quedó
claro cómo sería.
Finalmente, la realidad se ha impuesto para identificar, una vez
más, los componentes básicos de la ecuación política. Sin presión militar
interna o externa es imposible esperar una salida del régimen chavista. Y esto
no es otra cosa que la ratificación de uno de los rasgos característicos para
el sostenimiento del régimen chavista como lo es el uso de la violencia sobre
la población civil desarmada por parte de las Fuerzas Armadas chavistas.
Es en estas condiciones que Nicolás Maduro se juramenta como
Presidente de Venezuela con base a unas declaraciones de Elvis Amoroso y sin presentar
actas electorales, ni siquiera falsificadas, como de mil maneras sugirieron los
presidentes de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva, y Colombia, Gustavo Petro.
Lo que viene después del 10 de enero depende en buena medida de las
políticas y acciones que emprenderán los principales bloques de intereses
enfrentados en la actual coyuntura.
El régimen chavista. El chavismo tratar á de avanzar a una situación de aparente normalidad
sin mayores confrontaciones internas y externas, con elecciones regionales en
2025 y posiblemente otra reforma a la Constitución Nacional para eliminar las
elecciones directas e implantar el Estado Comunal.
La MUD. Es muy probable esperar una
división de esa oposición entre quienes tratarán de buscar una intervención
militar internacional, con María Corina a la cabeza, y los que quieren
entenderse con el chavismo para participar en las elecciones regionales de este
año.
La comunidad internacional. Este
conjunto amorfo y heterogéneo de intereses no podrá coordinarse fácilmente para
articular una intervención militar, hasta que por lo menos un Estado se decida
a declararle la guerra al chavismo en Venezuela.
Los ciudadanos. Ante la evidente ausencia de un plan estratégico y,
lo más importante, sin una vanguardia que organice la resistencia lo que se
puede anticipar es más desesperanza y desilusión ante promesas inviables que
auguraban una transición de poder.
Para la mayoría de los venezolanos todo esto significa más caos,
empobrecimiento y represión, con una sensación de sálvese quien pueda. No son
pocos quienes después del 10 de enero evalúan abandonar el país o quedarse. Los
primeros formarán parte de las nuevas olas migratorias que huyen de la barbarie
chavista. Los segundos tratarán de adaptarse para no perecer víctimas de la violencia
política. Ambas dinámicas favorecen los planes del chavismo que aspira a
prevalecer en un país semi-abandonado y destruido con un Estado de corte
militar-policial incapaz de defender la soberanía territorial pero muy
eficiente a la hora de perseguir a la población civil.- @humbertotweets
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