lunes, 30 de septiembre de 2024

Lecciones de Polonia para Venezuela

            La historia del Sindicato Solidaridad en Polonia se ha convertido en un ejemplo emblemático de resistencia organizada contra un régimen totalitario. Durante la década de 1980, Polonia vivía bajo un régimen comunista que restringía libertades y controlaba todos los aspectos de la vida social, política y económica. En este contexto, la creación de un sindicato independiente, Solidaridad, se convirtió en el catalizador de una resistencia masiva que eventualmente llevó al derrocamiento del régimen. La lucha venezolana contra el chavismo puede encontrar importantes lecciones en esta experiencia, especialmente en la capacidad de organización social y sindical, en contraposición al uso de partidos políticos o la participación en elecciones fraudulentas.

Solidaridad, bajo la dirección de Lech Wałęsa, nació en 1980 como un sindicato obrero independiente que, en lugar de limitarse a cuestiones laborales, se convirtió en un movimiento social con una visión amplia de justicia y libertad. Su éxito radicó en la organización de la sociedad civil y en su capacidad para unir a los trabajadores y ciudadanos comunes bajo una causa común. A diferencia de los partidos políticos, que muchas veces quedaban atrapados en la dinámica de legitimación del régimen a través de elecciones controladas, Solidaridad operaba al margen de la política partidaria tradicional, centrando sus esfuerzos en la resistencia civil y la organización social.

En lugar de buscar reformas dentro del sistema jurídico-político impuesto, el sindicato desarrolló una estrategia basada en la desobediencia civil, huelgas y protestas masivas que mostraron la fortaleza de un pueblo unido fuera del marco político manipulado por el régimen. El régimen comunista polaco, que inicialmente intentó reprimir violentamente el movimiento, no logró sofocar su impulso debido a la cohesión social y la legitimidad que Solidaridad había ganado entre la población.

La situación en Venezuela bajo el fascismo chavista de Nicolás Maduro comparte similitudes con el contexto polaco, particularmente en cuanto a la represión política, el control de las instituciones y la manipulación de elecciones para perpetuarse en el poder. Sin embargo, una de las principales diferencias ha sido la estrategia adoptada por la falsa oposición venezolana. En lugar de centrarse en la organización social fuera del marco del sistema político legal controlado por el chavismo, la oposición venezolana ha intentado repetidamente participar en elecciones que han sido ampliamente percibidas como fraudulentas, con resultados previsiblemente desfavorables.

La experiencia de Solidaridad sugiere que una alternativa eficaz podría ser la creación de movimientos sociales y sindicales independientes del sistema político y del Estado chavista. En Venezuela, los trabajadores, estudiantes y movimientos sociales tienen el potencial de unirse y organizarse de manera similar a como lo hicieron los polacos. Estos movimientos no dependerían de la legitimidad otorgada por un régimen autoritario, sino de su capacidad para movilizar a la sociedad en una lucha por derechos fundamentales como la libertad de expresión, la justicia y la dignidad humana.

Los sindicatos, como se vio en el caso polaco, pueden jugar un papel clave en la lucha contra regímenes totalitarios. En Venezuela, aunque muchos sindicatos han sido cooptados o reprimidos por el régimen, aún existe la posibilidad de construir plataformas de resistencia basadas en las demandas sociales, laborales, y reivindicativas que aborden la crisis económica, la escasez de alimentos y la violación de derechos humanos. Al igual que Solidaridad, estos sindicatos pueden trascender lo meramente laboral y convertirse en fuerzas motrices de cambio político y social.

El enfoque debe estar en la organización de la sociedad desde la base, fuera de los partidos políticos que se han visto debilitados por la corrupción y por su colaboracionismo con el régimen en sus fraudes electorales. En lugar de gastar energías en elecciones que el régimen controla como se ha visto en estos 25 años, la lucha debe centrarse en la movilización de trabajadores, campesinos, estudiantes y comunidades que sientan directamente los efectos de la crisis causada por la barbarie chavista. Esto no sólo debilitaría la capacidad del Estado chavista para mantener el control, sino que también generaría un movimiento de base que representaría de manera auténtica las demandas del pueblo y estaría preparado para asumir el poder en el caso de una implosión del régimen político, tal como ocurrió en Polonia.

La experiencia de Solidaridad en Polonia ofrece importantes lecciones para Venezuela. En lugar de depender de partidos políticos o participar en elecciones fraudulentas, la clave del éxito en la resistencia puede estar en la organización social y sindical independiente. Al unir a la sociedad bajo una causa común y movilizarla fuera de la legalidad impuesta por el régimen, los venezolanos podrían encontrar una vía más eficaz para desafiar y, eventualmente, derrocar al Estado chavista. El ejemplo polaco muestra que la resistencia organizada, basada en la solidaridad social y la cohesión de la sociedad, puede convertirse en una poderosa herramienta de transformación frente a un sistema totalitario.- @humbertotweets

jueves, 26 de septiembre de 2024

El arte de cruzar en amarillo

            Un peligroso hábito de los malos conductores es pisar el acelerador cuando ven a la distancia que la luz del semáforo acaba de cambiar al color amarillo. La intención es poder cruzar la intersección segundos antes de que cambie a rojo. Muchas veces estos conductores no logran esta operación con éxito y terminan cruzando cuando el semáforo está en rojo, con letales consecuencias.

            En algo parecido anda el régimen chavista desde hace tiempo sobre todo en lo que respecta a sus relaciones con los Estados Unidos de Norteamérica. El chavismo agrede y ataca al gobierno norteamericano lo suficiente para causar ruido y molestia, pero sin sobrepasar ciertos límites. En otras palabras, cruzando ágilmente cuando la luz esta en amarillo sin llegar a pasarse la luz roja, hasta ahora.

            Esta política estridente que pareciera espontánea muestra claras señales de obedecer a un diseño deliberado y sistemático para mantener siempre un nivel de tensión sin llegar al punto de reventar la cuerda. Esta dinámica se ha caracterizado por ataques retóricos al tiempo que el chavismo es un suplidor barato y confiable de petróleo para los EEUU. Los americanos privadamente lo agradecen por la presión que tienen derivada de la guerra entre Rusia y Ucrania.

            En el marco de esta política los Estados Unidos liberaron a los narcosobrinos y a Alex Saab a cambio de ambiguas promesas de una supuesta apertura democrática en Venezuela. El régimen chavista y los Estados Unidos han suscrito numerosos acuerdos de tipo político los cuales el chavismo ha incumplido en su totalidad como los llamados Acuerdos de Qatar. Sin embargo, el chavismo se ríe en la cara de los americanos, los llaman mentirosos y los acusa de no cumplir los acuerdos.

            El fascismo chavista del siglo XXI no solo se mofa de los gringos y los acusa de supuestos golpes de Estado. Este régimen se jacta públicamente de mantener alianzas activas con estados enemigos de los EEUU como China, Rusia, Irán y Corea del Norte. En la práctica el territorio venezolano es una base de operaciones militares de China y Rusia. Los Estados Unidos lo saben y, por razones que no explican, lo toleran.

            Desde hace unos años el régimen chavista descubrió otra cantera para seguir alimentando su estrategia frente a los Estados Unidos. Esta consiste en capturar ingenuos ciudadanos norteamericanos que en contra de las advertencias del Departamento de Estado Norteamericano se van a Venezuela por razones de turismo o placer. Como es lógico la gran mayoría de estos ciudadanos norteamericanos ha prestado servicio militar participando en algunas de las operaciones militares que los EEUU despliegan en el mundo. No importa el rango ni su nivel de destrezas, con ese antecedente es suficiente para que los sagaces servicios de espionaje chavista los califiquen de súper espías.

            A estos supuestos espías los acusan de tomar fotos del metro y de las represas, como si en pleno siglo XXI no existieran los drones. Solo en la diminuta inteligencia del teniente Diosdado Cabello se puede concebir como coherente la noción de unos espías contratando guías turísticos locales para hacer labores de inteligencia y reconocimiento del terreno.

            En los últimos días Cabello confirmó la detención de 4 ciudadanos norteamericanos,  junto a otros 3 españoles, todos los cuales fueron acusados de espionaje con la misma ambigüedad que caracterizó al régimen cuando declaró que había ganado la elección del 28 de julio. Las supuestas pruebas que se presentan son tan absurdas y ridículas que es inevitable pensar en que se trata de nuevos rehenes que serán canjeados por nuevas concesiones para el régimen chavista.

            Uno no puede menos que preguntarse si esto es descuido, desinterés o una brillante política del Departamento de Estado norteamericano, sin precedentes en la doctrina hemisférica del país del norte. También habría que preguntarse en qué se podría traducir concretamente que el chavismo cruce la línea roja para que el gobierno norteamericano declare que su seguridad nacional y sus intereses están en peligro. Ciertamente hasta ahora la alianza del chavismo con China, Rusia e Irán y el secuestro de ciudadanos  norteamericanos aún no significan el cruce del semáforo en rojo. Habrá que esperar nuevos niveles de escalamiento por parte de un chavismo envalentonado para ver si cambia la señal.-  @humbertotweets

lunes, 23 de septiembre de 2024

Hagamos una rifa para tumbar a Maduro

            El estafador siempre tendrá en el estafado a su cómplice más consecuente. Porque en realidad la víctima quiere creer en las bondades de la estafa y es precisamente esa cooperación la fuerza motriz que permite que la estafa se consume.

            Por ejemplo, la crisis que afecta a Venezuela y el deseo ferviente de millones de venezolanos de salir cuando sea y como sea del fascismo del siglo XXI ha llevado a muchos  a creer en las virtudes del voto para lograrlo. Es un caso emblemático de estafa política sistemática y continuada desde 1999.

            La falsa oposición ha sido el principal vehículo para vender esta ilusión de que sin instituciones ni garantías es posible sacar al chavismo del poder por la vía electoral. Los hechos han demostrado una y otra vez que eso sencillamente no es posible. No importa lo que los epígonos y fabuladores de la falsa oposición digan para sustentar sus tesis peregrinas ni cuántos libros con citas sesgadas se busquen. La realidad siempre será mucho más potente.

            Siempre hemos argumentado que un régimen de las características del fascismo chavista del siglo XXI solo sale del poder por la fuerza, no por elecciones ni negociaciones. ¿Qué queremos decir con esto? Que el aparato estatal chavista está empotrado en el régimen jurídico político venezolano de tal manera que no es posible su sustitución por otra vía que no sea la de una ruptura o el quiebre de sus partes fundamentales como resultado de una implosión, de una confrontación interna, de una guerra liderada por otro estado o por una combinación de todas estas.

            Pero también hemos dicho que esa salida por vías de fuerza no quiere decir cualquier tipo de fuerza. No es la fuerza épica de los escudos de cartón, con palos y piedras, la que podrá tumbar al régimen. Tampoco las aventuras espontáneas emprendidas por militares singulares plenos de heroísmo pero desconectadas de la realidad, incluso de su propia realidad militar.

            La mayoría de las llamadas transiciones a la democracia han estado precedidas de luchas violentas y reacomodos en las correlaciones de fuerzas internas de regímenes totalitarios creando las condiciones para el cambio político. Lamentablemente los analistas se quedan con el último capítulo de la historia ignorando deliberadamente los choques de poderes que llevaron a esa transición. Estos falseadores de la realidad se engolosinan con sus propias fábulas y pretenden terminar todas esas historias del mismo modo: Negociaron, firmaron un acuerdo y fueron felices…para siempre.

            Las vías de fuerza de las que hablamos pueden ser de tipo interno o externo. En el primer caso casi siempre se trata del desprendimiento de componentes fundamentales de ese régimen político que entran en contradicción con otros conformando un nuevo bloque de poder. Entiéndase que hablamos de componentes, no de personas, héroes o individualidades que por mucho carisma, popularidad y liderazgo que puedan tener si carecen del control efectivo de los bloques de poder su actuación tendrá poco o ningún impacto.

            Por supuesto, cuando el régimen político objeto de análisis está en crisis y sus componentes son débiles e incapaces de defender el sistema esta situación presenta oportunidades para fuerzas insurgentes externas tal como ocurrió en Cuba en 1959.

            Otra vía de fuerza ocurre cuando un estado actúa en forma directa o indirecta para destruir a otro. En las guerras de independencia en Hispanoamérica, por ejemplo, los ingleses financiaron operaciones y movimientos para debilitar y reventar al imperio español. Los precursores de la independencia comenzando por El Libertador de Venezuela Simón Bolívar jamás habrían logrado su proyecto independentista sin el apoyo de Inglaterra. Tampoco habría logrado Lenin su revolución Bolchevique sin el apoyo del Estado alemán en 1917 interesado en destruir el imperio ruso.

            Esto quiere decir que bajo condiciones muy especiales un Estado podría considerar vital para sus intereses la destrucción de otro Estado mediante la guerra directa o la promoción de la subversión interna que es también otra forma de guerra. Ningún Estado se inmiscuye en los asuntos de otro tan solo por amor a la democracia y los derechos humanos. Aunque esto es lo que siempre se invoca para justificar la operación, las razones verdaderas suelen ser muy distintas.

            La tesis de la salida de fuerza en Venezuela ha sido manoseada por algunos embaucadores que la reducen y la banalizan al extremo de simplificar el asunto para decir que eso se resuelve consiguiendo dinero para financiar una operación militar. Sin embargo, derrocar un régimen como el chavista requiere de una masa de recursos y esto implica mucho más que “dinero”. Para que esa hipótesis sea viable y sostenible se requieren abundantes recursos económicos, militares y logísticos que en las actuales circunstancias sólo un Estado dispuesto a declararle la guerra al régimen chavista podría asumir.

            Esto es importante tenerlo en cuenta sobre todo ahora que vuelven a surgir intentos para organizar campañas de recolección “gofundme” y hasta rifas con el objetivo de “captar recursos” para comprar armas y/o financiar la organización de una fuerza militar que enfrente exitosamente al Estado chavista. Estos intentos espontáneos e improvisados resultan absolutamente risibles cuando se comprende la magnitud de lo que se intenta. Solo si se tomase en serio la idea de organizar una fuerza militar en el exterior esta sola operación requeriría de un territorio donde organizarse y comenzar a operar. La pregunta es ¿Qué país está dispuesto a ceder parte de su territorio para ese tipo de emprendimiento?

            El contratista militar norteamericano Erik Prince ha ilusionado a no pocas personas con su campaña “Venezuela Ya Casi”, implicando que todo está a punto para la inminente caída de Nicolás Maduro y el régimen chavista. Lo único que hace falta es…por supuesto, el dinero. El contratista Prince ha recibido contratos del gobierno norteamericano para operaciones militares por el orden de los 5 mil millones de dólares y más. Una operación como la que proponen para Venezuela, si hablamos en serio, estaría por ese orden de los mil millones de dólares ¿Cuánto esperan recolectar de las campañas vía gofundme?

            Entre los atajos de las ilusiones electorales y los de las operaciones militares encubiertas para sacar al chavismo del poder Venezuela sigue perdida en un laberinto que la convierte en el teatro de operaciones ideal para oportunistas, estafadores, y depredadores.-  @humbertotweets

jueves, 19 de septiembre de 2024

Depredando a una Venezuela que agoniza

            Los chavistas han saqueado a Venezuela sin piedad y sin vergüenza. Para el fascismo chavista del siglo XXI parecieran no existir límites de cuanto más se puede hacer para destruir un país. No hay duda que el cuadro que se nos revela hoy es el resultado de 25 años de saqueo permanente en una época en la que Venezuela nunca supo lo que era una rendición de cuentas.

            Así el chavismo depredador, que no escatima a regalar pedazos de territorio o millones de barriles de petróleo para seguir atornillado en el poder, se ha convertido en la némesis más evidente de los venezolanos al punto de castigar implacablemente la mayoría que votó en contra de Nicolás Maduro.

            Pero el saqueo de Venezuela no parece ser un logro exclusivo de los chavistas que han dejado al pueblo sin comida, sin educación, sin salud, y sin patria. A la acción depredadora de los chavistas hay que sumar a la falsa oposición colaboracionista que encontró la manera de sacarle provecho a la situación vendiendo ilusiones electorales durante 25 años. A ellos también les correspondió su buena tajada del tesoro público asignada generosamente por el régimen chavista. Quien intente refutar esta acción debería comenzar antes por explicar de dónde ha sacado dinero la falsa oposición para participar en las elecciones con el chavismo.

            Sin embargo, el mejor negocio resultó ser el Hamponato Interino de Juan Guaidó, un parapeto montado con el pretexto de hacer un gobierno de transición y que terminó en otro saqueo perpetrado por los operadores de la MUD y, en la mejor tradición chavista, sin rendición de cuentas. Todavía esta falsa oposición se aferra a CITGO con el argumento cínico de defender los activos de Venezuela en el exterior.

            Chavistas y falsos opositores llevan ya 25 años de saqueo impenitente con el lucrativo negocio de las campañas electorales. A lo largo de estos años, y como resultado de estas prácticas, Venezuela es hoy un ex país (Agustín Blanco Muñoz dixit) sin economía, sin instituciones, con menos territorio y con menos gente porque ya casi son 10 millones de venezolanos quienes han huido de Venezuela.

            Por si esto fuese poco y mientras este ex país se desangra lentamente han surgido nuevas faunas de oportunistas dispuestos a depredar hasta la última gota de dólar que se le pueda sacar a la crisis de la nación.

            Han aparecido, bajo el remoquete de influencers, un grupo de opinadores que difunden supuestos análisis que no son otra cosa que discurso sofista y falaz para decir lo que la gente quiere escuchar y monetizar en redes sociales millones de vistas en videos sobre teorías conspirativas o atajos salvadores de última hora.

            Los que monetizan centrados en las audiencias opositoras solo tienen que propagar las fantasías de una vía rápida y negociada para salir de Nicolás Maduro, y hasta con fecha y hora son anunciados. Los que pescan en el charco del régimen solo tienen que repetir las teorías absurdas de magnicidios e intentos de golpes de estado que aunque sean inverosímiles son el deleite de las clientelas chavistas.

            A estas operaciones sistemáticas y orquestadas de saqueo y depredación contra Venezuela ahora se incorporan mercenarios y representantes de ejércitos privados que aseguran tener la fórmula mágica para derrocar al régimen chavista. Ellos aseguran saber exactamente que habría que hacer para montar esa operación militar y lo único que necesitan es… dinero. Por supuesto que es dinero lo que buscan y así se han montado burdas y grotescas operaciones de recolección de fondos a las cuales contribuyen miles de venezolanos dentro y fuera de Venezuela que donan el poco dinero que tienen o que se quedan pegados una hora viendo un video con un fabulador argumentando que Maduro está caído y cobrar es tan solo cuestión de días, sino de horas.

            Con una actitud pasiva, acrítica e ingenua miles de venezolanos cooperan con la estafa porque de buena fe quieren ser estafados. Esa estafa masiva, sistemática y continuada va dejando en el camino a un país desangrando y al que pocos parece importarle.- @humbertotweets

lunes, 16 de septiembre de 2024

Hay que llamar al fascismo por su nombre

            Normalmente cuando en los debates se dice que la situación política de Venezuela es única y no se puede comparar con otras experiencias no se está aludiendo a la especificidad que presenta la coyuntura sino más bien se trata de la deliberada renuencia a usar apropiadamente categorías políticas ya existentes para caracterizar lo que la realidad nos presenta.

            Por eso políticos opositores, analistas e influencers buscan atajos y encuentran los más creativos subterfugios para definir al régimen chavista como un Estado fallido o un sistema autoritario dentro del cual más o menos se puede operar políticamente. Después de todo hay elecciones (aunque se las robe el régimen), hay liberaciones calculadas de presos políticos (aunque luego los vuelvan a encarcelar) y hasta se puede decir lo que sea contra el gobierno (aunque eso puede terminar costando la libertad o la vida).

            La falsa oposición que ya tiene un cuarto de siglo tratando de salir del chavismo por la vía electoral no puede quitarse su autoimpuesta camisa de fuerza al calificar al chavismo como como un régimen en el que, a pesar de ser autoritario, todavía se puede hacer algo desde adentro. Unos presentan como ardiente evidencia que María Corina Machado sigue en la calle llamando a reconocer el triunfo de Edmundo Gonzalez y no la han apresado a pesar de las insinuaciones de los operadores del régimen. Eso quiere decir algo, aseguran socarronamente los ilusos sugiriendo que ella está blindada por una fuerza que la hace inmune a la mortalidad de otros como el General Raúl Isaías Baduel, por ejemplo.

            Evadir definir al chavismo por lo que orgánicamente es encuentra su justificación en seguir actuando en esa especie de semilegalidad que arrastra a políticos como Enrique Márquez a repetir con terquedad incansable que el se aferra a la Constitución chavista de 1999 y a las instituciones del Estado chavista (TSJ, CNE, FANB) para que se logre una solución negociada. Con enternecedora candidez Márquez le dijo al periodista Vladimir Villegas que el problema es que en las negociaciones de la oposición y el chavismo en República Dominicana, México y Barbados en centro no había estado en la gente. Entonces según él habría que seguir internado una vía negociada entre chavismo y oposición, pero cambiando el énfasis adjetivo para lograr una solución.

            Márquez al igual que la gran mayoría de sus colegas de la oposición electoral, incluida María Corina Machado, son prisioneros impenitentes de una concepción dramáticamente equivocada frente al chavismo y su régimen político. La realidad nos muestra que no hay instituciones al servicio de la nación venezolana como machaconamente repite Márquez. Tampoco existen garantías ni protección para la protesta ciudadana como parece sugerir Machado cuando, para vértigo de muchos, invita a las madres, a los niños y los ancianos a salir a la calle, en familia, a reclamar por sus derechos. Por supuesto que eso es lo que corresponde si existieran unas condiciones mínimas de tolerancia a la disidencia y respeto a la vida. Pero ya sabemos cómo actúa el régimen chavista contra madres, niños y ancianos.

            El grave problema de fondo es que políticos como Enrique Márquez y María Corina Machado, entre otros, se niegan con enconada obstinación en llamar a las cosas por su propio nombre. En otras palabras, la caracterización que ellos hacen del régimen chavista es engañosa e imprecisa porque de entrada lo cubre con una nube de humo que impide ver los rasgos esenciales de un Estado que contiene todos los elementos de un régimen fascista, con partido único, ideología oficial e implacable represión de la disidencia.

            La predica esperanzadora de políticos como Márquez y Machado impide ver la gravedad que representa un régimen político donde todas las instituciones del Estado están controladas por el PSUV, incluidas las Fuerzas Armadas. ¿Qué perspectiva de cambio puede existir realmente cuando los operadores del régimen chavista, con impecable racionalidad fascista, están convencidos de que su revolución está por encima de la decisión de millones de venezolanos? Es decir ¿Existe alguna posibilidad de derrocar al régimen fascista que dirige Nicolás Maduro por otros medios que no sean los de una fuerza militar superior que se imponga y los doblegue? Eso es lo que habría que preguntarle a Márquez y Machado cada vez que insisten en la negociación o en sacar a la calle a la población civil desarmada, respectivamente.

            Hay una razón práctica para no llamar fascismo al fascismo chavista. Y es que una vez que esa caracterización queda establecida no es posible devolverse. Una vez que se admite que lo que tenemos al frente no es otra cosa que un régimen fascista, o neofascista para ser más precisos, entonces habría que abandonar los métodos convencionales para sacarlos del poder. Y eso por supuesto, también hay que admitir, no es una situación fácil por el estado de represión y abatimiento en que se encuentra la población civil desarmada en Venezuela.

            Por eso el discurso melifluo y ambiguo de políticos como Márquez y Machado siempre nos arrastra por veredas laberínticas de esperanzas inciertas en espera de un mítico quiebre militar, de una evanescente presión social o de una ayuda internacional que nunca termina de llegar.

            Si algo hemos de aprender del 28 de julio es que las cosas hay que definirlas por lo que son y no por lo que deseamos ver. Seguir huyendo de la inevitable caracterización fascista del régimen chavista solo conducirá a más pérdida de tiempo, de vidas humanas y hasta quizás, quizás, la pérdida definitiva de la República de Venezuela.- @humbertotweets

jueves, 12 de septiembre de 2024

Tras los pasos de Edmundo

            La salida de Edmundo González de Venezuela es la constatación del clima de represión y persecución política que se vive en Venezuela. También es la confirmación de que el régimen chavista sigue controlando todas las instancias del poder político y militar.

En una negociación, cuyos detalles no se conocen, Edmundo Gonzalez, el gobierno de España y el régimen chavista acordaron cómo sería la salida de Gonzalez de Venezuela.

Algún día se sabrá si España fue una opción escogida libremente o por el contrario le fue impuesta a  Edmundo Gonzalez por el gobierno de Nicolás Maduro en una indudable demostración de fuerza.

En Venezuela queda un dramático desconcierto no tanto por la salida de Gonzalez del país sino por la ausencia de un discurso que comunique la certidumbre de una estrategia o un plan para derrocar al régimen chavista.

Después del 28 de julio la lucha del bloque opositor se ha centrado en pedir la publicación de las actas electorales al régimen chavista. Reclamo al cual se han unido gobiernos aliados del chavismo tales como Brasil, Colombia, España y México. Pero es una lucha que se ha debilitado con los días porque su resolución depende de la decisión del régimen chavista, que ha dicho en público y privado que las actas no serán publicadas. En una indudable concesión a la realidad los países amigos de Maduro han expresado su frustración y han abandonado el reclamo en la práctica.

            Así las cosas, en medio de tácticas condenas diplomáticas que enmascaran el interés de varios países de continuar sus negocios con el régimen chavista los esfuerzos para hacer respetar la decisión de los venezolanos el 28 de julio se diluyen rápidamente como ya ha ocurrido en otras elecciones.

            El bloque opositor, con María Corina Machado, a la cabeza parece seguir atado a la fase de exigir la publicación de las actas y tratar de mantener viva la esperanza de que el 10 de Enero de 2025 Edmundo Gonzalez será juramentado como presidente de Venezuela. Hasta los menos informados se preguntan cómo eso sería posible con unas Fuerzas Militares alineadas con el chavismo y con todas las instituciones del estado chavista cerrando filas en torno a Maduro.

            La ausencia de una perspectiva cierta de lucha que parece suspendida en una nebulosa de frases y consignas vacías parece ser el detonante más potente para propagar el miedo y la incertidumbre. Esto ocurre en un contexto social y político caracterizado por el desmantelamiento de la nación venezolana y sus instituciones.

            La decepción y la frustración de los venezolanos con la barbarie chavista y con la falsa oposición es lo que ha empujado en el pasado oleadas de millones a abandonar el país. Hoy las condiciones que llevaron a venezolanos a buscar refugio en otro país se mantienen y han empeorado.

            Hay quienes defienden con vehemencia que Edmundo Gonzalez haya abandonado el país para proteger su vida. Y es cierto. Por las mismas razones no se puede cuestionar a los venezolanos que hoy amanecen con planes para huir de Venezuela, siguiendo los pasos de Edmundo Gonzalez. Aunque la mayoría no podrá hacerlo con asilo aprobado y en avión como aquel.-

 @humbertotweets

 

lunes, 9 de septiembre de 2024

¿Por qué España y no Argentina o los EEUU?

            A Edmundo González le cuestionamos que se haya prestado para validar el sainete electoral del régimen chavista, junto a María Corina Machado y todas las franquicias partidistas que cohabitan en la MUD. Tratar de revivir las ilusiones en una salida electoral y negociada es lo que siempre le hemos criticado, con fundamentos y evidencias, a la falsa oposición venezolana.

            Lo que no vamos a criticar aquí es que Edmundo Gonzalez haya salido (obligado) del país. Tampoco vemos la pertinencia de discutir si lo hizo por cobardía o no. Más allá de las posturas que González y sus compañeros de la MUD defiendan la primera obligación de un dirigente político que se precie de tal es mantenerse vivo y en libertad para seguir actuando.

            Así como siempre hemos condenado el encarcelamiento de opositores, cuyas posturas combatimos, igualmente sabemos que de haberse quedado en Venezuela Edmundo González habría terminado preso o asesinado. Entonces sin reservas hay que celebrar que haya salido del país y hoy siga vivo.

            Lo que si no podemos aplaudir es que en la negociación que condujo a su exilio forzado no se haya incluido a los venezolanos que están en la Embajada de Argentina y los más de dos mil presos políticos que el régimen chavista admite tener en sus cárceles, muchos de ellos menores de edad. Estos “olvidos” desalientan más a los venezolanos que quieren seguir creyendo que sí existe un plan para sacar al chavismo del poder.

            Es un error ver en la salida de Edmundo Gonzalez un manejo estrictamente mediático para desmoralizar a la oposición electoral. Se trata de una acción concreta donde el régimen chavista reafirma que mantiene el poder real aunque algunos de sus socios como España, Brasil y Colombia, por un mero formalismo, digan que no reconocen los resultados electorales del 28 de julio hasta que no se muestren las actas.

            En los laberintos de la diplomacia internacional la postura de estos tres países es coherente con sus políticas, aunque no lo parezca. Y es que lo que en realidad España, Brasil y Colombia están diciendo es que no reconocen los resultados electorales, pero eso no quiere decir que desconozcan al régimen de Nicolás Maduro que es lo que en verdad importa. Para todos los efectos, sin actas y sin reconocimiento de resultados, estos países seguirán entendiéndose con el poder político realmente existente en Venezuela antes del 10 de Enero de 2025 y después. Esto no parecen entenderlo los influencers y operadores de la falsa oposición que saltan a celebrar el exilio forzado de Edmundo Gonzalez como una jugada brillante “para proteger al rey”.

            Otra demostración de que estamos frente a una situación que luce más a destierro que a exilio es que curiosamente el régimen chavista facilitó y aceleró todos los trámites para sacar a Edmundo Gonzalez a España. Hay que preguntarse si parte de la coacción y amenazas que denunció Gonzalez le impidieron escoger libremente el país para solicitar el asilo. ¿Por qué España y no Argentina o los Estados Unidos donde el asilado habría disfrutado de un mejor estatus para continuar actuando políticamente?

            Sería una ingenuidad ver la concesión de asilo a Edmundo Gonzalez como un acto generoso y humanitario del Presidente del Gobierno español Pedro Sánchez, socio conspicuo del régimen chavista. Más parece una jugada para mantener controlado y supervisado a Gonzalez como otros políticos “opositores” en ese país.

Tan sólo para no perder la perspectiva de lo que está ocurriendo recordemos que Delcy Rodríguez, la implicada en el escándalo de las maletas repletas de dólares en el Aeropuerto Barajas, es quien hace el anuncio del asilo por “la tranquilidad y la paz política del país” en nombre del régimen chavista. Y, por supuesto, para variar una vez más aparece Rodríguez Zapatero en la penumbra actuando como garante en estas extrañas negociaciones.

Que a Edmundo Gonzalez le hayan impuesto el país al cual debía solicitar asilo muestra la gravedad de lo que enfrentamos en Venezuela. Es una realidad que no se resuelve subestimando en forma infantil las capacidades y conexiones del adversario.- @humbertotweets

jueves, 5 de septiembre de 2024

El régimen chavista de partido único

            Existió hace muchos años en Venezuela un régimen que en el consenso académico y político fue etiquetado como Democracia. Se trataba de un sistema que con todas sus fallas más o menos operaba como un estado de derecho con separación de poderes.

            A ese sistema nosotros preferimos llamarlo Estado de partidos porque en realidad eran estas estructuras las que retenían el poder en nombre de los ciudadanos. Sin embargo a pesar de que los partidos hegemónicos, Acción Democrática y Copei, parecían tomar turnos alternativamente en el gobierno lo cierto es que ese régimen político establecía todo un sistema de garantías que permitía que un factor distinto a los hegemónicos pudiese eventualmente llegar al poder.

            Pero no solo eso. La democracia venezolana y cualquier otra democracia, en la voz de uno de sus más conspicuos defensores como lo fue Carlos Andrés Pérez, contiene una contradicción que la lleva respetar las garantías y los derechos políticos incluso de sus propios enemigos.

            Esas garantías son precisamente las que permiten que un enemigo de la democracia como lo fue Hugo Chávez en 1998 tomara legalmente el poder con la agenda y el propósito de destruir al propio sistema que le había tolerado.

            Una de las primeras decisiones que toma Chávez luego de ganar en 1998 es transformar a su modesto Movimiento Quinta República en el Partido Unido Socialista de Venezuela. El entonces MVR había cumplido su papel de enmascarar las intenciones de Hugo Chávez como una amplia alianza de fuerzas sociales que luchaban por la refundación de la República.

            La estafa de Chávez fue por partida doble, primero al convencer a la mayoría de los venezolanos de ese entonces que la refundación de la República era la cura y la sanación a todos los males de Venezuela. Y lo segundo consistió, como ya era característico de Chávez, en jamás definir los rasgos de ese nuevo régimen político que se ofrecía como panacea a los venezolanos.

            Perpetrado el engaño y una vez que Chávez controlaba los hilos del poder el chavismo se quita la máscara y no solo le cambia el nombre a su partido sino que además le establece un programa que es imponer una variedad de socialismo en Venezuela con régimen de partido único y hegemónico. 

            Pero esta nueva hegemonía nada tenía que ver con la vieja hegemonía clientelar de Acción Democrática y Copei que se alternaban en el poder, se repartían los cargos en forma indistinta e invitaban a sus adversarios a formar parte del convite para de alguna manera incorporarlos al sistema.

            El resultado de esa política permisiva que intentaba neutralizar al adversario haciéndolo parte de la estructura del sistema fue precisamente lo opuesto. A posiciones claves del régimen democrático en sus diferentes poderes ejecutivo, legislativo, judicial, electoral y militar entraron operadores que no solo no creían en esa democracia sino que estaban activamente comprometidos con la agenda chavista de su destrucción, desde adentro.

            Hoy los antiguos y derrotados operadores políticos de la democracia, en su mayoría refugiados en la MUD, intentan desesperadamente, mediante negociaciones y elecciones,  que el régimen chavista les conceda la misma tolerancia que les permitió llegar al poder en 1998. Muchos de ellos, incluyendo figuras nuevas como María Corina Machado, han llegado al extremo de abrazarse a la Constitución chavista de 1999 y sus engañosos mecanismos de garantías para exigir respeto a un estado de derecho que en realidad es inexistente.

            El PSUV defiende una presunta revolución como entidad política suprema por encima de la misma república. El Estado nacional venezolano que debería representar con sus instituciones los intereses de la nación se ha degenerado a otra forma política que es el Estado chavista con claros e inequívocos signos de un régimen fascista.

            A diferencia de AD y Copei en sus tiempos, el PSUV como partido oficial hegemónico trata a sus adversarios como enemigos del Estado chavista y justifica su aniquilamiento físico. Las carátulas de partidos y candidatos aceptados por el régimen son únicamente aquellos que juegan un papel abiertamente colaboracionista.

            Para aquellos partidos como la MUD o para dirigentes como María Corina Machado y Edmundo Gonzalez que aún insisten en enfrentar democráticamente un régimen fascista de partido único el futuro y el de sus banderas es incierto. No pueden, no deben, continuar con este sainete pretendiendo enfrentar un régimen fascista con carritos de plastilina porque, según dicen, se trata de un gobierno autoritario.- @humbertotweets

 

lunes, 2 de septiembre de 2024

Neofascismo chavista del siglo XXI

            Aunque algunos se aferren a esperanzas inciertas, los eventos de política interna y externa parecen mostrar el lento desvanecimiento de una transición política en Venezuela con base a los resultados electorales del 28 de julio y producto de una negociación entre las partes en conflicto. Mientras varios países siguen produciendo declaraciones exigiendo la publicación de las actas en Venezuela aumenta el rechazo al fraude electoral, aunque por efecto de la cruda represión cada día sea más difícil demostrarlo públicamente.

            La dinámica internacional luce muy beligerante en lo retórico, pero carente de iniciativas concretas para enfrentar la arremetida del chavismo, sobre todo porque esa llamada comunidad internacional se ha autoimpuesto una camisa de fuerza que en la voz de Luis Almagro, Secretario General de la OEA suena a “...la solución a Venezuela no puede ser militar”. Quizás quiso decir por la fuerza, que en realidad es lo mismo.

            En Venezuela se respira rabia e indignación ante el robo descarado de las elecciones por parte del chavismo. Pero también se respira mucho miedo frente a un régimen que en su guerra contra la población civil desarmada no respeta mujeres, niños, ni ancianos. Sin las garantías mínimas de respeto a la integridad física salir a protestar el fraude electoral en Venezuela es literalmente salir a jugarse la vida cada día. La oposición que acompañó a Edmundo Gonzalez ha tratado de mantener viva la esperanza que el cambio político es posible aun en las peores condiciones, pero la realidad está demostrando ser mucho más potente que el deseo.

            Por su parte el régimen chavista parece aprovecharse de la descoordinación de esa comunidad internacional y la progresiva pérdida de momentum del bloque opositor encabezado por María Corina Machado, Edmundo Gonzalez y la MUD. La respuesta del chavismo, que tiene todas las características de un contraataque, ha consistido en rápidamente pivotar hacia la formalización de un régimen neofascista que por la vía de los hechos ya viene operando desde tiempos de Hugo Chávez, pero que ahora anuncian como el nuevo Estado Comunal.

            No. No es una ligereza ni un tremendismo calificar al Estado chavista como un verdadero régimen neofascista ya que contiene todos los elementos definitorios del fascismo tales como la hegemonía del partido único (PSUV); la destrucción de todo tipo de oposición, salvo que sea colaboracionista; la total ausencia de separación de poderes y la destrucción del Estado de Derecho con pesos y contrapesos; la existencia de una ideología oficial que se impone a través del adoctrinamiento y la propaganda (el bolivarianismo chavista); la separación entre venezolanos patriotas (chavistas) y traidores (opositores); y en suma la combinación de partido y Estado en un solo estamento político que se impone a toda la sociedad.

            El no tener una conexión histórica u orgánica con la Alemania de Adolfo Hitler y la Italia de Benito Mussolini, pero reteniendo al mismo tiempo las características esenciales de un régimen fascista, es lo que nos revela al Estado chavista como un verdadero neofascismo o quizás sea mejor decir un fascismo del siglo XXI. No se puede admitir que el régimen chavista es un fascismo de nuevo tipo sin actuar en consecuencia a esa caracterización. Porque entonces el debate cambiaría dramáticamente de eje. De la postura que ve en el chavismo a un mal gobierno que puede ser corregido mediante elecciones habría que cambiar a otra del tenor ¿cómo enfrentamos y sacamos del poder a un régimen fascista? Quizás por las graves consecuencias que implican enfrentarse a lo segundo es que varios políticos y analistas prefieren una denominación más ambigua e inocua como la de “régimen autoritario”.

            Calificar al Estado chavista como una dictadura o un sistema autoritario es impreciso, pero resulta útil e instrumental a la hora de participar en elecciones “para aprovechar las pequeñas ventanas de libertad que ofrece el régimen y recuperar espacios (puestos) para la democracia.” Este participar en elecciones en forma recurrente no pasa de ser un esfuerzo simbólico o un ritual estrictamente gobernado por la religión del Estado.

            La mejor demostración de que en Venezuela estamos frente a un Estado neofascista la pudimos apreciar el 28 de julio y los días siguientes. Los operadores del régimen chavista, las clientelas del PSUV y sobre todo los militares de diversos rangos saben y entienden que Nicolás Maduro perdió las elecciones frente a Edmundo Gonzalez.

Sin embargo, muy pocos o quizás ninguno de los agentes del Estado chavista consideran que lo correcto es entregar el poder frente a lo que fue la decisión de la mayoría.  Todos ellos, con estricta racionalidad fascista, están convencidos de que la mayoría de ese pueblo se equivocó y fue manipulada por la extrema derecha al punto de votar contra sus propios intereses. Entonces es un deber patriótico de los iluminados chavistas salvar y reeducar a ese pueblo que no tiene conciencia de lo que ha hecho. Por eso los chavistas pueden admitir con desenfado que aunque hayan perdido las elecciones es correcto no entregar el poder, porque lo que está en juego, según ellos, es lo más sagrado que es la patria. La patria chavista, por supuesto.

            La mezcla indiscriminada de las categorías de patria, estado y partido en una sola entidad deja como resultado a un régimen neofascista propio del siglo XXI con todas sus complicaciones y especificidades. Quienes aún se niegan a aceptar lo que es evidente insistirán en negociaciones, sanciones internacionales, y hasta más elecciones. Mientras pasa el tiempo, que es el activo más importante del que dispone el chavismo, el Estado chavista refinara con más precisión sus formas y métodos con la figura del llamado Estado Comunal.

            Otros comenzarán a ver cierto paralelismo con los desenlaces ocurridos en Alemania e Italia al final de la segunda guerra mundial. Pero esto tampoco ayudaría mucho en el análisis si se considera que el escenario de la guerra es improbable en la medida que el régimen chavista respete ciertos protocolos internacionales, como de hecho ya lo hacen régimen del mismo corte como Cuba y Nicaragua.

            Por los momentos el tema de debate para los venezolanos debería centrarse en cómo hacer oposición a un régimen neofascista hasta lograr su derrocamiento definitivo.- @humbertotweets