El estafador siempre tendrá en el estafado a su cómplice más consecuente. Porque en realidad la víctima quiere creer en las bondades de la estafa y es precisamente esa cooperación la fuerza motriz que permite que la estafa se consume.
Por
ejemplo, la crisis que afecta a Venezuela y el deseo ferviente de millones de
venezolanos de salir cuando sea y como sea del fascismo del siglo XXI ha
llevado a muchos a creer en las virtudes
del voto para lograrlo. Es un caso emblemático de estafa política sistemática y
continuada desde 1999.
La
falsa oposición ha sido el principal vehículo para vender esta ilusión de que
sin instituciones ni garantías es posible sacar al chavismo del poder por la
vía electoral. Los hechos han demostrado una y otra vez que eso sencillamente
no es posible. No importa lo que los epígonos y fabuladores de la falsa
oposición digan para sustentar sus tesis peregrinas ni cuántos libros con citas
sesgadas se busquen. La realidad siempre será mucho más potente.
Siempre
hemos argumentado que un régimen de las características del fascismo chavista
del siglo XXI solo sale del poder por la fuerza, no por elecciones ni
negociaciones. ¿Qué queremos decir con esto? Que el aparato estatal chavista
está empotrado en el régimen jurídico político venezolano de tal manera que no
es posible su sustitución por otra vía que no sea la de una ruptura o el
quiebre de sus partes fundamentales como resultado de una implosión, de una
confrontación interna, de una guerra liderada por otro estado o por una
combinación de todas estas.
Pero
también hemos dicho que esa salida por vías de fuerza no quiere decir cualquier
tipo de fuerza. No es la fuerza épica de los escudos de cartón, con palos y
piedras, la que podrá tumbar al régimen. Tampoco las aventuras espontáneas emprendidas
por militares singulares plenos de heroísmo pero desconectadas de la realidad,
incluso de su propia realidad militar.
La
mayoría de las llamadas transiciones a la democracia han estado precedidas de
luchas violentas y reacomodos en las correlaciones de fuerzas internas de
regímenes totalitarios creando las condiciones para el cambio político.
Lamentablemente los analistas se quedan con el último capítulo de la historia
ignorando deliberadamente los choques de poderes que llevaron a esa transición.
Estos falseadores de la realidad se engolosinan con sus propias fábulas y
pretenden terminar todas esas historias del mismo modo: Negociaron, firmaron un
acuerdo y fueron felices…para siempre.
Las
vías de fuerza de las que hablamos pueden ser de tipo interno o externo. En el
primer caso casi siempre se trata del desprendimiento de componentes
fundamentales de ese régimen político que entran en contradicción con otros
conformando un nuevo bloque de poder. Entiéndase que hablamos de componentes,
no de personas, héroes o individualidades que por mucho carisma, popularidad y
liderazgo que puedan tener si carecen del control efectivo de los bloques de
poder su actuación tendrá poco o ningún impacto.
Por
supuesto, cuando el régimen político objeto de análisis está en crisis y sus
componentes son débiles e incapaces de defender el sistema esta situación
presenta oportunidades para fuerzas insurgentes externas tal como ocurrió en
Cuba en 1959.
Otra
vía de fuerza ocurre cuando un estado actúa en forma directa o indirecta para
destruir a otro. En las guerras de independencia en Hispanoamérica, por
ejemplo, los ingleses financiaron operaciones y movimientos para debilitar y
reventar al imperio español. Los precursores de la independencia comenzando por
El Libertador de Venezuela Simón Bolívar jamás habrían logrado su proyecto
independentista sin el apoyo de Inglaterra. Tampoco habría logrado Lenin su
revolución Bolchevique sin el apoyo del Estado alemán en 1917 interesado en
destruir el imperio ruso.
Esto
quiere decir que bajo condiciones muy especiales un Estado podría considerar
vital para sus intereses la destrucción de otro Estado mediante la guerra
directa o la promoción de la subversión interna que es también otra forma de
guerra. Ningún Estado se inmiscuye en los asuntos de otro tan solo por amor a
la democracia y los derechos humanos. Aunque esto es lo que siempre se invoca
para justificar la operación, las razones verdaderas suelen ser muy distintas.
La
tesis de la salida de fuerza en Venezuela ha sido manoseada por algunos
embaucadores que la reducen y la banalizan al extremo de simplificar el asunto
para decir que eso se resuelve consiguiendo dinero para financiar una operación
militar. Sin embargo, derrocar un régimen como el chavista requiere de una masa
de recursos y esto implica mucho más que “dinero”. Para que esa hipótesis sea
viable y sostenible se requieren abundantes recursos económicos, militares y
logísticos que en las actuales circunstancias sólo un Estado dispuesto a
declararle la guerra al régimen chavista podría asumir.
Esto
es importante tenerlo en cuenta sobre todo ahora que vuelven a surgir intentos
para organizar campañas de recolección “gofundme”
y hasta rifas con el objetivo de “captar recursos” para comprar armas y/o
financiar la organización de una fuerza militar que enfrente exitosamente al
Estado chavista. Estos intentos espontáneos e improvisados resultan
absolutamente risibles cuando se comprende la magnitud de lo que se intenta.
Solo si se tomase en serio la idea de organizar una fuerza militar en el
exterior esta sola operación requeriría de un territorio donde organizarse y
comenzar a operar. La pregunta es ¿Qué país está dispuesto a ceder parte de su
territorio para ese tipo de emprendimiento?
El
contratista militar norteamericano Erik Prince ha ilusionado a no pocas
personas con su campaña “Venezuela Ya Casi”, implicando que todo está a punto
para la inminente caída de Nicolás Maduro y el régimen chavista. Lo único que
hace falta es…por supuesto, el dinero. El contratista Prince ha recibido
contratos del gobierno norteamericano para operaciones militares por el orden
de los 5 mil millones de dólares y más. Una operación como la que proponen para
Venezuela, si hablamos en serio, estaría por ese orden de los mil millones de
dólares ¿Cuánto esperan recolectar de las campañas vía gofundme?
Entre
los atajos de las ilusiones electorales y los de las operaciones militares
encubiertas para sacar al chavismo del poder Venezuela sigue perdida en un
laberinto que la convierte en el teatro de operaciones ideal para oportunistas,
estafadores, y depredadores.- @humbertotweets
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