Para entender
la naturaleza de las acciones que toma el régimen chavista y descifrar cuál es
su verdadera intención lo que nunca hay que perder de vista es que siempre sus
planes y programas buscarán asegurar la permanencia del Estado chavista al
precio que sea. Si esta noción de “al precio que sea” no se tiene clara se
puede caer en dispersiones, divagaciones y hasta en contradicciones como las
que hoy acosan a la falsa oposición venezolana. Una falsa oposición prisionera
de sus propias fantasías y clichés según los cuales con una combinación de
incentivos y amenazas creíbles el chavismo accedería, algún día, a entregar el poder.
Los últimos
movimientos del régimen chavista, después del referéndum del Esequibo,
efectivamente apuntan a una estrategia que en el mediano y, eventualmente,
largo plazo el objetivo ulterior es usar el conflicto con Guyana como una
justificación para suspender o posponer legalmente las elecciones que estarían
programadas para el 2024.
La reunión
entre Irfaan Ali y Nicolás Maduro terminó con una declaración retórica y
diplomática de ambos mandatarios comprometiéndose “...a continuar con el
diálogo sobre cualquier otro asunto pendiente de importancia mutua y a
abstenerse ya sea de palabra o de hecho, de intensificar cualquier conflicto o
desacuerdo derivado de cualquier controversia”.
En los días
siguientes Vladimir Padrino López, Ministro de Defensa de Venezuela, en otro
ejercicio retórico manifestaba su complacencia con la declaración y agregaba
que las “FANB estaban preparadas para cualquier escenario en disputa con
Guyana” sugiriendo, por supuesto, que las fuerzas militares venezolanas
tendrían la capacidad para asumir un enfrentamiento bélico de estas
características.
Sin embargo,
el régimen chavista y su Ministro de la Defensa saben perfectamente el tipo de
fuerza armada que tienen. Esta es una Fuerza Armada diseñada para imponerse por
la fuerza sobre la población civil desarmada y no para defender las fronteras
ni el territorio de Venezuela. El precio que paga el chavismo por tener una
Fuerza Armada incondicional es tener a su vez un cuerpo desprofesionalizado,
plagado de corrupción, y desmoralizado todo lo cual afecta sensiblemente su
capacidad de operar sobre todo en una situación para la cual jamás estuvo preparada.
El Coronel José
de Jesús Gámez Bustamante, preso político militar del régimen chavista, explica
con claridad los dos aspectos fundamentales, desde la doctrina militar, en los
cuales falla dramáticamente las FANB chavistas.
1) APRESTO
OPERACIONAL. Esto implica el comprobado potencial del armamento bélico. Según
el Coronel Gámez Bustamante “La FANB no cuenta con sistemas de armas para
enfrentar ni por minutos a una potencia como Los Estados Unidos. El gobernante
más inepto, incapaz, ignaro e infame de la historia republicana de Venezuela,
como fue Hugo Chávez, para nada modernizó al estamento militar. El equipo
adquirido a Rusia, proviene de la chatarra bélica empleada por los rusos en
Afganistán. El armamento adquirido a China es prácticamente desechable”.
2) PODER
RELATIVO DE COMBATE. Esto implica el número de efectivos combatientes, su
adoctrinamiento, su adiestramiento y su voluntad para combatir, además el
contexto logístico y financiero. Sobre este punto el Coronel Gámez Bustamante
agrega “El soldado venezolano, es lo más cercano a un indigente, motivado a que
el servicio militar obligatorio no es forzoso sino por convicción, tal como
debe ser. Pero la fallida revolución para nada despertó, en más de 23 años
usurpando el poder, los valores patrios tales como servir a la Patria
cumpliendo con el servicio militar”.
Las
observaciones del Coronel Gámez Bustamante sobre una Fuerza Armada que hace
alarde de poder enfrentar a Guyana y su alianza militar internacional, no son más
que la constatación de la profunda crisis que atraviesa ese cuerpo militar Esta
crisis se expresa en el alto número de bajas y deserciones, la cantidad
alarmante de suicidios y de asesinato de oficiales sin determinar responsables,
los accidentes letales por el uso de
material y equipo militar inservible y hasta la situación depauperada y
miserable en que se encuentra la mayoría de los oficiales y tropa que son
alentados por sus superiores que se rebusquen y se conviertan en emprendedores
para mitigar el estado de indigencia.
Una Fuerza Armada
de estas características no está en condiciones de enfrentar a Guyana y su
alianza militar internacional. Pero este grado de desmantelamiento y deterioro
no es ningún secreto para los operadores del régimen, ni para el propio Padrino
López. Ellos saben que, más allá de las declaraciones altisonantes, lo que está
en juego no es la recuperación del territorio Esequibo, el cual ellos ya dan
por periodo, sino la permanencia del chavismo en el poder.
El chavismo
intentará hacerle creer a propios y extraños que está dispuesto a ir a la
guerra por el Esequibo, pero ellos más que nadie saben que, al menos por
ahora, no habrá tal guerra sencillamente
porque las fuerzas militares venezolanas no están en condiciones. El argumento
de la guerra será relativamente útil para que el chavismo suspenda o posponga
la farsa electoral del 2024 por un tiempo.
Pero una vez
producida la inminente sentencia de la Corte Internacional de Justicia
mutilando ese territorio a Venezuela, como resultado de una infame coalición de
intereses contra Venezuela y la negligente e irresponsable gestión del chavismo
en la materia, ya entonces el régimen no podrá esconderse tras la retórica ni
continuar evadiendo sus responsabilidades. Ese sería el único escenario en el
cual el chavismo se vería obligado a tratar de impedir por vía de fuerza la
ejecución de una sentencia que sería respaldada militarmente hasta por países
que hoy son aliados del régimen.
Sobre este
contexto hipotético, pero altamente plausible, es sobre el cual los oficiales y
comandantes de la actual FANB chavista deben decidir si prefieren cambiar su
Comandante en Jefe hoy o esperar 1-2 años, cualquiera sea el momento en que la
Corte Internacional de Justicia tome su decisión.- @humbertotweets