Todavía
prisionera de los malos hábitos electoreros de participar en elecciones, sin
condiciones ni garantías, en los últimos veinte años la falsa oposición
venezolana insiste una vez más en el mismo error. Y en su empeño pretende
arrastrar a todos los venezolanos.
La selección de
un candidato en elecciones primarias para oponérselo a Nicolás Maduro es el
desarrollo lógico de la decisión de participar como sea en unas elecciones que
hasta ellos mismos admiten no existen las mínimas condiciones de
transparencia.
Esto ha creado
una dinámica donde el eje está en las cualidades de carisma o antipatía de un
candidato y no en la calidad y fortaleza de sus planteamientos. En lugar de
tener políticos discutiendo sobre las formas para lograr el cambio político en
Venezuela lo que tenemos son hordas de candidatos ansiosos por participar en
unas elecciones cuyos resultados pueden ser fácilmente anticipados.
Quizás aun
tratando de reeditar las anacrónicas formas del antiguo Estado de partidos que
imperó hasta 1998 los partidos de la falsa oposición no cesan en la búsqueda de
un líder popular y carismático que hasta logre entusiasmar a las clientelas
chavistas. Esto no es más que poner todas las esperanzas en que el dueño de la
caja negra milagrosamente decida anunciar un resultado contra sí mismo.
Honestamente, es esperar demasiado afianzados en el voluntarismo y la
ingenuidad.
El discurso
etéreo de la falsa oposición y sus operadores mediáticos insiste en la búsqueda
de ese líder que milagrosamente una a todos los venezolanos, incluyendo a los
chavistas. Este salvador sería una suerte de Hugo Chávez, pero de signo
diferente, que también descendería mesiánicamente de los cielos para hacer el
paraíso en la tierra.
Pero esto no
es más que el puro discurso demagógico para embaucar a los tontos a votar en
condiciones inciertas, una vez más.
En lugar de un
líder o un mesías lo que Venezuela necesita es una verdadera dirección política
con un programa de lucha y capaz de organizar a los venezolanos para lograr el
cambio político.
Esto, por
supuesto, pondría el debate en un plano completamente distinto al que hoy nos
proponen. Más que buscar al más popular y al más carismático habría que buscar
a los más capaces para que nos ayuden a organizarnos y a crear un plan para
reconstruir todo lo que ha sido destruido en estos últimos veinte años.- @humbertotweets
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